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Paseo por las tumbas de La Almudena y el Cementerio Civil: del arte de la familia Flores a otras figuras ilustres de Madrid

Tumba de Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE, en el cementerio civil de La Almudena.

Guillermo Hormigo

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Madrid es una ciudad con más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). Y lo era ya en 1944, cuando Dámaso Alonso escribió estos versos que daban inicio a su poema Insomnio, parte de su obra más influyente: Hijos de la ira. Hoy ese millón ha crecido exponencialmente. Se calcula que desde su inauguración en 1884 cinco millones de personas se han enterrado solo en el cementerio de La Almudena, el más importante de la ciudad y que junto al Cementerio Civil configura la Necrópolis del Este, la mayor de Europa occidental. Mucho ha cambiado, y crecido, desde el primer entierro en su parte religiosa: el del niño Pedro Regalado, que falleció con apenas 14 meses de edad.

Como cualquier urbe, la necrópolis también tiene sus ciudadanos ilustres. Tanto en el cementerio religioso como en la parte civil, mujeres y hombres que han marcado el devenir político, artístico o científico de Madrid (y más allá) descansan ahora en alguna de las numerosísimas tumbas que pueblan sus 120 hectáreas de extensión. Entre ellos está, por cierto, el propio Dámaso Alonso. Pero hay muchas personalidades más, y el inminente Día de Todos los Santos es una ocasión perfecta para repasarlas.

En este recorrido es imprescindible situarse. Este mapa del cementerio nos ayuda en esta tarea, ya que no solo delimita sus zonas, sino que incluye ya algunas importantes figuras aquí inhumadas. Pero en Somos Madrid hemos elaborado un itinerario propio para este paseo por las tumbas más ilustres. Si seguimos el plano que incluimos a continuación (es solo una propuesta, hay tantas posibilidades como almas descansan en el lugar), iniciaremos nuestra ruta en el pórtico principal, en la esquina entre la Avenida de las Trece Rosas y la Avenida Daroca. El metro más cercano es La Elipa, aunque otras alternativas son La Almudena (ambas línea 2) o la línea 110 de autobús que atraviesa el cementerio.

Como marca el mapa, la primera parada es la tumba de Alberto Aguilera, exalcalde de Madrid hasta en tres etapas distintas entre 1901 y 1910. Bajo su mandato se impulsaron proyectos sin los que es muy difícil entender esta ciudad hoy día, como Gran Vía o el Parque del Oeste. Su sepelio es bastante monumental e incluye su propio busto a un lado de la capilla. Muy cerquita le acompaña otro ilustre mandatario municipal. Los restos de Enrique Tierno Galván descansan en una tumba más modesta, haciendo gala de la habitual forma de ser de “el viejo profesor”, el alcalde de la Movida y de una Madrid que todavía soñaba con ser vanguardia.

En este área, cercana a la capilla, la política (también podemos ver el panteón de los Calvo Sotelo) se entremezcla con la tradición más folclórica. Aquí yacen la cantante y bailaora Lola Flores (ahí sigue aunque cierta publicidad la “resucitase”), su marido Antonio González “El Pescaílla” y su hijo Antonio Flores. Les franquean unas extraordinarias estatuas con Lola Flores bailando y Antonio hijo tocando la guitarra. Y muy cerca, ya adentrándonos en el interior de la necrópolis, se encuentra la tumba de otra mítica tonadillera: Estrellita Castro. A su lado están los restos del primer jugador de baloncesto español que llegó a la NBA, el malogrado Fernando Martín.

Todavía cerca de la capilla, a su derecha si la miramos de frente y en paralelo a la Avenida Daroca, se halla la sepultura de Santiago Ramón y Cajal. Allí descansa el Premio Nobel de Medicina junto a su familia. A pocos metros descansa la actriz Emma Penella, protagonista de películas como El mundo sigue y muy conocida por su papel de Concha en la serie Aquí no hay quien viva. Aunque antes de visitar estas tumbas, si nos desviamos un poco, podemos acudir a la otra leyenda de leyenda de la interpretación y la comedia: Tony Leblanc.

Continuando por la vía del cementerio paralela a Daroca nos topamos con el sepulcro de dos referentes de la canción española: Cecilia y José Luis Cantero “El Fary”. Y si seguimos recto, adentrándonos ya en el cementerio antiguo, tienen sus tumbas dos gigantes de las letras españolas: el mencionado Dámaso Alonso y Benito Pérez Galdós.

El sepulcro del autor de los Episodios Nacionales está muy cerca del pórtico del cementerio religioso. Basta con atravesarlo y cruzar la calle para llegar al civil. De reducidas proporciones en comparación al resto de la necrópolis, no por ello concentra menos personalidades ilustres. Aquí están enterradas y enterrados dirigentes republicanos, miembros de la Institución Libre de Enseñanza y, en definitiva, personalidades de diverso ámbitos no suscritas al rito católico.

La mayoría de tumbas destacan por su modestia. Aunque hay excepciones, caso de una figura de tanto calado como Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE y UGT. Junto a este mausoleo, también a la entrada del camposanto civil, destaca el mucho más modesto sepulcro de la histórica dirigente comunista Dolores Ibárruri “La Pasionaria”. Como curiosidad, al frente y un poco a la derecha descansan en un reducido espacio tres de los cuatro presidentes de la Primera República: Nicolás Salmerón, Francisco Pi i Margall y Estanislao Figueras. También se ubican aquí los restos de Francisco Largo Caballero, presidente de la II República después del golpe de estado militar, entre septiembre de 1936 y mayo de 1937.

Es un espacio en el que justamente abundan las placas conmemorativas recordando a los represaliados del franquismo, aunque también hay muchas tumbas de personalidades no dedicadas a la vida política. Destacan el urbanista Arturo Soria o el escritor Pío Baroja. Y hablando de literatura, una de las últimas y más lamentadas adiciones al cementerio civil fue la autora Almudena Grandes, cuyos restos descansan aquí desde aquella hermosa despedida entre libros en noviembre de 2021.

Si abandonamos el Cementerio Civil y volvemos al margen de la necrópolis que da a Daroca encontraremos la tumba del pequeño Pedro Regalado, y un poco más allá se sitúa el crematorio. En sus alrededores están las tumbas del poeta y Premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre, así como la del vocalista de Los Secretos, Enrique Urquijo. Entre estas dos últimas, se concentran en poco espacio los sepulcros de cantantes como Antonio Vega; intérpretes como Lina Morgan, Marujita Díaz y Fernando Fernán Gómez; escritoras como Concha Espina y Emilia Pardo Bazán (curioso que no tenga a muy lejos a Galdós, quizá retomaron su tormentosa relación más allá de la vida) o fotógrafos como Jean Laurent.

Estamos ya cerca del margen opuesto al que seguimos al inicio de la ruta, el que da con la M-23. Aunque menos poblada de ilustres, trazando una línea prácticamente resta nos encontramos a tres personalidades muy diversas entre sí: Carlos Marín del recordado grupo lírico Il Divo; el inclasificable político, empresario y showman Jesús Gil y Gil y el no menos peculiar Francisco Umbral, escritor único no solo en su obra.

Si nos vemos bien de fuerzas, podemos proseguir la caminata y regresar cerca del comienzo, aunque más escorados hacia la Avenida de las Trece Rosas. Tres tumbas resaltan aquí: la del mítico humorista gráfico Antonio Fraguas “Forges”, la del poeta Manuel Machado y la de Manuela de Pablo. Quizá este último nombre no diga mucho, pero si hablamos de Doña Manolita alguno pensará en pedirle cierto deseo navideño a la cofundadora de la administración de lotería más famosa de Madrid.

Por último, aunque algo lejos, un repaso a las personalidades de La Almudena no es completo sin una mención a las Trece Rosas. La placa que guarda su recuerdo se encuentra cercana al pórtico de entrada de O'Donnell, situado justamente en la Avenida de las Trece Rosas, muy próxima al lugar donde fueron fusiladas el 3 de agosto de 1939. A diferencia del resto de figuras que descansan en el lugar, no sabemos a ciencia cierta si sus restos se encuentran en él, pero este monumento homenaje trata de paliar esa ausencia manteniendo viva la razón de ser de los cementerios: la memoria.

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