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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Parques eólicos en Álava

Instalaciones eólicas

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La mayoría de nuestra sociedad se muestra a favor de un desarrollo sostenible, a favor de un cambio de modelo más ecológico, más cuidadoso con el medio ambiente y más sensible con nuestro entorno, con su estética, con su belleza y a favor de las energías renovables, por lo tanto, a favor de la industrialización de alta tecnología, con mayor valor añadido y cómo no, a favor de nuevas alternativas económicas, esto es, la diversificación de actividades. Son todos ellos deseos muy loables, pero en muchos casos de difícil conciliación por una sencilla razón, porque afecta al “vil metal”, al adorado dinero. Hay que reconocer, por tanto, que el desarrollo sostenible hay que diseñarlo previamente, bien medido y con muchísimo cuidado para no seguir deteriorando nuestro entorno, nuestra riqueza medioambiental, de la que también se pueden obtener beneficios, eso sí, bien utilizada. Éste es un modelo.

El otro es el desarrollo por el desarrollo, en muchas ocasiones a iniciativa de grandes empresas que, como contrapartida, compensan a partidos políticos y a dirigentes. Todo el mundo habla de desarrollo sostenible y respetuoso con el medio natural, pero ajustándonos a los hechos, nuestro gobierno se rinde siempre a los impulsos de la insaciable economía evitando normas que representen una mínima intervención que favorezca a los gobernados, ni siquiera cuando se trata de la explotación de recursos públicos. Un ejemplo palmario es el que nos ocupa: 60% es la participación de Iberdrola y el 40% la del EVE del Gobierno vasco, en la sociedad AIXEINDAR creada al efecto para la extensión de la energía eólica. Parecida relación de fuerzas en la empresa Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi (Shesa) para la exploración y explotación de gas en Subijana de Vitoria por sistemas convencionales, una vez desechado el fracking atendiendo a la contestación social.

Lo lógico en estos casos hubiera sido invertir los porcentajes de participación en esas sociedades creadas al efecto, puesto que se trata de la explotación de bienes públicos. Eso define claramente la diferencia entre un posicionamiento de derechas que delega la iniciativa y cede la primacía a las grandes empresas privadas, o el posicionamiento de izquierdas apostando por el bien comunitario reservándose su poder de intervención en el reparto de la riqueza generada o a generar. Otro buen ejemplo es la explotación agrícola extensiva, inicialmente de tomates, que se proyecta en la zona de Tuesta, para la que parece estar destinada la presa que se pretende construir en Barrón: una inversión pública millonaria para unos pocos beneficiarios privados que van a cubrir nuestro paisaje de plásticos, pero que no nos van a vender sus productos más baratos a nosotros, a los socios capitalistas en este caso. ¡Qué paradoja!

Por otro lado, no se pueden colmar todas las necesidades a costa de Álava, que ya cuenta con varios parques eólicos y fotovoltaicos, con escasa o nula contrapartida ni en Gipuzkoa (ni un solo parque) ni en Bizkaia (un parque en el monte Oiz). Se proyectó otro en los montes de Ordunte en el valle de Carranza (Bizkaia) que resultó fallido por la presión popular. 

Es paradójico que en la zona de Matxitxako-Bermeo, Mundaka los vientos superan a los alaveses casi en un 50% sin que exista un solo proyecto para esa zona. Lo mismo podríamos decir de los montes del litoral guipuzcoano (Jaizkibel, Peñas de Aia, San Marcial, Artikutxa, etc.) y zonas del Goiherri, Urola, etc. en el interior.  Se dirá que, por su belleza, se tienen que conservar esos paisajes para solaz y esparcimiento de su gente y porque  favorecen el turismo, una actividad muy rentable. Totalmente de acuerdo.

No se pueden colmar todas las necesidades a costa de Álava, que ya cuenta con varios parques eólicos y fotovoltaicos, con escasa o nula contrapartida ni en Gipuzkoa (ni un solo parque) ni en Bizkaia (un parque en el monte Oiz)

Bizkaia y Gipuzkoa deben proteger y protegen lo que les queda y su costa primordialmente. De igual modo que Álava debe conservar sus montes, sus numerosas cascadas, sus grandes bosques (el mayor robledal “Quercus Pyrenaica” de Europa en el  Parque Natural de Izki y el segundo hayedo en extensión también, de Europa, en las estribaciones del Gorbea), así como otras zonas catalogadas de especial protección. Su flora, una de las más diversas de la península, nutre a una destacable fauna, tanto menor como mayor. Con todo, este territorio histórico proporciona diferentes y hermosos parajes y paisajes. Verde en primavera, al que se suma el amarillo en verano, multicolor en otoño y blanco por escarcha o por nieve en invierno. ¡Un privilegio!

Pero este policromado jardín, mirado con perspectiva de país, no es patrimonio solamente de Álava, es por méritos y por derecho, el pulmón natural y mejor conservado de Euskadi. ¡Es su jardín, el de todos!

Lástima que muchos, estando tan cerca, no lo conozcan y aún peor, que tampoco lo conozcan nuestros dirigentes. Es la impresión que dan. No se puede amar lo que no se conoce. Está bien que vizcaínos y guipuzcoanos preserven lo poco intacto que les queda, pero que no se repita en Álava el deterioro que sufren muchas de sus zonas como consecuencia de un desarrollismo desmedido. Merece la pena recapacitar sobre el futuro que deseamos.

Es correcto y necesario que el Ente Vasco de la Energía (EVE) procure el conocimiento de todas las riquezas y recursos del país, conocidos y por conocer e incluso sus perspectivas de explotación, pero una vez catalogados e inventariados todos esos recursos se pueden tomar dos caminos: uno, explotarlos como pretende, con las consecuencias descritas y otra, guardarlos como si de un tesoro se tratara para necesidades perentorias e impredecibles futuras.

En ese sentido, el Gobierno vasco debería hacer público, con transparencia, el mapa de actuaciones que tiene proyectadas para los próximos 10 o 25años en todo su territorio. Euskadi es muy pequeño y no cabe todo. Si nos obcecamos solo en el crecimiento económico a costa de nuestro entorno natural, en pocos años no cabremos ni nosotros, desaparecerá el país como tal convertido en el mayor polígono industrial, llegados a ese caso, de España. Téngase en cuenta que a nadie le gustaría vivir en un polígono industrial.

Puede parecer exagerado el argumento pero, me remito a algunos ejemplos para demostrar lo contrario. El EVE, del Gobierno vasco desde su iniciación ha intentado desarrollar otros proyectos en Álava, algunos de ellos fallidos debido a la contestación social del momento. El más flagrante una mina de ofita en Salinas de Añana, adyacente al Valle Salado, un paisaje de sal de casi 7000 años de antigüedad, único en el mundo, que podría haber desaparecido como consecuencia. Posteriormente, gracias a la fundación que lo gestiona, se ha convertido en motor de dinamización económica de la zona por lo que ha recibido innumerables reconocimientos de todo tipo. Calificado por el propio Gobierno vasco en 1990 como Bien Cultural Vasco, declarado en 2002 como humedal RAMSAR por el Consejo de Ministros del Estado,  protegido desde 2012 por la Unesco como “patrimonio agrícola mundial” el primero de este tipo en Europa, entre otros. Se trata de un buen  ejemplo de alternativa al proyecto industrial que se pretendía.

No es el descrito el único ejemplo fallido por la contestación social. El EVE proyectó también una mina de calcita en La Lece-Ilarduia (parque natural de Aratz-Aitzgorri, de belleza singular), otra mina de sílice en otro parque natural, el de Izki, antes comentado, el fracking citado en Subijana para la extracción de gas, en la que siguen empeñados ahora con otro modelo de extracción. No cabe ese proyecto por el alto riesgo que entraña para la salubridad del monumental acuífero de más de 73.000 millones de litros de agua cristalina que subyacen en ese lugar, otro tesoro a todas luces de mayor importancia que el gas, un elemento éste considerado de transición, a extinguir, contradictorio con las energías renovables.

Como puede verse, todos estos proyectos dañan zonas de especial interés que nadie que los conozca puede mostrarse de acuerdo con tanto desatino. Denotan el desconocimiento del territorio y la poca sensibilidad de sus diseñadores. Actuemos como en el caso de Salinas, promovamos la restauración de nuestros pueblos, de sus caseríos, sus lavaderos, sus molinos, su encanto, promovamos las casas rurales, el turismo interno, el senderismo, el ocio tranquilo, el amor y el gusto por la naturaleza de la que por suerte podemos presumir, gocemos de estos parajes como compensación al ajetreo, a la presión y al estrés a que nos somete este pequeño país tan densa y concentradamente poblado.

No merece la pena competir por ser los primeros en cumplir los acuerdos de los “veintisiete” de la UE en cuanto a la reducción en un 55% de las emisiones de efecto invernadero en 10 años. En su acuerdo  del pasado día 11, se subraya que se tendrá en cuenta el “punto de partida de cada país”, se refieren a España. Por mucho que hagamos en Euskadi, el resultado será inadvertido e insignificante dado nuestro pequeñísimo tamaño. Nuestro clima y el grado de contaminación dependerán siempre de las actuaciones que se lleven a cabo globalmente.

Nuestra dependencia energética es soportable y constituye un bajo coste si, como contrapartida, nos permite conservar adecuadamente la riqueza medioambiental que hemos heredado y que tan generosamente contribuye al aire que respiramos. No le pidamos a nuestros montes mucho más de lo que por sí aportan. Pospongamos esos proyectos, invirtamos y vendamos la tecnología donde sea posible y mientras tanto, mantengamos nuestro equilibrio medioambiental el mayor tiempo posible, preservando y mejorando nuestro entorno: Álava “green”, el mayor jardín natural de todos los vascos.

¡Habremos de estar atentos, atentas!

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