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Los papeles de Panamá allanan el terreno para el primer ‘Gobierno pirata’ de Islandia

Birgitta Jónsdóttir, líder del Partido Pirata de Islandia.

Èric Lluent

El primer ministro de Islandia, Sigmundur Davíð Gunnlaugsson (del conservador Partido Progresista), dio un paso atrás este martes a raíz de las revelaciones de los papeles de Panamá que lo involucran con una empresa ubicada en el paraíso fiscal de Tórtola, una de las Islas Vírgenes Británicas. En la jornada del lunes Islandia vivió una movilización histórica en Austurvöllur, la plaza situada frente al Parlamento, que reunió a más de 10.000 personas, aproximadamente un 3% de la población del país.

Después de la concentración en el centro de Reikiavik y de la ola de indignación ciudadana que corre por las redes sociales islandesas, Gunnlaugsson se vio forzado dejar el cargo temporalmente (a priori parecía que había dimitido pero un comunicado enviado a la prensa internacional por la noche indicó que sólo deja el cargo por “un tiempo indeterminado”).

De momento, será sustituido por Sigurður Ingi Jóhannsson, ministro de Pesca y Agricultura en el actual Gobierno. A la espera de la aceptación formal de este cambio por parte del presidente de la República, ahora la gran incógnita es saber si el socio de gobierno de Gunnlaugsson, el Partido de la Independencia liderado por Bjarni Benediktsson (su nombre también aparece en las filtraciones), decidirá romper la coalición que gobierna el país desde mayo de 2013 o aprobará la incorporación de Jóhannsson al frente del Ejecutivo para aguantar hasta las elecciones previstas para la primavera del año que viene.

Según los datos hechos públicos la semana pasada por RÚV, la televisión pública islandesa, el Partido Pirata tiene actualmente una intención de voto en las encuestas del 36,1%, siendo la primera fuerza de los sondeos, seguida por el Partido de la Independencia, que sumaría un 23,2%. Por su parte, el partido de Gunnlaugsson contaría con el apoyo del 12,1%, aunque estos datos son de antes de conocerse el escándalo financiero del primer ministro y es más que probable que empeoren en las próximas encuestas.

Ante este escenario, el principal beneficiado político de la situación actual es el Partido Pirata, uno de los promotores de las protestas de esta semana. Si se celebran elecciones anticipadas, Islandia estaría muy cerca de convertirse en el primer país del mundo con un Gobierno liderado por un Partido Pirata.

Nacido de una escisión dentro del Movimiento de los Ciudadanos, la organización política que surgió de la Revolución de las Cacerolas en 2008, el Partido Pirata está liderado por Birgitta Jónsdóttir, conocida activista y poeta. La versión islandesa es una réplica del Partido Pirata de Suecia, fundado en 2006 por Rick Falkvinge, político formado en las juventudes del mayor partido de centroderecha sueco.

En su manifiesto de presentación a la sociedad sueca, publicado en agosto de 2006, el primer Partido Pirata dejaba clara su neutralidad respecto al eje izquierda-derecha. “Estamos preparados para apoyar un Gobierno socialdemócrata o un Gobierno no socialista”, apuntaba el texto, que defendía su único posicionamiento en las cuestiones vinculadas a Internet, la transparencia y la calidad del sistema democrático.

Teniendo en cuenta el precedente de aparente neutralidad ideológica del primer Partido Pirata de la escena política internacional, cabe preguntarse cuál es el programa que presentará la formación islandesa liderada por Jónsdóttir. Una de sus principales promesas electorales es la aprobación en sede parlamentaria del borrador constitucional redactado en 2011 por 25 ciudadanos votados en las urnas.

A pesar de que fuera de la isla muchas personas creen que Islandia votó y aprobó una nueva Constitución “escrita por el pueblo”, la verdad es que esta propuesta jamás fue presentada formalmente en el Parlamento por la coalición de centroizquierda que gobernó después del colapso. La actual coalición, con estrechos vínculos con el todopoderoso sector pesquero nacional y el financiero, jamás ha planteado su votación. Desde el inicio del proceso de redacción, se opuso abiertamente a la reforma de la Carta Magna.

Con un discurso que conecta muy bien con los jóvenes y con los sectores más perjudicados económicamente por el colapso de 2008, Jónsdóttir está cada vez más cerca de ocupar el cargo de primera ministra de Islandia, lo cual también le acarrearía algunos problemas de calado si pretende asegurar la estabilidad del país. Con la deuda neta a niveles históricos y con la vigencia aún de un sistema de control de capitales, Jónsdóttir debería ponerse al frente de las importantes reformas que debe afrontar el país para acabar con el 'corralito' en el que vive inmersa la sociedad islandesa desde hace siete años y medio.

El fin del control de capitales conlleva un riesgo alto de fuga de las inversiones extranjeras que han estado atrapadas en la isla desde la caída de los bancos y que, después de todo, no tienen mucha confianza en el sistema económico islandés.

Algunos politólogos y sectores de la izquierda islandesa advierten de que la falta de posicionamiento ideológico de Jónsdóttir puede suponer una gran decepción para los ciudadanos de todo el mundo que esperan una auténtica revolución impulsada por el primer 'Gobierno pirata' de la historia.

“Tanto la propensión de este partido hacia una forma apolítica y naïf como la preocupante presencia de una creciente ala derecha liberal en sus bases es probable que eviten una unidad de acción en torno de una agenda de izquierdas”, critica en un artículo reciente Vidar Thorsteinsson, miembro de movimientos sociales y candidato a doctor en la Ohio State University.

Jónsdóttir también recibe críticas de sus antiguos compañeros de filas en el Movimiento de los Ciudadanos, que la acusan de bajarse del barco cuando el apoyo popular fue menguando a medida que se acercaban las elecciones de 2013 para buscar una nueva plataforma política que asegurara su continuidad en la vida pública.

A la espera de nuevos acontecimientos, la publicación de los papeles de Panamá que involucran al primer ministro islandés y a dos ministros de su Gobierno ha allanado el terreno a los Piratas para que, en cosa de unos meses o, como mucho, un año, lleguen a gobernar con el apoyo de algunos de los partidos de la izquierda tradicional de la isla: la Alianza Socialdemócrata o el Movimiento de Izquierda-Verdes, o el Futuro Brillante, un partido de centroizquierda crítico con el sistema de poderes actual.

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