El terror sexual por sumisión química: cuando los casos se dan en pareja, pero se alerta en el ocio nocturno

Maialen Ferreira

Bilbao —
2 de noviembre de 2025 21:44 h

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Desde el colectivo de mujeres Itaia han denunciado “varios casos de sumisión química” en Arrasate-Mondragón durante las fiestas de Maritxu Kajoi celebradas el pasado 3 de octubre. En el mismo sentido y en las mismas fechas, en redes sociales, se ha alertado de que en Aretxabaleta, otro municipio guipuzcoano de la misma comarca, ha habido “casos de gente poniendo burundanga en la bebida, sobre todo a chicas para robarles”. No obstante, desde el Departamento de Seguridad aseguran a este periódico que “la Ertzaintza trató dos supuestos casos” de sumisión química en las fiestas de Maritxu Kajoi, pero que “tras seguir el protocolo de atención establecido en estos casos, se comprobó que no eran ciertos y no se habían producido como las supuestas víctimas relataban en un primer momento”. “Del mismo modo, cabe destacar que tampoco se interpuso ninguna denuncia en relación con tales hechos”, aclaran.

Alertas como estas suelen ser recurrentes, sobre todo en redes sociales, sin embargo, sobre los casos de sumisión química detectados en toda Euskadi, desde el Departamento de Seguridad detallan que no se realiza “una explotación estadística de la casuística dentro del conjunto de agresiones sexuales”. “No obstante, con la información de la que disponemos, no nos consta ningún caso reciente utilizando la sumisión química”, confirman a elDiario.es Euskadi.

A pesar de que comúnmente se relacionan este tipo de delitos con el ocio nocturno, según la última memoria sobre hallazgos toxicológicos en agresiones sexuales con sospecha de sumisión química del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses publicado en 2022 -último informe conocido- en 716 del total de los 950 casos en los que se dispuso de la información sobre el lugar en que ocurrieron los hechos, fue en los domicilios particulares donde predominantemente se produjeron (51,9%), seguido de los lugares de ocio (14,17%) y de la vía pública (11,9%).

No existe una constancia documentada de que haya habido ningún incremento de agresiones sexuales con sumisión química

Para Olga Rodríguez Marcos, abogada especialista en violencia de género, una cosa es “que se evidencien los casos para poner mecanismos frente a este tipo de agresiones y otra cosa que se extienda la idea y se insista en ello para provocar terror sexual”. “No existe una constancia documentada de que haya habido ningún incremento de agresiones sexuales con sumisión química ni que haya un número de casos alto mantenido en el tiempo y, de haberlos, se producen en contextos familiares, íntimos y de relaciones personales. Maridos sobre mujeres, hermanos sobre hermanas o padres sobre hijas. En los entornos de ocio o lúdicos no parece que estén ocurriendo”, reconoce.

A la abogada esta situación le recuerda al relato de los pinchazos ocurrido en 2022 y del que ya por aquel entonces expertas pedían cautela ante la posibilidad de que fuera una “estrategia de adoctrinamiento” a las mujeres mediante el pánico y la sensación de inseguridad en el espacio público. En aquel caso, Ana Burgos, investigadora de Noctámbulas, un observatorio que estudia la violencia sexual en entornos de ocio nocturno y consumo de drogas, reclamaba cautela y pedía esperar a los datos concluyentes y al devenir de las investigaciones para no alimentar la alarma. “Independientemente de que haya o no sumisión química, está siendo una estrategia de adoctrinamiento de las mujeres porque nos asusta y nos genera pánico. El objetivo es disciplinar a las mujeres, controlarlas y ordenarlas según el sistema patriarcal lo ha entendido: ellas en el espacio doméstico y sometidas, ellos en el espacio público y libres”, señalaba a elDiario.es.

“Como en el caso de los pinchazos, las alertas sobre casos de sumisión química sin comprobar, son otra forma de intento de control, amedrentamiento o de intentar limitar y controlar la vida de las mujeres. El mero hecho de que esa idea circule me parece incluso paternalista porque es un intento de estar metiendo miedo a las mujeres continuamente y evitando que salgan libremente. Una cosa es que se evidencien los casos para poner mecanismos y otra distinta que se extienda la idea y se insista en ello. Yo creo que esto último hace flaco favor porque genera incertidumbre y una imagen infantiloide y vulnerable de las víctimas”, lamenta Rodríguez Marcos.

Cuando las mujeres empiezan a tener libertad irrumpe el relato del miedo, del terror sexual

Nerea Barjola es otra de las expertas que trabaja sobre los relatos mediáticos y cómo influyen en el terror sexual de las mujeres. “Cada generación de mujeres tiene un relato mediático y social que hace que tenga el terror sexual en el cuerpo. Para las jóvenes nacidas en los 80 fue el crimen de Alcàsser, pero es algo que lleva ocurriendo desde hace siglos e incluso milenios. Ahí está el caso de Jack el Destripador en 1888, que fue aleccionador, un aviso a aquellas mujeres que utilizaban el espacio público por la noche. Cuando las mujeres empiezan a tener libertad irrumpe el relato del miedo, del terror sexual”, relató la investigadora en su conferencia 'Los feminicidios y las violencias sexuales como relatos políticos de disciplinamiento y control: el caso Alcàsser y la construcción del terror y el peligro sexual', en el III Congreso de Periodismo Feminista organizado por Pikara Magazine en Bilbao.

Según detalló Barjola, que recoge estas ideas en su libro 'Microfisica sexista del poder', a lo largo de la historia los medios de comunicación han ido recogiendo un relato de que la violencia sexual “ocurre porque ocurre” y “puede pasar todo el rato”. “Nos llaman locas por estar todo el día pensando que nos van a atacar, pero constantemente estamos recibiendo mensajes en los que nos alertan de que no podemos volver a casa solas, ni borrachas, porque beber puede hacer que no controlemos. Así, consiguen que nos controlemos, no salgamos hasta tarde solas e incluso pensemos qué ropa vestir para salir a la calle y, cuando ocurre una agresión sexual nos avisan de qué debemos hacer para que no nos ocurra a nosotras”, señaló.

Independientemente de que haya o no sumisión química, está siendo una estrategia de adoctrinamiento de las mujeres porque nos asusta y nos genera pánico

“Hacen que haya una diferenciación entre lo que les pasa a las mujeres que se portan bien y a las que se portan mal, toman el espacio público y hacen suya la noche. Ahí entra en juego lo que se denomina como elemento transgresor, que son esas cosas que hacemos y no deberíamos. En el crimen de Alcàsser fue el autostop, pero puede ser el alcohol, la noche o la forma de vestir. Convierten a nuestros cuerpos dóciles por un lado, mientras que por el otro justifican la violencia sexual y crean una impunidad alrededor del agresor, muchas veces difuminando su imagen”, aseveró.

¿Qué se debe hacer para evitar el terror sexual relacionado con la sumisión química? Según Rodríguez Marcos, la clave está en “revisar los protocolos”. “Lo que se debería hacer es revisar los protocolos para que las mujeres que piensen que han sufrido ese tipo de agresión lo tengan más fácil para denunciar, protocolos más claros en los entornos hospitalarios para detectar con un amplio espectro las posibles sustancias químicas que se han utilizado para llevar a cabo la agresión, pero sacarlo sin un contexto y una base puede resultar contraproducente”, concluye la abogada.

elDiario.es/Euskadi

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