Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
No hay emoticonos en whatsapp para tanto chorizo
Hay muchas razones para viajar a Estados Unidos. Hacerlo para intentar que la paella tenga un emoticono en whatsapp es una de las más extravagantes. “No es justo que la cola de gamba rebozada tenga su emoji y la paella no”, declaró el humorista valenciano Eugeni Alemany, poco antes de viajar a Silicon Valley para convencer a una especie de Consejo Mundial de Emojis de que la paella tiene que salir del sometimiento que sufre frente a la pizza y la hamburguesa con queso.
La iniciativa ha llegado al Congreso de los Diputados y sus promotores están en lo cierto: no es justo que la cola de gamba rebozada tenga un emoji y, por ejemplo, Bárcenas no. Imaginen un precioso emoticono de Bárcenas con su dedo enhiesto explicándo que por aquí se va a París, chaval.
El universo exiguo de los iconos de whatsapp es incapaz de describir las complejas emociones que rigen nuestra atribulada vida moderna. Hay muchos emoticonos para mostrar alegría, pero ninguno que sepa transmitir el exultante-alborozo-que-te-cagas cuando el Tribunal Supremo te informa de que han rechazado la demanda de paternidad que había presentado una ciudadana belga. Es ahí donde nos vendría de perlas una cara sonriente, con una corona real en la cabeza y un copazo en la mano.
La vida es eso que pasa mientras escribimos mensajes en whatsapp que podrían ser sustituidos por emoticonos que todavía no han sido autorizados. Ha llegado la hora de solucionar esta injusticia, además de la tropelía de la cola de gamba rebozada.
Necesitamos un Espemoticon para decir a nuestros colegas que hay gente que, pase lo que pase, al final se sale con la suya. O uno de Rajoy para anunciar que en las próximas dos horas no vas a contestar porque te vas a echar la siesta de todas las siestas. Incluso uno de Morenés para espetar: “Ese siempre ha sido un... Morenés”. Se echan en falta iconos para “vete a Cuba” o “de los EREs no hablas, ¿eh?”, dos de las frases sobre las que se asientan buena parte de nuestras relaciones sociales.
¿Existe acaso un icono que refleje el sentimiento de compadreo mafioso de una conversación grabada en una cafetería de la Puerta del Sol? ¿O uno para concejales de Urbanismo y contratistas que sirva para cerrar el acuerdo del 4 por ciento? ¿Y qué decir del peloteo que se produce cuando un diputado pregunta a un ministro de su propio partido en el Parlamento? No hay emoticono que pueda plasmar esa grimosa sensación. En fin, mientras no haya un emoticono que permita ahorrarse un “usted no sabe con quién está hablando”, España no podrá decir que ha salido definitivamente de la crisis.
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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.