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Qué está pasando con las actrices argentinas: “No es un #MeToo, es un 'stop'; basta de violarnos y de obligarnos a ser madres”

Actrices Argentinas, durante la lectura del manifiesto en apoyo a Thelma Fardín.

Belén Remacha

Un grito del feminismo argentino ha vuelto a retumbar en el mundo y, sobre todo, ha pasado como un terremoto por el país: en la tele, en las redes y en las reuniones de lo que se habla es del “Mira cómo nos ponemos”. Es un grito y un movimiento, es la reapropiación de las palabras que, según la denuncia pública de la estrella infantil Thelma Fardín, le dijo el actor Juan Darthés a ella antes de violarla cuando todavía era menor: “Mira cómo me pones”. Fardín ha detallado este suceso en un vídeo con el apoyo de Colectivo de Actrices, en el que están unidas unas 400 compañeras. Ayudaron a Thelma incluso a pagarse el viaje a Nicaragua, donde sucedieron los hechos y donde lo ha judicializado. Las Actrices luego lanzaron un vídeo y manifiesto y celebraron un acto en Buenos Aires.

Lo que denunciaba Thelma Fardín era una agresión sexual del actor cuando ella tenía 16 años y él 45, en un hotel en el que se encontraban por la promoción del programa que compartían, Patito Feo. Lo contó en un vídeo, pero ya no solo se habla de ese vídeo: desde que lo hiciera Thelma, miles de mujeres han narrado la violencia sexual que han padecido, en una suerte de #Cuéntalo. Las Actrices recibieron en las siguientes 24 horas a la publicación del vídeo y manifiesto unas 30 denuncias. Juan Darthés acumula con la de Thelma cuatro –en el pasado le habían acusado Calu Rivero, la que más mediática se hizo y más insultos recibió, Natalia Juncos y Ana Coacci–. Y ronda el anuncio de que le va a llegar alguna más próximamente.

El Colectivo de Actrices no considera que con el “Mira cómo nos ponemos” estén haciendo exactamente un #MeToo argentino. Cuenta al teléfono Marina Glezer, una integrante, que no va a consistir en “una ola de denuncias diciendo 'a mí también'. Esto tiene más que ver con decir 'stop'. Basta. Respétennos. Somos mujeres, esa idea radical de que somos humanas. Déjennos de violar, de obligarnos a ser madres, de sentirnos como objetos. Somos mujeres deseantes”. Lo de Thelma Fardín es estructural: según una encuesta, el 66% de intérpretes del país había sido víctima de acoso o abuso sexual trabajando. Aunque no lo limitan a la actuación pura: hace una semana Clarín llevaba el caso de acoso a una asistente de vestuario.

El caso de Fardín detonó la explosión, pero la mecha llevaba ya tiempo prendida: todo el 2018 en Argentina estuvo vestido por los pañuelos verdes por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. El 8 de agosto –cuando no se logró la mayoría en el Senado para despenalizarlo–, lejos de venirse abajo, todas cogieron fuerza. “No hay desánimo. Fuimos dos millones en las calles. Ves niñas, ves jóvenes, ves futuro. Aunque no es ley, ahora es más fácil abortar para las mujeres pobres: creamos redes y clamor popular”, sigue Marina Glezer. El Colectivo de Actrices Argentinas, como otros muchos entonces, surgió por esa lucha por el aborto y no se identifica con “ningún espacio político” más allá del feminista. Así que este caso les pilló organizadas.

No tienen portavoces oficiales. Unas vienen del ‘off’, pero otras como Dolores Fonzi, Cecilia Roth o Lali Espósito, “unas más en las asambleas”, son quienes han ayudado a amplificar el altavoz. Tienen comisiones. Están algo “desbordadas” porque todavía –el lunes, siguiente paso, se reúnen para solucionarlo– no cuentan con la asesoría legal suficiente para gestionar el momento. “La finalidad última es denunciar el poder del sistema de complicidades: las aberraciones sobre nuestros cuerpos por el hecho de ser mujeres”, sigue Glezer. Lo que añade otra, la “comediante” Ale Bavera, es que no quieren que el 'Mira cómo nos ponemos' se quede en un “escrache” contra alguien: “Si hay muchos pero se quedan en escraches, no hay ninguno”.

Quién es Juan Darthés

Las actrices se han organizado de manera tan efectiva mientras en España no ha habido una réplica clara en el sector. “Yo creo que nos tenemos que reunir con las españolas y a lo mejor darles un empujoncito”, propone Ale Bavera, que está recién llegada a Madrid desde Buenos Aires, donde participó en el acto del Colectivo. Tampoco es fácil el paso que han dado: por haberse implicado en la lucha feminista, de muchos sitios ya no las llaman por “conflictivas” o las acusan de mentir. “Ninguna mujer quiere pasar por esto. Thelma tuvo que contar hasta cuántos dedos le había metido. Le montaron guardia los periodistas. Calu estaba en el pico máximo de su carrera y se tuvo que ir a Nueva York y parar de actuar”, recuerda Bavera.

Julia Mengolini, periodista narradora y participante del proceso feminista, apunta que Juan Darthés, de origen brasileño, “no es un pez gordo. No es un Weinstein, no es un productor. Sí un actor conocido. Si en algún momento fue galán, ahora tiene un perfil de ficciones de corte infantil-juvenil”. “Pero no sorprendió tampoco a nadie”, incide. Patito Feo fue una telenovela que se emitió en Argentina entre 2007 y 2008, dirigida al público infantil y juvenil. Fue un fenómeno en Latinoamérica, motivo por el cual los actores se iban de gira a otros países a presentarla. Y la razón de que estuvieran Darthés y Fardín –él era figura principal y ella interpretaba a la mejor amiga de la protagonista– en la habitación de hotel de Nicaragua en la que presuntamente la agredió en 2009.

A él se le ha dado la oportunidad de expresarse en televisión: su defensa ha consistido en declarar que fue Thelma Fardín, a sus 16 años, quien se le insinuó, y que él la rechazó porque ella “tenía novio”. También se ha visitado su vecindario, y la cobertura mediática, como apuntaba Baviera, ha tenido muchos puntos negros: se ha buscado hasta al médico que atendió a la actriz tras la violación, en el Instituto de Medicina Legal de Managua. Otros han pedido perdón a Calu Rivero, la anterior denunciante, por no haberle creído. Lo suyo fue en 2012 y como miembros de otro show, Dulce Amor. Ahora, se le cuestiona a Fardín que “tardase” nueve años en denunciar.

Los Encuentros Nacionales y las Abuelas

Todas las entrevistadas coinciden en algo al tratar de transmitir qué pasa en Argentina para que incluso en el espectáculo haya habido organización: la tradición de militancia. “Sigue muy presente la resistencia a la dictadura. Sabemos que no nos queda otra que salir y luchar”, recuerda Bavera. Julia Mengolini habla de una “historia larga” del feminismo, pero sitúa el antes y el después en la movilización contra el feminicidio ‘Ni una menos’ de 2015: “Ese es el embrión para que luego se masifique la pelea pro aborto, más concreta y visible”. “En Argentina todo el mundo milita en algún lado, siempre en las calles. Claramente, toma algo de eso, pero ahora se incorporan chiquitas jóvenes, a las que ves con los pañuelos verdes colgados de las mochilas”.

En toda esa estructura hay un punto que muchos han recordado y que Mengolini cree “importantísimo e invisibilizado”: los Encuentros Nacionales de Mujeres. Se celebran desde hace 30 años en distintas ciudades del país. “Cada vez son más masivos. Es un hecho político inmenso. Es una estructura horizontal, sin líderes, pero de los que sí surgen referentas históricas”, continúa la periodista, directora de la radio Futurock. “La legalización del aborto no se hubiera discutido tanto este año de no ser por que primero se organiza un grupo de mujeres ahí. Luego muchas chicas que militan no las conocen, pero fueron semilla en el camino”.

Hay otro factor con el que confrontan: la Iglesia. “Una institución opresiva con las mujeres, que también silencia y vive de las complicidades en este país. Muy adinerada, con curas pedófilos, en contra de la educación sexual integral y del aborto no punible”, según Marina Glezer. Fue por su influencia que el aborto no salió adelante en el senado y fue por eso la respuesta más rápida tras el 8-A: una apostasía colectiva para que la Iglesia dejase de contabilizar a sus bautizados como forma de conservar poder.

Y entre todas esas referencias de lucha contra el poder hay una a la que vuelven todo el rato: las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo. “Ves a una mujer de 90 años que pelea, que sigue esperando encontrar a su nieto. Es una emoción terrible y piensas ¿cómo no voy a hacerlo yo?”, se pregunta Ale Bevara. “Y a ellas también las han llamado locas, también les han dicho que solo quieren dinero. Como a nosotras ahora nos están haciendo con el 'Mira cómo nos ponemos”.

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