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Discriminación racista en las noches de fiesta en Galicia

Manifestación contra el racismo

Praza Pública

“Es una fiesta privada”. Con esta frase les fue negada la entrada a tres parejas extranjeras en dos locales de ocio de A Coruña hace ahora una semana, una discriminación racista que no es nada anómala en numerosos bares y discotecas gallegas y del Estado, pero que el colectivo SOS Racismo pudo comprobar con detalle a través de este estudio enmarcado en un proyecto de la Federación Estatal de la ONG y subvencionado por el Ministerio de Empleo.

Fue en la madrugada del pasado domingo 8 de junio cuando SOS Racismo Galicia llevó a cabo este testing en cinco pubs de A Coruña, una prueba sobre la discriminación étnica en el acceso a locales de ocio nocturno que se desarrolló simultáneamente en otras cuatro ciudades del Estado: Donostia, Zaragoza, Barcelona y Madrid. El resultado, después de todas las experiencias, fue que en el 37% de los establecimientos visitados se detectaron casos de discriminación.

La acción –“uno de los mejores métodos para demostrar la discriminación que se ejerce en algunos contextos”, según SOS Racismo– consiste en el intento de acceso de cuatro parejas a diversos locales en todas las ciudades. Todos los grupos cumplen los mismos requisitos: una pareja “de control” de jóvenes de rasgos europeos, otra de chavales latinos, otra de africanos negros y otra más de magrebíes. Y todos ellos cumpliendo unas normas de vestuario e imágenes determinadas e idénticas, evitando otros posibles rasgos de discriminación. “Si ningún elemento, excepto los rasgos físicos que denotan el origen, permite diferenciar entre dos grupos, la diferencia de trato solo podrá explicarse a priori por detalles físicos”, explica la ONG.

En el caso de A Coruña, fueron dos de los cinco locales visitados los que prohibieron la entrada a todas las parejas extranjeras, al tiempo que sí permitían el acceso al grupo “autóctono” y con rasgos físicos de origen europeo. Todo, a pesar de que su atuendo e imagen era semejante al del resto de los acompañantes en todos los casos. En el pub Studio 54, de la zona del Orzán coruñés, la excusa fue la de casi siempre. “Hay una fiesta privada”, les dijeron los porteros a las tres parejas de origen extranjero. Mientras tanto, los jóvenes gallegos que colaboraron en el estudio entraron sin ningún problema. Las quejas del grupo por esta discriminación no sirvieron de nada y ni tan siquiera le fue entregada a la pareja magrebí a hoja de reclamación exigida, que sí se le facilitó al denominado “grupo de control”.

Algo semejante ocurrió en el Dux Coruña, local situado en un centro de ocio al lado del muelle. Se negó la entrada a las tres parejas extranjeras. “Porque no me da la gana; si no estás de acuerdo pide una hoja de reclamaciones”, les explicaron en el local. El grupo de control gallego, con un vestuario y con una imagen similar al resto de personas que los acompañaban, sí pudo entrar. Los testimonios de los participantes en este estudio hacen más evidente aun la discriminación racista, que recuerdan que suele producirse en este tipo de locales y en otros lugares. Así ocurrió también en Donostia, Madrid o Zaragoza y con argumentos semejantes. “Es una fiesta privada”.

SOS Racismo Galicia advierte de que este testing implica también la puesta en marcha de litigios para aquellos casos en los que se haya producido discriminación y siempre que los implicados quieran continuar por la vía judicial. Sirve, también, para “animar a los que sufren este tipo de abusos a que los denuncien en las instancias que correspondan”.

Según la ONG, estos resultados demuestran que “la discriminación por motivos raciales o étnicos es una realidad que en muchas ocasiones se encuentra oculta entre diversas excusas que suponen un uso abusivo del derecho de admisión”. Por eso, SOS Racismo Galicia insta a las administraciones locales y autonómicas responsables de las autorizaciones de este tipo de locales a que “pongan en marcha protocolos de actuación que ayuden a mejorar el servicio de este tipo de establecimientos y a la vez ofrezcan herramientas a las personas que ven denegada su entrada”.

“El tratamiento que damos a nuestros vecinos y vecinas llegados de otros lugares nos da la medida de los principios éticos que rigen nuestra sociedad”, finalizan.

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