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Monosindicalismo

José María Rosado

Ahora que está de moda el debate sobre el bipartidismo, hay quién quiere aprovechar la idea para trasladarlo a la representación sindical, como si fueran equiparables.

Los partidos políticos defienden intereses distintos y en muchos casos contrapuestos porque se dirigen al conjunto de la sociedad. Si la sociedad es plural en ideologías y condiciones –personas ricas o pobres, rurales o urbanas, de una comunidad u otra, progresistas o conservadoras y así un largo etcétera– la pluralidad política y la rivalidad es una consecuencia lógica de la realidad social.

Sin embargo, los sindicatos son organizaciones que defienden los intereses de las personas que trabajan y por ello, en principio, se deriva como opción más natural que haya un sindicato general que defienda sus derechos. Así ocurre con multitud de asociaciones u organizaciones que defienden una determina causa y es precisamente la unidad lo que les aporta una mayor garantía para defender lo que persiguen. ¿Mejora la pluralidad que haya tres asociaciones distintas en apoyo a los trasplantes de órganos o que sea una organización que tenga en su seno un funcionamiento democrático?

Es intentar convertir lo malo en bueno decir que la multiplicidad de sindicatos aumenta la pluralidad, cuando lo que provoca es división entre las personas trabajadoras; división que es de alto interés para quienes precisamente tienen intereses contrapuestos a las clases más desfavorecidas.

La división sindical –que no pluralidad– se provoca desde distintas vías. Los grupos empresariales fuertes, en muchos casos, han impulsado el desarrollo de organizaciones sindicales afines y dóciles. También aquellos partidos políticos que tradicionalmente han querido tener un brazo adicional de apoyo. Otro frente de división es el modelo sindicatos corporativos –que se autodenominan de “pilotos, bomberos, funcionarios…”, que pretenden conseguir mejoras sólo para su sector determinado a veces a costa de otros sectores –el fraccionamiento puede dar lugar a mejoras particulares pero empeoramiento general.

Creo que la referencia para las trabajadoras y los trabajadores debe ser un modelo de unidad sindical. Porque las condiciones de trabajo, las pensiones, las prestaciones por desempleo, los servicios públicos, las condiciones de vida en general nos serían más favorables. Desde esta posición el resultado de las elecciones sindicales no es plenamente satisfactorio, pero hay que reconocer que el peso de los sindicatos de clase es alto ya que CCOO y UGT suman el 68% en España y el 70% en Extremadura (el porcentaje restante se reparte entre cientos de siglas, en el caso de Extremadura 75).

En Extremadura hemos vivido en los cuatro últimos años un mayor deterioro todavía y un ataque sin precedente a las organizaciones sindicales de clase por suponer un obstáculo a la expansión de las políticas antisociales.

Comisiones Obreras es el primer sindicato de España, ahora también de Extremadura, y espero que esto contribuya a seguir avanzando en esa deseada unidad. También a dar un giro social en estos tiempos de ataque al estado de bienestar, de empobrecimiento generalizado y de deterioro de derechos.

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