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Desmontando a Pío Moa

Felipe Villegas

Salvo en círculos y medios especializados (en internet se libra una batalla dialéctico-digital en toda regla), el común de los mortales suele ser ajeno a la miga que encierran algunos historiadores o seudohistoriadores cuando se deciden a sentar cátedra en sus libros o charlas. Premisas como distancia histórica frente al evento, afán de objetividad (una utopía), contraste de las fuentes, consulta hasta agotar las fuentes, ecuanimidad, uso de un lenguaje aséptico... no parecen abundar en el catálogo de novedades históricas que asoma a los escaparates, y ello pese a su tirón.

Oyendo al historiador Francisco Espinosa Maestre (Villafranca de los Barros, 1954, pero afincado hace años en Sevilla) uno puede hacerse una idea del complejo entramado de intereses que rodea al hecho histórico puro cuando éste se presta a ser usado como arma propagandística y/o política. Es el caso de la Guerra Civil y sus cruentos capítulos, que siguen estando en la picota y produciendo agrios debates y manipulaciones, operaciones a gran escala de confusión y relativización que, lejos de servir para contar las cosas tal cual pasaron, son el pretexto de algunos para legitimar causas pretéritas aún latentes.

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