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Daniel Salgado

20 de febrero de 2022 06:01 h

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Son varias las fronteras que atraviesa Solstício. Salta la Raia seca e incorpora la tradición de Trás-os-Montes. Introduce la alborada, género de la música gallega de raíz, en un contexto de electrónica de club. Tampoco repara en distancias generacionales: el single lo firman el más internacional de los gaiteiros gallegos, Carlos Núñez, y Baiuca, que desde hace un lustro experimenta con el folclore y los loops. A Núñez le gusta definir la canción como un viaje en el tiempo, que cose “sistemas musicales muy antiguos” con la modernidad sintética. Una especie de futuro ancestral. Se publicó el pasado jueves en plataformas digitales, de la mano del sello Raso, y el 25 de febrero, en A Coruña, llegará a los escenarios.

Baiuca, nombre musical de Alejandro Guillán (Catoira, Pontevedra, 1990), se imagina Solstício atronando. La idea de trance le resulta fundamental. “Siempre quiero acercar mi música al baile, imaginar que hay un equipo sonando con lo que yo hago y en el centro yo, el baile”, comenta a elDiario.es. A su lado, en una cafetería de la ciudad vieja de Compostela, escucha Carlos Núñez. La discográfica ha organizado un encuentro de los dos artistas con la prensa para explicar su colaboración. Que nació de una invitación de Núñez a la celebración del cuarto de siglo de su emblemático A Irmandade das Estrelas (1996). “En aquel disco participaron Luz Casal, The Chieftains, Ry Cooder. Para conmemorarlo 25 años después, me apetecía llamar a gente más joven”, relata, “por ejemplo Rozalén. Tanxugueiras. O Iván Ferreiro y Glen Hansard, que no son más jóvenes pero quería que estuviesen [ríe]”. Otro fue Baiuca. Su pieza finalmente no entró en el elepé, publicado en 2021, y solo ahora ve la luz.

Carlos Núñez ya había colaborado a lo largo de su carrera con músicos procedentes de la electrónica. De hecho, Guitián menciona O Castro da Moura, tema de diez minutos de Os amores libres (1999) como referencia ineludible en su trayectoria. “Pero nunca en mis discos se habían escuchado sonidos electrónicos en primer plano de la manera en que se escuchan en Solstício”, dice Núñez. En los de Baiuca sí, por descontado: Solpor (2018) y Embruxo (2021), sus dos largos, apostaron a esa etiqueta que cierta crítica denomina folktrónica y enlazaron sámplers, tradi y groove.

De todo ello hay en Solstício, que parte de una composición de Núñez con una frondosa historia detrás. Él mismo la cuenta: “Durante años he ido haciendo una selección de algo así como las mejores jugadas de la música de los gaiteiros de Trás-os-Montes. Esa zona [fronteriza con Galicia] es como las Highlands de Portugal. Tocan muchas gaitas al mismo tiempo. A partir de esas mejores jugadas compuse, entre comillas, una alborada. Se la pasé a Álex, que volvió a cortar y recomponer”. Y resultó que este método, mitad collage, mitad sampleado, tenía precedentes, lo que los medievalistas definen como centonización, elaborar melodías a partir de otras preexistentes. “Nosotros preferimos hablar de música molecular”, añade el gaiteiro. Baiuca asiente. No por nada su modo de operaciones incluye, y así lo demuestra su discografía, el trocear y ensamblar. Siempre detrás del trance.

De Alfonso X a Bad Bunny y Tanxugueiras

Fue Baiuca quien añadió un último y poderoso elemento, la voz de Paulino Pereira João, que descansaba en sus particulares archivos de músicas tradicionales de Galicia y alrededores. Y el canto, que irrumpe en la segunda mitad de Solstício, estaba en la misma tonalidad que la gaita de Núñez. “Fue como si todo encajase”, se asombra. El proceso restituía así un magma último en el que todas las músicas de todas las épocas encuentran elementos comunes. “Una alborada del siglo XXI que recoge sistemas musicales que vienen de muy atrás”, sintetiza Núñez. Las músicas ancestrales de Trás-os-Montes, el mecanismo de la centonización, un registro de Pereira João y el modo dórico, una escala también de origen medieval que el gaiteiro identifica en las Cantigas de Santa María de Alfonso X, en Sensualidad de Bad Bunny o en Terra, de Tanxugueiras.

Todo esta material, reelaborado en el laboratorio de Baiuca, da forma a una pieza compleja y sencilla, amable al oído, con un aire de desafío, y en la que hay reverberaciones de experimentos ensayados también por los escoceses Shooglenifty. “Gaita and drums”, como en su día le expuso Núñez al mítico Paddy Molloney, de The Chieftains, mientras preparaban A Irmandade das Estrelas. “Fuck, maybe it can work [”Joder, lo mismo funciona“], contestó el veterano irlandés. Entonces no fue adelante, sí ahora, aunque con tambores electrónicos. O parecido. ”La electrónica es un campo tan amplio que al final dos artistas del género no tienen nada que ver entre sí“, argumenta Guitián, ”no solo se trata de sintetizadores y cajas de ritmos. Atrapar una melodía de gaita, fragmentarla y convertirla en un loop también es electrónica“.

Con esa caja de herramientas, Baiuca se ha convertido en uno de los buques insignia de algo así como el nuevo folk gallego. Si Carlos Núñez encabezó la renovación del género en la década de los 90 y se acercó a otras músicas del mundo, Guitián y nombres como las célebres Tanxugueiras se arriman ahora a los llamados géneros urbanos. “Las nuevas generaciones no tenemos prejuicios hacia otras músicas que antes, a lo mejor, sí existían. Eras roquero y no escuchabas hip hop. Ahora escuchas de todo. Puedes hacer una playlist de 20 canciones con 20 estilos diferentes”, considera, “al componer partiendo de esa base, puedes hacer mezclas estilísticas que nadie esperaba”. Núñez lo celebra. “Lo decían Tanxugueiras: 'No tenemos miedo a nada”. No fue su caso cuando estrenaba carrera en solitario tras pasar por los seminales Matto Congrio. “Cada paso que daba recibía un zasca. Grababa con irlandeses, zasca. Grababa con flamencos, zasca. Grababa un tema enfocado a las radios en el disco Maio Longo (2000), zasca. Te habituabas a avanzar recibiendo palos”, sonríe, “lo curioso es que ahora la gente espera que haya una cierta experimentación”. Y Carlos Núñez, claro, se alegra.

Baiuca estará el 25 de febrero en la Sala Pelícano, de A Coruña, donde presentará Solstício. Núñez subirá al escenario.

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