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Cuando lo que se vende es no tener (casi) espacio para vivir

Interior de una minicasa.

Aldo Mas

El pasado fin de semana se celebraba en la ciudad alemana de Karlsruhe (oeste germano) el Tiny House Festival, una feria internacional dedicada a las minicasas o 'Tiny Houses', como muchos prefieren llamarlas en el sector. La cita se presentaba como una ocasión para reunir a la comunidad de empresarios, usuarios e interesados en este tipo de viviendas.

Había allí una buena veintena de ejemplos de casas muy pequeñas que ofrecían mucho menos que los 40 metros cuadrados por persona que, en general, tiende a buscarse para vivir cualquier individuo en Alemania, según las cuentas de Van Bo Le-Mentzel.

Este arquitecto afincado en Berlín es uno de los principales promotores alemanes de este tipo de minisoluciones habitacionales. Su ideal de vivienda es aquella que cuenta con unos diez metros cuadrados para vivir una persona. Coherente, Bo Le-Mentzel vive en la capital alemana en una casa de 55 metros cuadrados con su mujer y dos hijos. “No llegan a ser diez metros cuadrados por persona, pero es un apartamento pequeño”, dice este arquitecto a eldiario.es.

Esos diez metros cuadrados es lo que que el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura podría considerar “deseable” para un preso en una celda individual. “Estar cómodo o no, eso no es cuestión de espacio, es cuestión de libertad de decisión. Si uno se va a Pekín o Shanghái obligado a vivir en tres metros cuadrados, uno seguro no se sentiría bien. Si uno lo hace queriendo, eso es otra cosa”, plantea Bo Le-Mentzel.

Él está al frente de la Fundación Pequeña, una ONG dedicada a “crear espacios sociales para los vecindarios y proveer conceptos para la vida en común en la ciudad”. A través de ella promueve la construcción y uso de estas viviendas. “Mi idea de las minicasas es una idea política, una idea para grandes ciudades disponible para gente que llega nueva a una gran ciudad con problemas de vivienda y para gente que no quiere trabajar 60 horas a la semana para poder pagar el alquiler”, afirma Bo-Le Mentzel.

Lo que hay detrás de su iniciativa es una “reflexión sobre otra manera de vivir y de construir el espacio habitable”, según sus términos. Para él, el concepto de minicasas que se presentaba en la feria de Karlsruhe no era el más adecuado. “La mayoría de la gente que fue a Karlsruhe al festival no tiene una inspiración política. Son gente que quieren tener una casa bonita. Su concepto tiene más que ver con el confort personal y privado. Mi idea no es que la gente tenga este tipo de casas aparcadas en su jardín”, explica Bo Le-Mentzel.

Sus minicasas no están pensadas para ser una segunda residencia. Son espacios mayormente remolcables construidos con materiales naturales. Bo Le-Mentzel entiende las minicasas como una alternativa al modo en que actualmente se construye en las ciudades. “Basta pensar en los materiales que se necesitan para construir, el metal y el hormigón, por ejemplo, tienen mucho impacto negativo sobre el medioambiente”, señala este arquitecto. Las minicasas, por utilizar otro tipo de materiales en su fabricación, se suelen presentar como menos contaminantes. También son más baratas, las hay disponibles a partir de unos 4.000 euros.

Por eso las minicasas son esenciales en iniciativas como la que desarrolla la Asociación Ciudad en Transición de Hannover, que tiene un proyecto con un millar de interesados en vivir en un pequeño barrio que será construido próximamente donde las viviendas serán minicasas de 25 metros cuadrados. Detrás del proyecto también está Hans Mönninghoff, un hombre que ha hecho carrera en política con el partido ecologista de Los Verdes.

Habitual es que se presenten estos proyectos como una solución frente al aumento del precio de la vivienda. En Hannover, como en otras ciudades germanas, hay barrios en los que los precios han subido un 20% en los últimos años. Por eso, junto al nuevo barrio de minicasas, con personas que quieren vivir causando menor impacto medioambiental, los hay que desean escapar a las subidas del precio del alquiler, según informaba hace unos días el diario muniqués Süddeutsche Zeitung en un artículo titulado “vivir en 25 metros cuadrados”.

No son una solución ante la carestía de vivienda

No obstante, para Bo Le-Mentzel, las mini-casas no son una solución para situaciones de carestía vivienda que viven ciudades como Berlín, Múnich, Barcelona, París, Londres o Nueva York. “La carestía que hay en el mercado de la vivienda no la resolvemos con minicasas”, dice el arquitecto berlinés. “Pretender hacer algo así es como querer cambiar la movilidad a través de bicicletas. Esto no funcionaría. Las bicicletas son una alternativa en el contexto urbano similar a autobuses o el tranvía, pero no pueden sustituir a los aviones”, abunda el responsable de la Fundación Pequeña.

Contrariamente a lo que apuntan buena parte de los observadores del mercado inmobiliario alemán, Bo-Le Mentzel no ve una solución en aumentar el número de obras destinadas a la vivienda. “La situación de crisis de la vivienda que se puede vivir en grandes ciudades de todo el mundo tampoco encuentra solución en el actual modelo que se tiene para construir. Estoy en contra de que construyamos más y de que se hagan nuevos edificios”, asegura Bo-Le Mentzel, argumentando “motivos medioambientales”.

Él entiende que, en ciudades como Berlín, ya existe suficiente espacio habitable. El problema es que los políticos “no tienen ni idea de cómo lidiar con el espacio”, sostiene. Para él, las minicasas plantean una interesante opción de espacio que ganar si éstas ocuparan el espacio de los coches aparcados.

Minicasas en lugar de coches aparcados

“Por todas partes hay coches. Pero un coche aparcado no sirve para nada a la sociedad. Una minicasa puede aportar mucho a la sociedad”, apunta. Él ve en estas construcciones móviles oportunidades, no tanto para vivir, sino para crear negocios, oficinas y nuevos lugares a los que dar uso para luchar contra la carestía de espacio, un mal que también sufren comerciantes y emprendedores.

“Hay millones de coches aparcados en la ciudad. Habría que preguntarse ¿Qué pasaría en una ciudad si los coches aparcados los sustituimos por minicasas? En ellas, por ejemplo, se pueden hacer oficinas de diez metros cuadrados, porque diez metros cuadrados son suficientes para una oficina. Se podrían alquilar o comprar y tener la oficina en frente de donde uno vive”, plantea Bo-Le Mentzel.

Cuestionables como solución habitacional en situaciones de carestía de espacio habitable, está por ver si las minicasas pueden servir para aligerar la falta de espacio de oficinas. De lo que no hay duda es que las minicasas son un negocio y, en Europa, el mercado “está en pleno de desarrollo”, han señalado estos días desde el Tiny House Festival de Karlsruhe.

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