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El hotel de la Torre Satrústegui de Donostia, cada vez más cerca: lujo, modificaciones de la protección y críticas

Cada vez quedan menos escollos para que la Torre Satrústegui, que se asoma a la bahía de Donostia desde el monte Igeldo, se transforme en un hotel de lujo de veinticinco habitaciones. El proyecto del empresario Víctor Madera, a través de la empresa Paisajes de Asturias, ha recibido la luz verde del Consejo de Patrimonio Cultural de Euskadi, después de que el Ayuntamiento haya ejecutado algunos cambios en el decreto de protección del edificio. La asociación Áncora, dedicada a la conservación del patrimonio cultural de la capital guipuzcoana, alerta de un “grave impacto paisajístico” y se queja de se está anteponiendo “el beneficio particular frente al interés general”. El proyecto, que prevé actuaciones tanto en el interior de la torre como en los terrnos adyacentes, también ha suscitado las críticas de la oposición. EH Bildu sostiene que es “realmente grave” y acusa al Gobierno municipal de PNV y PSE-EE de plegarse a “intereses privados”. Elkarrekin sostiene que se trata de otro ejemplo de “urbanismo a la carta”, con “traje a medida” para los intereses de la propiedad.

¿Qué es la Torre Satrústegui? La construyó en 1883 y le da nombre Joaquín Marcos de Satrústegui, que ostentó diversos cargos diplomáticos y de representación y fue luego hecho noble por el rey Alfonso XII. La familia Satrústegui fue importante actriz empresarial en los campos de las finanzas, la navegación, la agricultura y el ferrocarril. Explica Áncora que la de la torre es “una de las arquitecturas más singulares que se asoman a la bahía de San Sebastián”, con inspiración en el Old English Style. “Enteramente realizada en sillería arenisca con cubiertas de piezarra, consta de cuatro plantas con dos torres laterales de forma hexagonal, que presentan una línea superior almenada. La solución acastillada, subrayada por la espectacularidad de su emplazamiento frente al mar, produce un efecto marcadamente romántico”, describe. “La distribución interior de la torre se desarrolla en torno al hueco central de una luminosa escalera, equipada con un ascensor histórico. Incluía diversas estancias en su planta noble como la biblioteca, comedor, salón chino, billar, capilla y la 'serre'”, añade.

La torre fue calificada como bien cultural con la categoría de monumento a través de un decreto de junio de 1995. Le confería protección, tanto al edificio como a los 32.000 metros cuadrados que conforman el conjunto, y establecía que “las intervenciones constructivas que se autoricen irán encaminadas a la conservación y puesta en valor de las cualidades arquitectónicas del Bien, y además posibilitarán usos adecuados [... y] respetarán los elementos tipológicos, formales y estructurales”. Se delimitaba, además, el rango de usos que se le podían otorgar: el preferente era el “residencial como vivienda unifamiliar aislada de carácter señorial”, mientras que entre los tolerados se contaban el de “vivienda colectiva” y el de “residencial comunitario como pequeño hotel”.

Otro decreto, este de 2010, modificó la protección. Se podrían dedicar hasta 1.400 metros cuadrados, el 5% del total, a hotel, pero, en cualquier caso, estas actuaciones tendrían que quedar siempre circunscritas a la trasera del edificio original. “Se autorizarán ocupaciones vinculadas al uso hotelero compatible, siempre que la nueva edificación y/o instalación se emplace detrás de la fachada norte del edificio de la Torre Satrustegi [y] que la nueva arquitectura se ajuste de forma orgánica a la topografía de la ladera”, recogía el decreto. Se añadía, además, que “todo cerramiento principal —vuelos aparte— de toda nueva edificación y/o instalación exterior vinculada al uso hotelero deberá emplazarse sobre el ámbito trasero al edificio principal enmarcado por [las] dos alineaciones norte y oeste”. En 2012, la construcción también fue protegida como conjunto monumental dentro del Camino de Santiago.

“¿Se pueden pedir mayores garantías?”

La reina María Cristina, que veraneaba en Donostia, llegó a pasar algún estío en el edificio. Barones de Satrústegui herederos del constructor del edificio original lo habitaron hasta el año 2017, cuando lo adquirió el empresario Víctor Madera, que ya desde un primer momento propuso la reconversión en hotel de lujo. “Su valioso mobiliario fue tristemente subastado y dispersado en 2019”, lamenta Áncora. En verano de 2023 se registró un incendio en el exterior del edificio. Un sofá que se encontraba fuera fue pasto de las llamas y levantó una humareda. Áncora señaló entonces que el incendio era “síntoma de la incertidumbre” que entonces rodeaba a la finca. Después, ya en 2024, se han visto imágenes de las fachadas de la torre comidas por la maleza y llenas de pintadas.

La finca, por su parte, se compuso según un diseño del paisajista Pierre Ducasse, quien fuera jardinero municipal de Donostia en el siglo XIX y autor de igual manera de los jardines de Ayete y del palacio de Miramar. Ya en 2024, el Ayuntamiento solicitó la modificación del decreto de protección original de 1995 y del de 2010, dado que se veía como favorable una intervención con una “nueva ampliación bajo rasante” que permitiría “una adecuada integración paisajística en el entorno de la Torre, más respetuosa con el Monumento y su propio entorno natural”. Se valoraba también, se sostenía desde Urbanismo Sostenible, “la mimetización de la nueva arquitectura soterrada y su adaptación orgánica a la propia topografía de la parcela circundante en su zona delantera de pradera”.

Según Áncora, el decreto original y el de 2010, ambos ahora modificados para permitir el hotel de lujo, ya “reconocían expresamente el valor simbólico y paisajístico de la finca”. “No hay razones de interés público que justifiquen esta modificación 'ad hoc'. Adaptar la normativa para hacer posible un proyecto concreto supone anteponer el beneficio particular frente al interés general y constituye un ejemplo claro de 'urbanismo a la carta'”, se queja Áncora. Y va más allá: “Permiten lo que hasta ahora parecía impensable, como profanar una zona que hasta ahora había sido inviolable, la pradera frontal que supone el encuentro entre la ladera y el mar. Se está dando encaje a un proyecto específico que tiene estas repercusiones paisajísticas, ambientales y culturales”. La alteración de la ladera de Igeldo será, asegura, “irreversible”. “Las ampliaciones deben ser compatibles con la conservación de los valores culturales. El futuro de la ciudad pasa por preservar su paisaje, no por sustituirlo por hormigón”, remacha la asociación.

En el pleno de este pasado jueves, durante el debate por una moción de control propuesta por EH Bildu, Nekane Arzallus, del PNV y concejala de Planificación Urbanística y Vivienda, ha recalcado que el proyecto se ha sometido a la evaluación de varios organismos; y ha citado una lista que incluye al Departamento de Cultura de la Diputación de Gipuzkoa, al Consejo Asesor de Patrimonio Local de Donostia, a la Dirección de Urbanismo Sostenible del Ayuntamiento de la ciudad y al Consejo de Patrimonio Cultural vasco. “¿Se pueden pedir mayores garantías sobre la idoneidad o no de la modificación del régimen de intervención sobre el edificio protegido?”, se ha preguntado. Ha defendido, además, que, “si para proteger un edificio tiene que ser un hotel”, entonces el hotel es una mejor opción que “el uso en que está en estos momentos”. “Que hay que ver cómo está”, ha lamentado.

Desde la oposición, EH Bildu se ha mostrado diametralmente en contra de la conversión de la torre en hotel. “Este equipo de Gobierno está de nuevo defendiendo los intereses privados, trabaja para facilitar su labor en lugar de defender la demanda ciudadana”, se ha quejado en una reciente comisión de Desarrollo y Planificación del Territorio su portavoz, Juan Karlos Izagirre. “Este nuevo hotel de lujo no respeta la protección que hay que darle al edificio, y además plantea grandes movimientos de tierra porque necesita que las habitaciones tengan mejores vistas. Es realmente grave. Este es otro ejemplo de cómo se construye esta ciudad, anteponiendo los intereses particulares, en este caso de una promotora, por encima de los generales”, ha abundado. La coalición abertzale acusa al Gobierno municipal de estar “muy alejad[o] del sentir de las y los donostiarras, que están diciendo alto y claro que no necesitan ni quieren más hoteles”. Subraya que hay una “nula voluntad” por parte del PNV y del PSE-EE, los partidos que gobiernan en coalición, “de evitar que nuevos hoteles abran en la ciudad”.

En el pleno de este jueves, Ricardo Burutaran, también de la coalición abertzale, ha lamentado que, en ocasiones anteriores, la modificación de la protección de otros edificios no ha supuesto “un garante, sino todo lo contrario”. Se ha referido expresamente al palacio Bellas Artes. “Si queremos proteger el patrimonio, [tiene] que haber un informe que avale la necesidad del proyecto. El elemento predominante tiene que ser la protección del patrimonio y no salvaguardar un proyecto mercantil concreto y determinado”, ha subrayado.

En la misma línea que EH Bildu, Arantza González, de la coalición Elkarrekin y máxima responsable de IU en Euskadi, ha lamentado que se trata de “otro claro ejemplo de urbanismo a la carta, de traje a medida”. Y, siguiendo con la metáfora del traje “de alta costura” a medida, ha dicho: “Lo que está haciendo el Gobierno municipal es complacer los intereses de la propiedad para que esta saque el mayor rendimiento económico. Que le siente bien el traje. ¿Que le aprieta? Solicitamos un cambio en el grado de protección. ¿Que el proyecto que han presentado puede suponer un impacto en un edificio protegido, en el paisaje, en el medio natural en el que está enclavado? No importa. Se está protegiendo un interés particular”. Como también defiende Áncora, Elkarrekin sostiene que la protección de la que disponía Torre Satrústegui ya permitía actividades hoteleras, siempre que se acotasen dentro de un marco de condiciones concreto. “Le aprieta el traje y el Gobierno municipal va a hacer que le siente bien”, ha dicho González.

El PP, mientras tanto, ve con buenos ojos el establecimiento de un hotel. “Que el futuro de la Torre Satrústegui pasa por ser un establecimiento hotelero debemos asumirlo con total normalidad. Es la única manera de que se conserve ese magnífico edificio y de que los donostiarras podamos disfrutar de alguna manera de él”, ha argumentado Borja Corominas. “Velemos para que ese futuro establecimiento hostelero respete el patrimonio construido, el entorno paisajístico y ese valor material que ofrece a la ciudad de San Sebastián”, ha abundado Corominas. El PSE-EE, que forma parte del Gobierno municipal en coalición con el PNV, no ha tomado la palabra.

elDiario.es/Euskadi

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