El PSdeG vuelve a buscar su identidad en un clima de tensión creciente
A mediados de junio de 2010 el PSdeG celebró una “conferencia política”. La dirección socialista, ya encabezada por Pachi Vázquez, quiso que aquel cónclave de dos días en Compostela fuera el punto de inicio de un proyecto “socialista y galeguista” que rompiera con el pasado, entendido como el partido que no había sido capaz de suturar las heridas de la abrupta pérdida del Gobierno, un año antes. En aquel evento habían intentado escenificar además que un cabo que estaba suelto había dejado de estarlo: en la jornada de clausura la cúpula del partido entró en el auditorio del Palacio de Congresos de Galicia acompañada por Emilio Pérez Touriño. De alguna manera, se procuraba tapar bocas y silenciar las voces que hablaban de separación, cuando no de enfrentamiento, entre Vázquez y el ex presidente de la Xunta. Dos años después, los socialistas gallegos buscan, de nuevo, su identidad.
Esta nueva búsqueda se produce en un contexto si cabe más traumático para la formación que el complejísimo escenario de 2009 y 2010. Llega tras un duro correctivo electoral en el que de los 25 escaños de Touriño pasan a unos 18 que recuerdan más los dificilísimos tiempos que siguieron a las elecciones de 1997, con Abel Caballero como candidato. Con siete escaños menos y 230.000 votos perdidos en la batalla el secretario general ha trazado una hoja de ruta de la que por el momento sólo se conoce el final: su marcha del cargo, pero no los tiempos exactos. Vázquez se propone pilotar el proceso que desemboque en un congreso extraordinario en el año 2013, pero ya hay voces internas que buscan ser también externas para reclamar celeridad en la renovación.
El primero en hablar, exigiendo directamente la dimisión de Vázquez, fue el ex diputado Ismael Rego, abiertamente touriñista y alejado de los puestos de salida en las listas del 21-O -cerró simbolicamente la candidatura por Lugo-. Veinticuatro horas después, este martes, salía a la palestra el secretario general del partido en A Coruña, quien además fue cabeza de cartel por la provincia, Francisco Caamaño. El ex ministro de Justicia cree que para “recuperar la ilusión del electorado” el Partido Socialista precisa “una profunda renovación en las ideas y en las personas”. Este proceso debe comenzar, a su juicio, por que Pachi Vázquez “arbitre durante un tiempo” el camino al congreso. Pero matiza: la sociedad gallega “difícilmente entendería” que el que fue candidato a la Xunta lidere el partido en el Parlamento tras la derrota “sin paliativos”.
Las palabras de Caamaño, que incluyen una apuesta por la convocatoria de “primarias abiertas”, desataron una verdadera tormenta entre sus detractores, que a lo largo del día manifestaron por múltiples vías sus dudas sobre que el ex ministro pueda representar “renovación” en el partido por, entre otros aspectos, la fuerte caída en votos y escaños en la provincia de A Coruña. Así, por ejemplo, para el alcalde de Ares, Julio Iglesias, es “inconcebible” que Caamaño pueda dar “lecciones de renovación” en el seno del PSdeG y Ángel Burgos, miembro del comité provincial que había intentado disputarle la secretaría general a Pachi Vázquez, emitió una dura nota de prensa en la que reta al líder provincial: “si tiene huevos y es coherente, le reto a que predique con el ejemplo y esas primarias empiece por convocarlas primero en su provincia” y “le pregunte así a la militancia si quiere o no seguir teniéndolo como líder después de perder votos las dos veces que lideró la candidatura -en las generales y en las autonómicas-”.
“Aclararse internamente” y “construir un proyecto gallego”
En medio de la tensión surgen también otras voces igualmente críticas con la actual dirección, si bien sensiblemente más pausadas en las formas. Este es el caso, por ejemplo, del ex diputado Xoaquín Fernández Leiceaga, quien ve en un “déficit de gran profundidad” en la “conexión con el electorado” una de las causas que provocó el “malísimo resultado” del PSdeG, que “pierde cuatro de cada 10 votos” a pesar de la crisis económica y los recortes del PP. El Partido Socialista, en Galicia como en el resto del Estado, explica, está teniendo “dificultades serias para representar el núcleo progresista de la sociedad” y para poder hacerlo “hay que hacer una renovación profunda, no sólo de personas”, aunque “también” haya que acometer, desde su punto de vista, esos cambios orgánicos porque “la actual dirección ha quedado muy tocada” tras los comicios.
Para Leiceaga “hay que pensar bien los contornos de nuestra oferta política, que proyecto tenemos para Galicia” tras unos años en los que, desde su punto de vista, el partido no logró el objetivo que buscó en la referida conferencia política de 2010, la “construcción de un proyecto gallego” que “era el objetivo central de la época de Touriño”. En esto, desde su óptica, “se dio marcha atrás y es percibido por los ciudadanos”. “Hay una especie de repliegue sobre el propio partido, introduciendo lógicas de supervivencia de los aparatos en vez de abrirse a la sociedad”. “Justo cuando la sociedad reclama más participación”, lamenta.
¿Cuál es el camino, por lo tanto? “Lo primero -en su opinión- es aclararse internamente” y para eso “es inevitable” que el congreso extraordinario “se produzca en los próximos tres meses” y que de él “nazca una dirección para los próximos cuatro años” con una “línea política clara” que tenga el reto de “configurar una alternativa” desde una “oposición inteligente” que además ahora tiene una “presión” añadida, la presencia de un grupo de izquierdas adicional en el Parlamento, como es la AGE de Xosé Manuel Beiras.