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Marea Atlántica y PSOE luchan por la alcaldía en A Coruña cuatro años después del cambio

Palacio municipal de María Pita, en A Coruña

Miguel Pardo

Nadie quiere ser pasado en la carrera por la alcaldía de A Coruña. La campaña municipal reitera el interés de los principales candidatos en defender el bagaje más cercano y obviar el pasado más incómodo. En esa dicotomía se centra el debate en una ciudad donde, salvo sorpresa, la única y gran incógnita está en saber si la Marea Atlántica y Xulio Ferreiro revalidan la alcaldía o si será el PSOE y su candidata, Inés Rey, quien obtenga el bastón de mando impulsada por la ola de Pedro Sánchez en las generales.

En todo caso, ambos necesitarían ponerse de acuerdo para el futuro mandato en una ciudad que la Marea ha gobernado en minoría durante cuatro años (con 10 escaños, al igual que el PP, por 6 del PSOE y 1 del BNG) y cuyo giro a la izquierda, tras la mayoría absoluta de los populares en 2011, parece haberse asentado con fuerza.

Convencidas las encuestas y los partidos de que lo único que queda por dilucidar es si será Ferreiro o Rey quien ocupe la alcaldía y si habrá gobierno de coalición o en solitario, la campaña se intensifica con apelaciones a no volver atrás por parte de la Marea Atlántica y a dejar atrás al actual gobierno por parte de PSOE y PP.

Consciente de un equipaje todavía ligero, sin grandes escándalos ni losas pesadas y con el recuerdo de la sorpresa y aire nuevo que supuso su llegada, Ferreiro advierte de que la “decisión” este 26M será la de elegir entre “volver al pasado o seguir avanzando hacia el futuro”. “Regresar al oscurantismo, a la ciudad donde algunos pensaban que todo era suyo y donde se decidían las cosas en el reservado de un restaurante o a un modelo verde, sostenible, sin hipotecas, igualitario...”, insiste en los mitines y debates en clara apelación al anterior gobierno del PP, pero también a los años de ejecutivos del PSOE.

La candidata socialista a la alcaldía, Inés Rey, defiende la “acreditada” gestión de aquellos gobiernos de Francisco Vázquez y de su sucesor, Javier Losada, para un modelo de ciudad de “éxito” y acento social, pero sabe también que reivindicar demasiado aquella etapa la coloca ante un incómodo espejo. La sentencia del edificio Conde de Fenosa -y el acuerdo que libró al Ayuntamiento del desembolso de unos 60 millones de euros en indemnizaciones y de un importante agujero económico-, el caso Someso, Agra de San Amaro...

Son las “desfeitas urbanísticas” derivadas de la polémica política urbanística llevada a cabo por el PSOE en la ciudad durante décadas y que el actual gobierno local advierte que ha tenido que solucionar en los últimos cuatro años. Más de 10 millones de euros en multas ha asumido el actual ejecutivo, una losa que ensombrece el discurso de los socialistas, que prefieren agarrarse a la ola de Pedro Sánchez.

“Subámonos al tren del progreso en el que se subió España”, pide la aspirante socialista en sus intervenciones. “Volved a depositar la confianza en el PSOE, como hicimos todos el pasado 28A, convirtiéndonos en primera fuerza en la ciudad”, dijo Inés Rey en la visita a A Coruña de Pedro Sánchez, candidato por el que ella no apostó en las primarias del partido -apoyó a Susana Díaz, al igual que su número dos- y objetivo de las críticas más furibundas de su mentor en el partido, Paco Vázquez.

El dilema es si el impulso de la victoria socialista de Sánchez en las generales le dará a Inés Rey el bastón de mando o si la Marea Atlántica aguantará como primera fuerza de la izquierda y repetirá Ferreiro, que insiste en que se en el 28A se votaba “con temor” y que el próximo domingo “toca votar con ilusión, ya no con miedo”. En los votos mareantes que el PSOE recibió prestados en las generales y en la capacidad o no de los socialistas de retener esa ola de cambio estará la clave.

Las encuestas de los principales diarios locales dan la victoria a los socialistas y una amplia mayoría del bloque de izquierdas (PSOE, Marea Atlántica y BNG) frente a la derecha del PP y Ciudadanos, que debutaría en el pleno. Pero fuentes de partidos implicados advierten de la importancia de los indecisos y de un posible “empate técnico” entre los socialistas y los de Xulio Ferreiro en su lucha por liderar el gobierno local.

La derecha, tocada por el resultado de hace menos de un mes, afronta un panorama más difícil. Beatriz Mato, la gran apuesta del PP, se une a la candidata socialista en las críticas a la “parálisis” en la ciudad, en los ataques a la “inexperiencia” del ejecutivo local o al exceso de suciedad. Un discurso, especialmente el de los populares, que no difiere mucho del que sus compañeros hacen en otras ciudades sobre los denominados gobiernos del cambio que irrumpieron en 2015.

“Yo no estaba entonces”

Con las siglas del PP casi invisibles, con una campaña personalista y en la que ha renegado de Pablo Casado y con escasas alusiones a su paso por la Xunta, son PSOE y Marea Atlántica quienes aluden cada poco al “pasado oscuro” o a la “corrupción” del PP. “Yo no estaba entonces”, se encarga de aclarar su candidata Beatriz Mato cuando le hacen referencia la alguna polémica del anterior gobierno popular. “Yo ni tan siquiera estaba”, insiste también Inés Rey cuando la alusión es a escándalos urbanísticos de ejecutivos socialistas. De nuevo el pasado.

La Marea no tiene tanto, pero lo tiene. Aquella ola de cambio post-15M la impulsó, también con la ayuda de un Podemos y un Pablo Iglesias ahora prescindibles. Las diferencias internas en la formación morada y en el espacio de En Marea afectaron y pueden afectar, pero también fortalecer a una formación que ha mostrado la cohesión que en otros lugares no se ha dado. Con todo, Xulio Ferreiro centra la campaña en la ciudad, en los “avances”, en el legado de estos cuatro años y en su proyecto municipal. “Entramos con un programa de emergencia y ahora tenemos un modelo de gestión”, dicen fuentes del gobierno local.

El aprendizaje y la inexperiencia le ha pasado también factura a la Marea en varios momentos de un mandato en el que las mismas fuentes presumen de “aguante” ante el que consideran “clima de acoso” por parte de algunos poderes de la ciudad. La última polémica, con una asociación de empresarios cargando contra el alcalde y colocando un muñeco con su careta en un debate, es sólo un ejemplo. Las “flores para la tumba del alcalde” que lanzó en el pleno una vecina convocada por parte de la oposición al protestar por una retirada, por error, de una alfombra floral religiosa es otra. Pero hubo muchos más.

Pero ese escudriñar exagerado no libra de la penitencia. Ha habido errores y han “aprendido mucho”, aseguran desde el gobierno local, que sitúa como aval el “cambio de modelo” de una ciudad que presume del mayor gasto social de Galicia, de la bajada en las tasas de las escuelas infantiles, de la apuesta por otra movilidad y el considerable aumento del carril bici, del freno al desaforado urbanismo, de los buenos datos del turismo o de oferta cultural. También del impulso a la remunicipalización de servicios como el de las bibliotecas o de su clara apuesta por evitar la privatización de los terrenos que quedarán liberados en el puerto y por recuperar la fachada marítima para la ciudadanía frente a una Autoridad Portuaria que insiste en construir viviendas para pagar sus deudas por la construcción del Puerto Exterior o un Gobierno central que niega la condonación que sí aceptó para los muelles de Valencia.

Las polémicas, como la anulación de la compra de dos pisos para un parque de viviendas municipal por irregularidades en el proceso, han desgastado, pero los intentos del PP por judicializar cualquiera de los errores han caído casi siempre en saco roto. Los conflictos de los trabajadores de limpieza con la empresa Cespa y las consecuencias en forma de huelga de recogida de basuras han puesto en bandeja a la oposición uno de los leit motiv de su campaña.

Populares y socialistas no han dado respiro a la Marea Atlántica, que tampoco ha logrado tejer las alianzas, especialmente con los socialistas, necesarias para un mandato menos convulso y más estable, especialmente en sus dos primeros años. PP y PSOE, de hecho, tumbaron a mitad de este mandato la cuestión de confianza al alcalde, pero no presentaron alternativa alguna ni moción de censura pese a insistir en la “incapacidad” del ejecutivo local.

En esos errores, en esa misma “incapacidad” es donde el BNG busca incrementar apoyos. Un Bloque que, precisamente, apela a su garantía de apoyo a un gobierno de progreso y llama a antiguos votantes de la candidatura municipalista decepcionados con su rumbo. Y alude al bagaje contrastado de experiencias municipales reconocidas en otras villas y ciudades gallegas, pero no tanto a la experiencia de gobierno junto al PSOE en la ciudad hace ya unos años, cuando los cambios tampoco fueron los esperados por muchos de sus votantes. De nuevo el pasado.

“Reconozco que hace cuatro años la Marea Atlántica fue capaz de ilusionar la muchísimos coruñeses y coruñesas, pero ha dilapidado ese capital de ilusión por una gestión totalmente ineficaz”, dice Francisco Jorquera, el exdiputado en el Parlamento gallego y en el Congreso y candidato a alcalde, que considera que el BNG será capaz de llevar a cabo “las transformaciones” que A Coruña precisa y que todavía no se han dado.

Mientras la Marea Atlántica presume de “cambio de modelo” y de haber asentado uno “proyecto de ciudad” que la aleja del pasado, el BNG apela a más y mejores cambios, el PSOE se impulsa en Pedro Sánchez y el PP de Beatriz Mato se erige como única alternativa a un supuesto caos, a la espera de si la prevista irrupción de Ciudadanos es importante o menor. En una campaña que empeña en centrarse en el futuro y en una ciudad que, salvo sorpresa, seguirá gobernada por una fuerza progresista otros cuatro años, como en todos los mandatos, salvo uno, desde la Transición.

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