La apicultura extremeña ha trasladado al Ejecutivo autonómico la necesidad de adelantar las ayudas agroambientales y de instar al Gobierno a una reducción fiscal de los módulos en el sector, después de una nueva campaña “negativa” en este área.
El responsable del sector Miel de Coag-Coordinadora Agraria, José Luis González, ha explicado a Efe que la de este año es la tercera campaña con cifras muy negativas, lo que hace necesario ayudas para el sector.
Los apicultores han pedido ya a la Junta de Extremadura que abone las ayudas agroambientales del año en curso antes de finalizar 2018, y que inste al Ministerio de Agricultura al impulso en 2019 de una reducción fiscal de los módulos que abonan los profesionales en su actividad.
Las condiciones climatológicas adversas a causa de un “indudable” cambio climático, que lleva a la inestabilidad de las temperaturas o a prolongados episodios de sequías o lluvias, están afectando “de manera considerable” a las campañas y con ello a la rentabilidad de los profesionales.
Importaciones bajan los precios
Además, este año se une la bajada de los precios del producto, debido a la competencia de países extracomunitarios como Argentina o Ucrania.
“Todo lo que sean ayudas permitirá a los apicultores tener liquidez y compensar la pérdida de renta por esta mala campaña”.
No en vano, la producción total que se espera para toda la campaña 2018 se situará un 55 por ciento por debajo con respecto a un año normal, debido a las condiciones climatológicas registradas durante 2018.
José Luis González ha explicado que las temperaturas más bajas de lo normal tanto en la primavera como en julio provocaron una escasa producción de miel y de polen en la comunidad, así como ahora durante la trashumancia.
Según ha especificado, la cosecha de miel fue baja en la comunidad autónoma durante primavera, la de polen la peor de los últimos 10 años y tampoco se esperan buenos resultados en relación a la miel de roble y encina que se recoge en Castilla y León.
Las lluvias caídas hasta abril apuntaban a una campaña óptima, pero “todo se torció” a causa de las temperaturas más frías de lo normal de mayo a julio.
“Lo único positivo de la campaña 2018 ha sido la recuperación del censo apícola, gracias a las lluvias de primavera, que permitieron solventar la pérdida de colmenas acontecida tras la sequía de otoño”.
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