Galicia entra esta noche en el nuevo nivel de restricciones: hostelería cerrada a las 18.00 y toque de queda a las 22.00

A partir de la madrugada de este viernes, toda la población gallega queda situada en los dos niveles máximos de alerta ante el avance de la pandemia tras el relax de las fiestas navideñas. Así lo ha decidido el comité técnico que asesora al Gobierno de Alberto Núñez Feijóo, durante una reunión que se ha prolongado hasta bien entrada la noche de este martes y cuyas conclusiones ha aclarado el presidente a la mañana siguiente. Se recomienda limitar las reuniones a cuatro personas y que en los domicilios no se abra la puerta a no convivientes. El toque de queda se adelanta a las 22.00.

A 13 de enero, la incidencia acumulada del virus en la comunidad a 14 días es de 325 casos por cien mil habitantes y a siete días, de 207. Y en las últimas 24 horas se ha registrado el récord de nuevos casos: 1.047. El Servizo Galego de Saúde (Sergas) ha comunicado 12 muertes y el total de fallecidos asciende a 1.474.

El 47% de la población bajo “restricciones máximas”

La decisión adoptada implica que 33 municipios de más de 10.000 habitantes y 27 de menos pasan, de golpe, al nivel extremo de restricciones y quedan cerrados perimetralmente. Se trata de aquellos en los que la incidencia del virus es superior a los 250 casos por 100.000 habitantes: A Coruña, Arteixo, Cambre, Culleredo, Oleiros, Carballo, Santiago de Compostela, Ames, Ribeira, Boiro, Rianxo, Noia, Ferrol, Narón, Fene, Cee, Camariñas, Cerceda, Laxe, Vimianzo, Cabanas, Pontedeume, Ortigueira, Outes, Porto do Son, A Pobra do Caramiñal, Melide, Oroso, Trazo y Val do Dubra en la provincia de A Coruña; en la de Lugo, Vilalba, Viveiro y Xove; en la de Ourense, Ourense, Barbadás, Carballiño, Verín, Allariz, Monterrei y Xinzo de Limia; y en la de Pontevedra, A Estrada, Poio, Bueu, Moaña, Baiona, Ponteareas, Redondela, A Guarda, Tomiño, Tui, Vilagarcía, Vilanova, A Illa de Arousa, Valga, Pontecesures, Caldas de Reis, Cuntis, Oia, O Rosal e Salvaterra de Miño. El gabinete de Feijóo añade además tres ciudades -Pontevedra, Vigo y Ourense- en las que la situación aún no es tan grave pero por tránsito y tendencia el comité así lo recomienda. El resto se sitúan en el medio alto, aunque se permite la movilidad entre ellos. Todo ello con independencia de cual fuera su calificación previa. Según los datos que expuso el propio Feijóo, el 47% de la población permanece bajo “restricciones máximas” y el 64,3%, en concellos de los que no podrá salir salvo por razones sanitarias, educativas o laborales.

La nueva política autonómica para controlar el virus afecta de manera directa a la hostelería de toda la comunidad que tendrá que cerrar sus puertas a las seis de la tarde. Donde las medidas son más duras, no se permite atender en el interior. En las demás localidades sí, pero con un 30% de aforo. En las mesas no podrá haber más de cuatro personas al mismo tiempo. El presidente gallego advirtió a la ciudadanía de que “no se autoengañe llevando el bar a casa”. Se refería a la posibilidad de que haya reuniones de no convivientes en domicilios después del cierre de los bares. Pero fue solo “una recomendación” ya que, aseguró, la Xunta “no tiene capacidad para prohibir” al carecer de policía propia -posibilidad que recoge el Estatuto de Autonomía y a la que el PP se niega-, estar los cuerpos del Estado con “mucha tarea” y resultar “muy difícil” controlar los domicilios.

El comercio también sufrirá los recortes derivados de la lucha contra el coronavirus. En las localidades en nivel medio alto, su aforo se verá reducido a la mitad y en los centros comerciales quedará prohibido el uso de las zonas comunes. En aquellas en nivel máximo, el aforo será del 30%. El tope del horario de cierre será a las 21.30 horas, media hora antes del toque de queda.

Unos 7.000 agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional vigilarán que se cumplan las nuevas restricciones anunciadas por la Xunta, con especial atención a los centros comerciales. Así lo ha anunciado el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, quien ha explicado que los nuevos operativos se adaptarán a la nueva limitación de horarios.

Temor a Portugal

Al Gobierno gallego le preocupa además especialmente la situación en Portugal, país con el que Galicia comparte una larga y transitada frontera. De “muy compleja” calificó Feijóo la situación en el norte portugués, y la relacionó con la subida de casos en algunos de los ayuntamientos gallegos con más vínculos transfronterizos: Verín, en la provincia de Ourense, y Salvaterra de Miño y Tui en la de Pontevedra. “Nos preguntamos si no es posible controlar con mayor rigor las fronteras”, dijo el presidente gallego, quien no especificó si ya lo había solicitado al Gobierno central.

La culpa es de los ciudadanos

La primera reacción del Gobierno gallego ante la estadística post navideña ha sido culpar a los ciudadanos y hablar de los incumplimientos en fiestas y botellones como responsables de los nuevos brotes. El pasado domingo, durante una entrevista en la Cadena Ser, Feijóo reconoció que la relajación de Navidad fue un error. Parecía que entonaba el mea culpa. Pero al día siguiente, el presidente de la Xunta volvió ante las cámaras para asegurar que el error no había sido suyo sino de Madrid. Dijo que le habían obligado a permitir cenas de diez miembros y ocultó que en su mano estuvo ser más estricto y evitar algunas decisiones que tomó. Una de ellas, levantar los cierres perimetrales que operaban en Navidad en 60 ayuntamientos de Galicia.

La decisión adoptada la noche de este martes supone un nuevo golpe a bares y restaurantes cuyos responsables tendrán que decidir si echan la persiana o intentan mantener el negocio trabajando principalmente en las terrazas y con un horario que finaliza a primera hora de la tarde. Durante una entrevista en elDiario.es, el conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, aseguraba el pasado viernes que no recomendaba ir a las rebajas y que pretendía estudiar la reducción de los aforos en los grandes centros comerciales. Durante esa conver sación, Comesaña dijo: “Asumimos nuestra responsabilidad de no haber sido más estrictos en las medidas de Navidad”. Dos días después de aquellas palabras, la Xunta generaliza la alarma y hace desaparecer los dos niveles más bajos de su catalogación de riesgo.

La hostelería en pie de guerra

Los nuevos límites llegan en un clima de conflictividad con el sector hostelero, harto de decisiones políticas cambiantes e impredecibles y que muchas veces les han obligado a visitar precipitadamente a sus asesores para preparar despidos, ERTE o nuevos contratos, en función de la decisión que cada semana va adoptando el equipo de Feijóo. Este lunes el enfado se hizo visible frente a las puertas de la residencia oficial del presidente de la Xunta con una cacerolada que, por el momento, ha obtenido un resultado: el presidente gallego ha encargado a tres de sus conselleiros que se reúnan con el sector para calmar los ánimos.