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Vodafone lleva ante Competencia la gran apuesta de Telefónica por la telefonía de bajo coste

Pedro Serrahima, responsable de O2 en España.

Diego Larrouy

Las operadoras de telecomunicaciones en España se mueven entre dos batallas comerciales: la televisión de pago y la telefonía de bajo coste. Y ambas guerras han llegado ante la CNMC tras denuncias de Vodafone. Tras una queja en agosto por la oferta televisiva de Telefónica, hace unos días llevó de nuevo al antiguo monopolio estatal por su apuesta por O2 en España.

La nueva marca de Telefónica, que trae su enseña británica, es la gran apuesta de la compañía por batallar en el segmento del bajo coste, de productos de telefonía que dejan fuera la televisión de pago y en el que se ha vivido una intensa guerra de precios en los últimos tiempos. La empresa lanzó O2 justo antes del verano, pero su gran impulso comercial se ha producido en los últimos días con una importante campaña publicitaria.

En concreto, O2 se presentó en España de la mano de su impulsor, Pedro Serrahima, antiguo director de Pepephone, con el objetivo de entrar en la competencia de tarifas de bajo coste en telefonía móvil o en móvil y fibra óptica, un terreno donde ha ido ganando protagonismo el cuarto operador, MásMóvil, y donde las segundas marcas de las grandes operadoras lanzan de manera recurrente nuevas ofertas.

La apuesta por O2 llegó al mercado con dos tarifas distintas. La más barata, de 45 euros al mes, se aplica únicamente para las 66 ciudades españolas consideradas territorios libres por la CNMC, al producirse una competencia efectiva entre al menos tres operadores de banda ancha fija. La más cara, de 58 euros, corresponde al resto del territorio, donde Competencia entiende que no se produce dicha competencia efectiva. Aquí Telefónica tiene posición de dominio y está obligada a ofrecer ofertas que puedan ser replicables por sus competidores, clientes suyos en el mercado mayorista. 

Para estos clientes, de zona regulada, Telefónica les ofrece una compensación. Se trata de un bono de hasta 220 euros que devolverá mensualmente a cada cliente según estas zonas vayan convirtiéndose en libres.

Esta propuesta es la que ha llevado a Vodafone a acudir a Competencia para denunciar a su rival. La compañía entiende que es una oferta “desleal y engañosa” y que incluso podría no adaptarse a la regulación. Una de las críticas que plantea la compañía es la fuerte diferencia entre territorios. Tampoco acepta la propuesta del citado bono, al que considera un “fraude de ley”. En concreto, considera que no está claro cuándo -ni si se hará- se convertirán las zonas reguladas en libres.

Fuentes de Telefónica rechazan las acusaciones vertidas por Vodafone y aseguran que “en ningún caso” va a regularizar a la baja, con carácter retroactivo, las tarifas, como le acusaba la británica, ya que son precios definitivos y comunicados a la CNMC.

La compañía que preside José María Álvarez Pallete defiende que su oferta para las zonas reguladas “es fácilmente replicable” por los competidores. De hecho, añade que “está siendo ampliamente mejorado de forma sistemática” por parte de sus competidores y en concreto señala a MásMóvil y la propia Vodafone. Por tanto, concluyen, “no existe ninguna discriminación entre zonas y tampoco ningún incumplimiento de las obligaciones impuestas por la regulación”.

La empresa señala que todavía no aporta datos sobre la evolución de estos primeros meses de la nueva enseña. Si bien es una tercera marca -ya cuenta con Movistar y con Tuenti- en este caso busca competir en el nicho de aquellos clientes que no quieren televisión ni paquetes convergentes, donde está centrada la estrategia de Movistar.

En este segmento se ha vivido una intensa batalla capitaneada por MásMóvil y seguida por las segundas marcas de las grandes compañías, como Simyo, Lowi o Amena. Esta fuerte competencia ha llevado a que en lo que va de año se haya cambiado de compañía de móvil casi 5 millones de personas en busca de tarifas más atractivas, según los datos de la CNMC publicados esta semana.

El vencedor en este intenso cambio de operadora en busca de un mejor precio ha sido MásMóvil, quien ha incrementado desde 2016, cuando se fusionó con Yoigo, en más de 1,5 millones su base de clientes de móvil, hasta los 5,8 millones. Es más del doble del crecimiento en el mismo periodo de Telefónica, mientras que Orange y Vodafone han perdido 166.000 y 390.000, respectivamente.

En esta batalla ha desembarcado O2, aunque la empresa todavía no ha querido dar datos de los abonados captados en el periodo. Supone la segunda gran apuesta de la compañía, después de que tras las dudas iniciales se decidiera a abonar más de 4.000 millones de euros por contar con los derechos del fútbol para los próximos años. Con ello, pretende dar un impulso a su televisión de pago, frente a sus rivales, especialmente Vodafone que no pujó por estos derechos. En agosto captó 35.000 nuevos hogares tras una importante campaña de captación de abonados, considerados de un gran valor añadido por los ingresos medios que aportan los paquetes convergentes.

Esta presión competitiva también fue denunciada por Vodafone ante la CNMC, aunque todavía no ha recibido respuesta por parte de la Comisión, que si bien sí ha rechazado aplicar medidas cautelares como solicitó la teleco británica.

Deuda, resultados y los rumores de opa

Telefónica centra así en España su estrategia en estas dos vías -la televisión y el low cost- como una vía para impulsar sus ingresos que, pese a las mejoras, hasta septiembre apenas avanzaban un 0,3%. Un reciente informe de la agencia crediticia Moody's apuntaba que tanto la teleco española como sus rivales europeos se mueven en un entorno que, aunque “estable”, no permitirá crecer los ingresos más de un 1%, en el mejor de los casos, en los próximos meses.

Además, la compañía ha sufrido en los últimos meses una importante presión a la baja en Bolsa. En el último año ha perdido un 20% de su valor de mercado. Una de las principales losas que ha afectado a este precio ha sido su importante nivel de deuda, al igual que otras compañías europeas. Así lo subraya Moody's en el citado informe, que descarta que Telefónica pueda participar en adquisiciones y fusiones con “una deuda tan alta que afecta a su flexibilidad de financiación”.

A 30 de septiembre, Telefónica tenía una deuda de 42.600 millones de euros. La empresa ha emprendido en los últimos años distintas operaciones para reducir el pasivo. Algunos ejemplos son la venta parcial de Telxius, su filial de antenas participada también por Amancio Ortega y por el fondo KKR, o su intento de sacar a Bolsa a su filial británica, O2, aunque esta última operación no ha terminado de producirse.

Esa situación en Bolsa ha provocado desde hace meses un recurrente rumor en el mercado sobre una posible opa sobre Telefónica. Su pérdida de capitalización bursátil deja su precio a tiro de un gran rival internacional interesado por la compañía, con fuerte presencia en España pero también en Latinoamérica. Sin embargo, la dirección de la compañía ha descartado en repetidas ocasiones esta hipótesis.

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