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Tres sencillas formas de mantener nuestros oídos sanos

El uso de bastoncillos de algodón para limpiar la cera del canal auditivo es común, pero no adecuado

Mercè Palau

No es seguramente una de las partes del cuerpo a la que solamos prestar mucha importancia pero ello no significa que no necesite ciertos mimos y que seamos conscientes de que algunos de los hábitos que practicamos cuando hablamos de higiene son erróneos. Es muy importante conocer cuál es la mejor forma de cuidar de nuestro oído porque es nuestra forma de entender el mundo que nos rodea; nos ayuda a conectar con otras personas y nos permite comunicarnos. 

Entender cómo escuchamos 

En realidad, el oído es un órgano sensible que transforma sonidos en impulsos eléctricos y, además, nos aporta equilibrio. Está formado por tres partes esenciales: el oído externo —pabellón auricular y conducto auditivo externo—, el medio —tímpano y cadena de huesecillos— y el interno —cóclea y el órgano del equilibrio—. Cada una de ellas con funciones distintas y componentes diferentes.

La higiene auditiva es primordial para la salud del sistema auditivo al completo. Es importante cuidar tanto el oído externo como el interno porque, en función de la atención y el tratamiento que le demos, podremos prevenir ciertas enfermedades propensas a aparecer. Por tanto, la protección e higiene del oído son indispensables. Pero, ¿qué debemos tener en cuenta para conseguirlo sin dañar el oído?

El camino hacia la salud de nuestro oído en tres sencillos pasos

El oído no es un órgano con unas necesidades muy exigentes. Como reconoce el doctor Francisco Javier Guerra, Médico Especialista del Servicio de Otorrinolaringología de la Fundación Jiménez Díaz, “el oído tiene un sistema de limpieza autónomo, no tenemos que hacer mucho para cuidarlo. Cuanto menos lo hurguemos y menos lo limpiemos, va a estar mucho mejor”. Ello es posible gracias a que la piel del conducto auditivo externo tiene un patrón de descamación direccional, lo que representa un sistema de autolimpieza muy eficaz.

Esto no significa, sin embargo, que debamos descuidarlo. Es más, es recomendable atenderlo un poco y no esperar a tener un problema para empezar a prestarle atención. Un cuidado apropiado nos ayudará a prevenir infecciones, problemas de pérdida de audición e incluso de quemaduras solares.

Lo más importante, como destaca el doctor Guerra, es cuidar el oído de fuera hacia dentro. Y esto significa que el primer paso es empezar por el pabellón auricular, la parte externa y más expuesta al sol. Esto es clave siempre pero cobra especial importancia ahora, cuando los rayos solares son más fuertes. El experto recomienda “usar cremas de protección solar alta para evitar alteraciones de la piel que nos puedan provocar problemas futuros”. 

El segundo paso es mantener este pabellón auricular bien hidratado con una crema hidratante, especialmente en el caso de eccemas o sequedad. Es importante consultar con el especialista si hay dudas sobre qué tipo de crema usar o si la persona tiene predisposición a formar tapones de cera en el oído o sufrir infecciones en el propio conducto. En estos casos es recomendable “hacer una revisión periódica”, admite Guerra.

Es común el uso de bastoncillos de algodón para limpiar la cera del canal auditivo, aunque no es adecuado. Un poco de cera en los oídos no solo es normal sino también importante. Como mencionábamos antes, los oídos se limpian solos y la presencia de cera evita que el polvo y otras partículas dañinas entren en el canal. Además, el uso de bastoncillos puede provocar lesiones en la piel del conducto auditivo externo, acumulando la cera y, por tanto, con mayor riesgo de que se formen tapones de cera.

Por último, pero no por ello menos importante, cuidar nuestra audición también pasa por evitar la exposición al sonido intenso —música elevada, ruidos fuertes o ambientes laborales ruidosos—. Es fundamental, en estos casos, “modular este sonido con el uso de algún tapón o alguna protección auditiva”, advierte el doctor Guerra.

El nivel de ruido recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 65 decibelios (dB); si la exposición es superior a los 85 dB, hay riesgo de pérdida auditiva crónica; si la exposición se repite en el tiempo y por encima de 100 dB, hay riesgo de pérdida inmediata, según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL CCC). 

En muchos casos, la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos acarrea graves problemas. Para mitigar este problema, la OMS aprobó en marzo de 2022 una norma internacional para la escucha segura en lugares y actividades de ocio.

En conclusión, y como admite Guerra, “con estas tres fórmulas —cuidar la piel con hidratación, evitar manipular el oído y cuidar la exposición a ruidos intensos— es más que suficiente para cuidar nuestro oído”. Tan sencillo como eficaz. Asimismo, insiste en la necesidad de acudir al especialista de forma urgente en caso de pérdida súbita auditiva y la importancia de controlar los factores de riesgo cardiovascular —no fumar, no abusar del alcohol, controlar la tensión, colesterol y azúcar— como medida saludable para prevenir envejecimiento auditivo prematuro.

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