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Paisaje tras el diluvio “infernal” de Efraín en Extremadura: “Pronto necesitaremos ropa de cama y abrigo”

Vistas de La Roca de la Sierra tras el paso de la borrasca Efraín, a 14 de diciembre de 2022, en Roca de la Sierra, Extremadura

Santiago Manchado

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Dos días después del diluvio, La Roca de la Sierra (Badajoz, 1.500 habitantes) intenta recuperarse de los destrozos ocasionados en viviendas, negocios, explotaciones agrarias e infraestructuras públicas. Atrás han quedado las imágenes dantescas que ha dejado para la historia la borrasca Efraín a su paso por Extremadura. Este municipio fue la 'zona cero' , pero no el único afectado. El temporal arrasó la pedanía pacense de Gévora, Valdebótoa y provocó daños, afortunadamente solo materiales, en otras localidades, como Madrigalejo y Coria, en la provincia de Cáceres.

Los roqueños vivieron el martes 13 como una jornada “infernal”, como cuentan quienes han perdido todo, incluso la confianza en los seguros y en las ayudas de las administraciones. La intensa lluvia que cayó ese día y el desbordamiento de la Rivera de la Troya, el arroyo que parte en dos el municipio, que alcanzó una cota desconocida hasta entonces, ha dejado a centenares de vecinos sin nada, “ni siquiera unos calzoncillos o unas bragas que ponerse”, como relata Villares, la dueña de un supermercado Covirán, que este jueves ha podido abrir sus puertas, aunque solo a medio gas.

“El agua llegó hasta la primera estantería y se han estropeado los congeladores, las cámaras de los yogures, el ordenador y el peso, que es lo más caro. Ha sido un destrozo exagerado”, describe la dueña de este establecimiento, que interrumpe su conversación con elDiario.es Extremadura para atender a las vecinas que entran para preguntar por artículos de limpieza: “Fregonas sí tengo, cepillos quedan algunos pero sin palos”. Y es que los vecinos, como si de un ejército se tratara, un numerosos voluntarios de otros pueblos, se afanan en recoger enseres, eliminar el barro y devolver el color a La Roca de la Sierra, incluso en las casas que no son suyas.

Peor suerte ha tenido Vito, el gerente del bar Cuatro Caminos, pegado a uno de los márgenes del arroyo. El agua alcanzó un metro en el interior de la cafetería y aún no ha podido abrir sus puertas y “no nos funciona la maquinaria, ni el televisor ni los altavoces”. Aún así, admite que hay “situaciones más dramáticas, yo solo soy uno más de los afectados”.

Ni Villares ni Vito confían en recuperar parte de lo que han perdido a través de los seguros ni a través de las ayudas de 4 millones de euros que ha comprometido la Junta de Extremadura, a la espera de que el Gobierno declare zona catastrófica los municipios extremeños afectados por Efraín, como ya ha exigido el presidente Guillermo Fernández Vara.

Un centenar de viviendas destrozadas

En la línea de la Rivera de la Troya no se ha salvado ninguna vivienda. El Ayuntamiento estima que hay un centenar de casas afectadas, de las que 80 han perdido todo. El agua del arroyo entró por las cocheras y salió con fuerza por la puerta principal. Es lo que sucedió en la vivienda familiar de Pablo, situada en la calle Constitución 9.

Este joven recuerda que el pasado martes se encontraba aún en la cama cuando la empleada de hogar advirtió a su madre que sacara el coche del garaje ante la crecida de la Rivera. Pablo salió de la cama, y en pijama y zapatillas de estar por casa se ofreció voluntario y trasladó el vehículo hasta una zona alta de La Roca de la Sierra. Cuando lo hizo ya no pudo volver a su domicilio. La calle se convirtió de repente en un río con un caudal y una fuerza desconocida porque el arroyo se desborda en ocasiones, pero no hasta ese punto.

En casa de Pablo solo se han salvado las lámparas del techo. No quedan fotos, ni muebles y la poca ropa que ha quedado aún hay que llevarla a limpiar. El agua entró en su casa con tal fuerza, que reventó la puerta y el marco al salir por la otra calle. Sus padres se refugiaron en la primera planta, pero “con un ataque de ansiedad” ante lo que estaba sucediendo en la casa de al lado, el número 7. A sus vecinos, dos ancianos, les llegó el agua hasta el cuello y tuvieron que ser rescatados con cuerdas por otros vecinos.

Precisamente, la solidaridad es lo que ahora destaca el teniente alcalde roqueño, Alfonso González: “Aquí está ayudando todo el mundo, incluso voluntarios que vienen de otros pueblos de Extremadura para echar una mano”. Pero la solidaridad no solo se traduce en colaborar con la limpieza. La Roca de la Sierra está recibiendo donaciones de particulares y empresas con productos de limpieza, higiene, alimentos “y pronto necesitaremos también ropa de cama y abrigo”.

Mientras tanto, en el Ayuntamiento hay cuatro personas dedicadas en exclusiva a recabar información de los daños y toda la información necesaria para cuando se dé luz verde a las ayudas públicas. En la puerta hay una cola de vecinos afectados con móviles en mano para conocer si cumplen los requisitos para acceder a esas ayudas, aunque también hay mucha incredulidad.

Zona catastrófica

Otros lugares de Extremadura también se afanan en volver a la normalidad. En la comunidad aún hay una decena de carreteras cortadas, como la N-523, que une Badajoz y Cáceres, y que presenta desperfectos en varios tramos, pero el más importante es el socavón producido por el volumen de agua que pasaba por un puente.

Por otro lado, los municipios cacereños de Valdefuentes y Madrigalejo han solicitado este jueves la declaración de zona catastrófica por las inundaciones que ha dejado el temporal y que han causado daños en centenares de viviendas, locales comerciales y explotaciones agrarias. El alcalde de Valdefuentes, Álvaro Arias, ha explicado a EFE que “en 22 horas han caído 122 litros por metro cuadrado; yo esto no lo había vivido nunca”.

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