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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

¿Nos están besando los perros cuando nos lamen la cara?

Perro lame a su humana

Eva San Martín

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Si tu perro o tu perrita te lame la cara en cuanto te descuidas, considérate alguien con mucha suerte: “Los lamidos faciales son un comportamiento de cohesión grupal que los perros utilizan para comunicarse de forma positiva con otros congéneres; y, que, en nuestro caso, denota que nos tienen mucho cariño”, afirma Tomàs Camps, presidente del Grupo de etología y conducta animal de la Asociación española de veterinarios de pequeños animales (Avepa) y director de Etovets.

¿Un signo de amor?

Una de las formas más recurrentes que tiene tu amigo de decirte cuánto te quiere es, sencillamente, con esos lengüetazos. Si tenías dudas, puedes respirar: que tu perro te lama la cara, dice el etólogo canino, “constituye una señal bastante buena, y un comportamiento totalmente positivo: de hecho, se puede interpretar como un signo de cariño y amor hacia ti”. 

Ahora bien: no intentes que un perro al que no conoces te chupe la cara, porque puede ser peligroso. Hay que tener mucha confianza, y nunca deberíamos acercarle la cara a un perro desconocido, porque corremos el riesgo de malinterpretar las señales previas, y de exponernos a una posible mordedura. Esto resulta especialmente importante en el caso de los niños. 

Lametazos entre perros: una señal positiva

No eres el único al que tu perro o tu perrita le dedica esos efusivos lengüetazos: el lamido es una forma de comunicación natural entre cánidos. El lamido en la cara se incluye dentro de esos comportamientos que en etología se llaman afiliativos: es decir, conductas positivas entre los dos animales que lo practican, y utilizadas para crear cohesión grupal. 

De hecho, los perros recurren al lengüetazo en la cara para crear unión entre los diferentes individuos de un grupo; y, por tanto, suele un signo positivo. “Por ejemplo, los perros cuando se han peleado, utilizan el lamido como forma de apaciguar el conflicto, como reconciliación”, explica Camps. 

En este caso, el lengüetazo suele dirigirse a las orejas del individuo con el que quiere conciliarse, más que al hocico, matiza el etólogo y veterinario. Pero el lamido también es una forma de comunicación habitual de los cachorros con sus madres; y también lo utilizan como un “hola” de presentación, cuando dos perros aún no se conocen mucho. “Podemos decir, que el lamido de un perro es siempre un signo de buen rollo”, anota Camps. 

También entre lobos y otros cánidos salvajes

Es más: los investigadores de cánidos salvajes, como el lobo o el coyote, han constatado que los lamidos en la cara y el hocico resultan habituales en los cachorros de estas especies cuando su madre regresa de cazar. “Se trata de un comportamiento con el que los cachorros incitan que su madre regurgite parte del alimento, para poder así comer”, según ha explicado la profesora e investigadora Alexandra Horowitz, autora de numerosos tratados de cognición canina. 

Aún así, Camps no cree que tu perro trate de obtener comida cuando te lame: “No creo que esta función se mantenga con nosotros, porque seguramente la domesticación del perro haya cambiado esta función; y ahora el lamido está más relacionado con la conducta de afiliación, y como una muestra de cariño”, anota. Así que sí: podemos equiparar los lamidos a los besos. 

Y te chupará más si llegas sudado

Ahora bien: los lametazos otras veces constituyen parte de una rutina de higiene perruna, a la que tu amigo te invita. En este caso, no solo nos lamen, sino que incluso utilizan sus incisivos para darnos bocaditos suaves y rápidos en determinadas zonas del cuerpo. “Esto es bastante frecuente, si tienes barba: ¡uno de mis perros me lo hace todo el rato, cada vez que me acerco!”, cuenta Camps. 

O usan el lametazo como herramienta para explorarnos: así que no te extrañe que tu amigo te chupe aún más si has sudado; por ejemplo, cuando llegas de hacer deporte. En sus múltiples formas, el lengüetazo parece inofensivo (cuando quien te lo dedica es tu propio amigo); y, sin embargo, en todas ellas, se trata de una declaración llena de amor perruno. 

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