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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Ingenuidad o asombro

Estudiantes en el aula

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Estoy contento, me siento rejuvenecido, porque pese a estar cada vez más cercana mi salida de la vida laboral activa, compruebo que la capacidad de asombrarme ante noticias inesperadas sigue intacta; como si fuese un joven, recién incorporado al atractivo y exigente mundo educativo y con todo un horizonte de experiencias por disfrutar.

Mejor pensado, no sé si es asombro o ingenuidad, a la que no me atrevo a calificar de virtud, porque puede encontrarse cerca de la tontera. De esa ingenuidad siempre ha hecho gala el colectivo docente, convencido de que luchar por la educación es primordial para la sociedad y, por ende, para el colectivo político de cualquier país. Y ello, pese a los golpes recibidos y las frustraciones acumuladas. Desconozco si está incluido o no en el ADN, pero si no, se debe encontrar muy cerca.

Toda esta digresión viene a cuenta de la sensación de asombro que tuve al conocer las reflexiones que J. M. Bujanda esgrimió en 'Deia' (1). Se refería a los retos del sistema educativo ante la nueva ley que parece estar fraguándose.

El expolítico se dirige al lector (la exclusión del femenino sería debida a error tipográfico) para trasladarle, en unos primeros párrafos llenos de pasión, orgullo y positividad (“gran suerte, gran fortuna, pasión, afortunado, enganchar a alumnos/as, buscador de nuevas metodologías”…) su devenir amplio por la mayor parte de las acciones que como enseñante pudo disfrutar. Supongo que pretendía dos objetivos con tal avalancha de expresiones. El primero, anunciar que cuanto viniese expuesto a continuación lo hacia desde una visión optimista, sin 'malos rollos', en ausencia total de resquemor hacia nadie, dada su condición de docente jubilado. El segundo, que la enumeración de cargos por los que pasó en su larga vida como docente y gestor, le conferían un criterio de persona conocedora de lo que tuvo entre manos. Vamos, que habla con conocimiento de causa y que no se trataba de ningún advenedizo.

Rescato el mensaje sugerente de consenso, del debate tranquilo de ideas, de pacto por encima de ideologías concretas

Es entendible la expectación creada ante la lectura de las siguientes líneas, esperando encontrar prácticamente las nuevas Tablas de la Ley, ofrecidas en primicia a nuestro escritor y trasladadas al resto del mundo por el sistema epistolar, hoy tan cuestionado.

Aquí empezó el desencanto, porque quien nos hablaba no era precisamente el limpiador de mesas de Lakua (con todo el respeto para tan fundamental servicio) sino el jefe de gabinete de la anterior consejera de Educación del Gobierno vasco, Cristina Uriarte, uno de sus principales asesores, si no el primero en la escala administrativa, de la que gestionó el sistema educativo vasco durante ocho recientes años. Vamos al lío.

Tras casi pedir perdón por poner algún 'pero' a un sistema educativo que califica de bueno, ve la necesidad de hacerlo evolucionar para adaptarlo a las nuevas exigencias que el devenir de los tiempos y la evolución de las sociedades imponen en el nuevo mundo. Así, plantea “remozar fachada e interiores” que lo adapten a la nueva realidad. (Vamos, demolición de la casa y construcción de otra nueva; algo más que un simple 'pero' a ese sistema educativo que había definido como bueno, líneas atrás).

Para justificar la necesidad de esa nueva ley educativa que el partido en el Gobierno vasco y en el propio Departamento de Educación se han propuesto elaborar, se centra en varias cuestiones que cito a continuación: igualdad de oportunidades, autonomía de los centros, dotaciones extras para centros vulnerables, colaboración municipal, descenso de la natalidad, aumento de la población migrante, tratamiento del euskera, gratuidad…

La enumeración obliga inmediatamente a las preguntas: ¿Dónde estuvo este señor en los años de gestión directa del sistema? ¿Por qué fue incapaz entonces de reconocer lo que el resto de agentes sociales le repetíamos machaconamente en ese tiempo? ¿Sólo desde la atalaya de la placidez jubilatoria se percibe la realidad?

Es indignante (asombrosamente indignante) que se haya olvidado durante más de veinte años la autonomía de centros -cuando está recogida en epígrafe propio en la actual Ley de la Escuela Púbica Vasca, que se desea defenestrar- y ahora se invoque como elemento novedoso. ¿Por qué se ha sido tan timorato con los centros en su continua petición de trabajo colaborativo propio? ¿Acaso se trata de hacer simplemente más larga la lista de cambios necesarios, pero con el mismo espíritu anterior, de no conceder ninguna oportunidad a una enseñanza más apegada a la realidad de cada centro, de cada barrio?

Colaboración municipal en asuntos, entre otros, como el de la matriculación, información y planificación. ¿Por qué entonces se negó su partido a discutir la ILP Eskola Inklusiboa, presentada por Zubiak Eraikiz y apoyada por diversas organizaciones sindicales y agentes educativos, que dedicaba un punto trascendente a esta opción? ¿Se cree realmente el PNV que hay que descentralizar el sistema educativo? ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar?

Segregación escolar, problemas de integración de la población migrante, ¿han surgido de forma espontánea en este momento? ¿Por qué no respondió la Consejería ante la exigencia de mayor implicación y se ha limitado a generar centros-gueto en las ciudades, ignorando el peso que la red pública está soportando en este tema? ¿Qué hizo durante esos años por recordar a la red concertada su responsabilidad en el asunto?

Por cierto, hablando de redes educativas, la única mención tangencial a la dualidad de la oferta escolar vasca la utiliza el Sr. Bujanda para reclamar una misma dotación económica a cuantos centros educativos ofrezcan el mismo servicio público y pasando de soslayo por aclarar lo que entiende por tal servicio, si es el que recibe presupuesto económico común o el que no discrimina, excluye y limita el acceso de determinado tipo de alumnado.

En fin, toda una decepción respecto a lo que prometía inicialmente. El texto parece obedecer a una encomienda pasional para generar expectativas optimistas, cuando habríamos agradecido más cierto tono de reconocimiento de errores, de asunción de trabajo inacabado -o falsamente comenzado-. Habrá que esperar otra oportunidad.

No obstante, buscando algún elemento conciliador, rescato el mensaje sugerente de consenso -si es real, no de puro escaparate-, del debate tranquilo de ideas -sin exclusión-, de pacto -duradero- por encima de ideologías concretas. Porque, si para el Sr. Bujanda es importante remar en la misma dirección para llegar a buen puerto, es necesario evitar tentaciones de que lo haga sólo el Gobierno o, lo que sería catastrófico, de mucho remar para no llegar a ninguna orilla.

1.- Bujanda Arizmendi, José Manuel (3 de noviembre de 2021): “Educación: he sido un afortunado”. 'Deia'.

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