Disfunciones sexuales en mujeres y hombres: ¿cuáles son las más comunes?

Disfunciones sexuales

Cristian Vázquez

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Se llama disfunciones sexuales a las diferentes formas de incapacidad para participar satisfactoriamente en una relación sexual. Pueden consistir en una imposibilidad para sentir placer o para lograr una respuesta fisiológica adecuada, una incapacidad para experimentar el orgasmo o simplemente falta de deseo o de interés.

Para ser considerados disfunciones, tales problemas deben producirse en la mayoría de las relaciones sexuales (al menos en el 75% de los casos) durante un lapso mínimo de seis meses, y deben generar un malestar significativo en la persona que los padece.

Estos trastornos son muy prevalentes en nuestra sociedad: los sufre más de la mitad de la población en algún momento de su vida, según explica un artículo de Jesús López-Torres Hidalgo, médico del Centro de Salud Universitario Zona IV, en Albacete.

Dado que la sexualidad constituye un aspecto más de la salud, las disfunciones generan numerosos perjuicios tanto a nivel psicológico como físico, además de que también pueden ser causa de conflictos en la relación de pareja. Por ello, conviene poner en ellas mucha atención.

¿Cuáles son las disfunciones sexuales más frecuentes entre las mujeres y los hombres en España, y qué se puede hacer para tratarlas? Se detalla a continuación.

Entre las mujeres

1. Falta de deseo sexual

La falta de deseo -cuyo nombre específico es trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH)- se considera la más común de las disfunciones sexuales femeninas. Se trata de una “deficiencia o ausencia de pensamientos o fantasías eróticas y de deseo para la actividad sexual”, lo cual origina una “marcada angustia o dificultad” en quienes la padecen.

Diversos análisis han estimado que este problema afecta a alrededor del 36% de la población femenina. Puede deberse a factores variados, como problemas con la pareja o con la propia imagen corporal, rutina, aburrimiento, estrés, ansiedad, cansancio o experiencias traumáticas como abusos o maltratos en el pasado.

Pero también puede ser consecuencia de otras enfermedades, de la ingesta de alguna medicación, de cambios hormonales -como los ocurridos durante la menopausia- o de situaciones puntuales como el embarazo.

Para superar la inhibición del deseo sexual, existen algunos consejos prácticos, como tratar de mantener la tranquilidad, evitar el consumo de productos que supuestamente incrementan el deseo, poner énfasis en cuidar la relación de pareja y propiciar las situaciones de intimidad y las fantasías.

De todos modos, si el problema persiste, lo adecuado es acudir a la consulta de un profesional, en particular con un especialista en sexología.

2. Disfunción orgásmica o anorgasmia

Este trastorno consiste en el retraso, baja intensidad, poca frecuencia o ausencia del orgasmo durante las relaciones sexuales. Existen estudios que indican que la prevalencia de la anorgasmia en España podría ser incluso mayor que el del TDSH, ya que alcanzaría hasta al 40% de las mujeres (en los hombres, en cambio, el porcentaje de afectados es inferior al 1%).

Hay mujeres, de hecho, que nunca tuvieron un orgasmo. Y no son pocas: entre el 10% y 15% del total, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. En esos casos se habla de anorgasmia primaria. Las que sí alcanzaron el clímax sexual en una época de su vida y luego dejaron de hacerlo padecen anorgasmia secundaria o adquirida.

Las causas de esta disfunción a menudo son psicológicas: desde estrés, ansiedad y otros trastornos de salud mental hasta experiencias traumáticas. Pero el problema también puede deberse a razones físicas o fisiológicas, como alguna afección en los genitales o el consumo de ciertos fármacos.

3. Dispareunia y vaginismo

Se llama dispareunia al dolor que se experimenta al tener relaciones sexuales. Ese dolor puede aparecer durante el sexo, pero también justo antes o después. El vaginismo, en tanto, consiste en la contracción involuntaria de los músculos que rodean la vagina, lo cual impide el coito o lo torna doloroso o insatisfactorio.

La última edición del ‘Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales’ (DSM-5), de 2013, coloca estas dos afecciones dentro de la misma categoría. Las causas también en este caso, al igual que en los problemas anteriores, pueden ser tanto emocionales como físicas. Entre estas últimas se destaca la lubricación insuficiente, sobre todo por falta del “juego” erótico previo a la penetración.

Entre los hombres

1. Disfunción eréctil

Uno de cada cinco hombres de entre 25 y 70 años padece de disfunción eréctil, de acuerdo con el estudio Epidemiología de la Disfunción Eréctil Masculina, coordinado por la Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva (ASESA).

Este problema consiste en las dificultades o la incapacidad para lograr y mantener una erección que permita mantener relaciones sexuales de forma satisfactoria. Entre sus principales causas se encuentran las dolencias relacionadas con el sistema cardiovascular: enfermedad cardíaca, hipertensión, diabetes, colesterol, obesidad, etc.

También puede ser ocasionado por factores psicológicos, como el estrés, afecciones de la salud mental o los problemas de pareja. Es una enfermedad infradiagnosticada: las estimaciones indican que menos de una cuarta parte de los hombres que la padecen realizan algún tratamiento para superarla.

Los tratamientos pueden a menudo incluyen fármacos, pero también resulta fundamental ajustar algunas cuestiones de la vida cotidiana, como realizar actividad física, moderar el consumo de alcohol, evitar el tabaco y las drogas, mantener un peso apropiado y resolver los problemas de la pareja.

2. Eyaculación precoz

El citado manual DSM-5 explica que la eyaculación precoz es aquella que se produce “aproximadamente en el minuto siguiente a la penetración vaginal y antes de que lo desee el individuo”. En los casos más pronunciados, no obstante, la eyaculación puede producirse antes de la penetración, ante los primeros estímulos sexuales. 

Muchos hombres eyaculan de forma prematura en alguna ocasión, pero se torna un problema cuando sucede de forma recurrente. Sus consecuencias suelen ser ansiedad, angustia y frustración, no solo en el hombre que la sufre sino también en su pareja. Esto genera perjuicios en la relación y en la autoestima del afectado.

Aunque en ocasiones la eyaculación precoz tiene causas biológicas (como niveles anormales de hormonas o neurotransmisores), su origen suele estar en factores psicológicos: una educación sexual inadecuada, rasgos de personalidad ansiosa o un condicionamiento debido a alguna experiencia desagradable.

3. Deseo inhibido

El falta de deseo en los hombres se registra menos que en las mujeres, pero también existe. Y aumenta de forma notoria con la edad: mientras afecta al 1,6% de los hombres de entre 24 y 44 años, entre los mayores de 66 esa cifra alcanza el 41%, según datos recogidos en el DSM-5.

Las causas, en general, son las mismas que cuando se produce en mujeres: desde dificultades en la relación de pareja y el aburrimiento ante una situación demasiado rutinaria, estrés, cuadros depresivos o experiencias traumáticas en el pasado, hasta enfermedades o cambios hormonales, sobre todo en la andropausia.

La terapia sexual y de pareja es un recurso que muchas veces ofrece resultados positivos, sobre todo cuando la clave pasa por resolver conflictos que no se relacionan de forma directa con el sexo.

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