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La lucha por un tejido popular cultural en Mallorca: autogestión y redes sociales

Miembros del 'Colectivo Distopía'

María Pujalte

Mallorca —

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“Hace falta un tejido popular artístico en Mallorca”. Un grupo de artistas residentes de la isla han formado el ‘Colectivo Distopía’ ante “la falta de apoyo de la institución pública, las entidades privadas y los partidos políticos” a los artistas jóvenes locales. El objetivo principal del Colectivo es contar con un espacio para reunirse, expresarse y organizar exposiciones. En resumen, lograr en conjunto “fuerza para llevar a cabo el trabajo individual” desde unos pilares fijos: “Autogestión, antifascismo y solidaridad”.

Los miembros de ‘Colectivo Distopía’ lamentan, en una conversación con elDiario.es, que “en el circuito privado de galerías de Mallorca es muy elitista, muy correcto” y lo relacionan de forma directa con la turistificación de la isla: “Sucede algo habitual en regiones donde hay masificación turística. Se pierde la identidad del lugar y todo aquello que se crea está orientado a satisfacer a los turistas”.

Además, defienden que para ellos el arte es “mucho más que una obra atractiva” y resaltan la importancia del mensaje que pretende transmitir cada obra: “Para nosotros, hacer arte es sacar de la normatividad un mensaje, una queja de algo que sucede”. Por ello, a través del colectivo apoyan a esos artistas que “no pretenden tener un renombre ni una posición social superior”. 

Los jóvenes que forman 'Distopía' han solicitado a elDiario.es que todo aquello que contasen fuese trasladado de forma común, es decir, no constar como personas individuales, sino expresar sus preocupaciones y sus ideas como “miembros del colectivo”. Esto se debe a que consideran que todo lo relacionado con el grupo debe ser conjunto, y que la situación que denuncian afecta al total de los artistas que forman el 'Colectivo Distopía'.

Origen del colectivo 

La creación del colectivo fue, en realidad, espontánea. “Ya de por sí teníamos un grupo de amigos con intereses artísticos”, y acostumbrados a brindarse apoyo entre ellos, decidieron crear el ‘Colectivo Distopía’ con el objetivo principal de hacer exposiciones de artistas plásticos. Con el tiempo, se añadieron al grupo jóvenes de diferentes disciplinas, como tatuadores, fotógrafos y músicos.

La primera exposición la hicieron en Madrid, ya que todos vivían ahí en ese momento. “Tuvimos que huir de la isla para tener más oportunidades. La exposición fue en mi casa, un desastre. Me robaron dos tazas”, comenta uno de los creadores del Colectivo, entre risas. Pocos meses después, al volver a la isla, la repitieron en Palma. “Tenemos la intención de defender el arte local, por eso la repetimos aquí en cuanto pudimos, aunque todos los que expusimos en Madrid éramos de Mallorca”, aclara.

En las exposiciones y los eventos que organizan permiten la participación de cualquier artista, incluso a aquellos ajenos al Colectivo, aunque bajo algunos criterios fijos: “Priorizamos gente que no haya expuesto nunca, gente joven que no haya tenido la oportunidad”. Aunque su intención es que haya cabida para todos, en alguna ocasión han tenido que rechazar a artistas que tenían la intención de participar. “Para la última exposición hicimos una llamada abierta, pero fuimos muy tajantes, porque mucha gente que expone en galerías de arte nos hablaba porque les gustaba el estilo –que se está poniendo de moda– y les dijimos que no, porque no queremos que la gentrificación llegue a estos entornos”, cuenta uno de los miembros. 

Para la última exposición hicimos una llamada abierta, pero fuimos muy tajantes, porque mucha gente que expone en galerías de arte nos hablaba porque les gustaba el estilo –que se está poniendo de moda– y les dijimos que no, porque no queremos que la gentrificación llegue a estos entornos

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La organización de los eventos ha variado con el tiempo. La primera exposición les pusieron una multa por no pedir las licencias. En la siguiente, consiguieron los permisos necesarios y “con el apoyo de los vecinos de Canamunt, que consiguieron un escenario” y con la ayuda de s’Acadàmia de Algaida, que les dejaron el material, pudieron realizarlo “prácticamente a coste cero”, relatan dos miembros. 

Los jóvenes artistas de ‘Colectivo Distopía’ recuerdan la importancia de poder colaborar con otras entidades ciudadanas. La ayuda que recibieron en los eventos que han realizado les resultó un método de conciliación con el entorno cultural de la isla, por el hecho de poder confiar en otras asociaciones: “Lo mejor de contar con un tejido popular es poder delegar en otras personas, tener confianza en tu red para seguir creciendo y darse apoyo los unos a los otros”.

A pesar de que la organización fue positiva, el evento no se llevó a cabo como esperaban. “La policía paró los conciertos, nos pidieron identificaciones y todos los permisos, que los teníamos en regla”, cuenta un miembro del Colectivo. “Afectó al buen funcionamiento del evento, porque teníamos la licencia hasta cierta hora, y atrasó los conciertos y muchos grupos no pudieron tocar”, añade. “Sin embargo, cuando un grupo de neonazis se acercaron a increpar y amenazar, nos tuvimos que defender nosotros. La policía no hizo nada”, denuncia. 

Durante los eventos y exposiciones, los artistas que lo deseen pueden vender sus obras. Aquellos que forman parte activa del grupo, reinvierten el dinero en el Colectivo, con la finalidad de no depender de forma económica de ninguna entidad ajena y ser una iniciativa autogestionada. Sin embargo, aquellos artistas ajenos al grupo que decidan exponer y vender pueden quedarse con sus beneficios: “No nos deben nada, tampoco les cobramos por participar”. 

Durante los eventos y exposiciones, los artistas que lo deseen pueden vender sus obras. Aquellos que forman parte activa del grupo, reinvierten el dinero en el Colectivo, con la finalidad de no depender de forma económica de ninguna entidad ajena y ser una iniciativa autogestionada

Anti-Nit de l’Art

Desde el colectivo han organizado una celebración alternativa a la Nit de l’Art de Palma como protesta. “La Nit de l’Art es, en realidad, la representación exclusiva de la galería privada y un evento más para los turistas”, reivindican.

En primer lugar, su intención era boicotear directamente el evento: “Queríamos hacer una performance y presentar nuestra renuncia como artistas y como residentes al circuito cultural de la Nit de l’Art”. Sin embargo, decidieron aprovechar la oportunidad (ahora que han conseguido alquilar un local cerca de la calle Olmos) de organizar su propia exposición, el mismo día, como denuncia, que contará con una exposición plástica y otra audiovisual.

Los miembros del ‘Colectivo Distopía’ lamentan haberse visto con la necesidad de alquilar un local para poder llevar a cabo su actividad artística y cultural, por lo que denuncian “la falta de áreas en Mallorca para poder desarrollar estos proyectos, como ateneos populares o casales de barrio que ofrezcan espacios”. 

“Recuperar espacios para la música y la cultura en las calles”

La organización de la ciudadanía en colectivos autogestionados permite a los residentes, además, impulsar aquellas actividades culturales o de ocio que no encuentran apoyo público ni del sector privado. Es el caso de CRUI, un grupo que nació con el objetivo de “generar y recuperar espacios para la música y la cultura en las calles de Palma”.

Según Joan Colomar, artista y miembro de CRUI, el colectivo se creó “por la necesidad de reivindicar el espacio público”, ya que “todo está prácticamente privatizado”. El artista reivindica que “las calles y las plazas están llenas de terrazas de bares y las salas de conciertos ponen condiciones nefastas para los artistas”.

CRUI es un grupo de 5 jóvenes, pero además cuenta con una red de apoyo que está formada por lo que ellos denominan 'satélites': personas que ofrecen su ayuda para afrontar diferentes necesidades que puedan surgir en la organización y el montaje de eventos, el diseño de carteles, etc.

Colomar denuncia que las salas de conciertos o espacios culturales que daban apoyo a los artistas locales en Palma “han ido cerrando” y que el programa de conciertos de la ciudad es reducido. Vincula este hecho a “la complejidad de conseguir permisos para llevar a cabo eventos en las plazas”, situación que dificulta la organización de conciertos. “Se ha convertido en un control social, muy sutil, pero si todo son problemas cuando intentas organizar algo popular, dejas de intentarlo”, lamenta.

Si no tuviéramos una economía arraigada al turismo, sería más fácil apoyar otros sectores. En Palma todo procura poder sacar un rédito turístico: también la música y el arte en general

Joan Colomar, miembro de CRUI

Además, el artista también vincula la situación “problemática” de Palma con la masificación turística: “Si no tuviéramos una economía arraigada al turismo, sería más fácil apoyar otros sectores. En Palma todo procura poder sacar un rédito turístico: también la música y el arte en general”. No obstante, Colomar asume que “si la música local fuera un producto bueno de vender al turista”, quizás obtendría más ayudas, aunque en general “la situación sería peor y todo”, por la pérdida de identidad que podría suponer.

En los eventos que organiza CRUI, la dinámica es algo diferente a los conciertos convencionales: “Una de las máximas que tenemos es que no haya escenario, porque es una manera de diluir la frontera entre músico y público y crear un espacio cercano”. En una de las últimos actividades que llevaron a cabo, pasearon junto al grupo La Ludwig Band por “antiguos bares emblemáticos de Palma, como Ca N'Àngel, Es Pinzell o el Clandestino” y al final acabaron con un 'arròs brut' popular en la calle.

El apoyo de las redes sociales

En la misma línea, Marc Bergas, un joven de Palma, creó la revista ChunkyMagazine, un espacio que, según el creador, pretende “dar visibilidad a los artistas locales” y “crear cohesión entre ellos”. 

ChunkyMagazine nace de la idea de reunir en una misma plataforma el contenido de artistas locales que no tenían un canal de difusión establecido, o que no obtenían la visibilidad necesaria para darse a conocer entre los ciudadanos de la isla: “Me di cuenta de que en Mallorca hay una gran cantidad de gente produciendo mucho de contenido y de calidad. Encontré que subiendo el contenido a redes sociales pueden salir beneficiados tanto la gente que tiene algo a enseñar en el mundo como aquellos a los que les gusta estar al día de la situación cultural mallorquina”, explica Bergas.

La revista, que es de carácter divulgativo, de momento sólo cuenta con un perfil en la red social Instagram (@chunky_mag), pero Bergas no descarta permitir que la idea crezca y mudarse a otros formatos, como la página web o el papel. 

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