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Dilma Rousseff defiende la inocencia de Lula y le confirma como única opción del PT para las elecciones

Dilma Rouseff en la conferencia celebrada en Casa América.

Víctor David López

La mujer tratada de forma más injusta de todas las que un día osaron hacer política en Brasil –así la definió Lula da Silva en su último discurso en libertad el sábado– ha denunciado Dilma Rousseff el martes en Madrid que sus rivales los “han querido destruir política, social y civilmente, pero no podrán.” Ha defendido a su compañero de partido y predecesor en el cargo, y le ha confirmado como candidato, a pesar de llevar tres días en prisión para comenzar una pena de doce años. 

La expresidenta brasileña, apartada de su cargo por el proceso de destitución que comenzó hace ahora dos años (abril de 2016), considerado por la izquierda brasileña como un golpe parlamentario, ha viajado a Madrid para participar en la conferencia “Brasil, una democracia amenazada”, organizada en Casa América por la Universidad Carlos III, la Cátedra de Estudios Jurídicos Iberoamericanos y la editorial Tirant to Blanch. El acto ha contado con la presencia también de José Eduardo Cardozo, exministro de Justicia de Rousseff y su habitual mano derecha, y el periodista y consultor político Luis Tejero. 

La contextualización histórica de Rousseff fue intensa: “En América Latina comprendemos bastante lo que es la democracia, y la diferencia entre democracia y dictadura, y la pérdida de derechos.” Los golpes, según ella –que luchó contra la dictadura y que fue detenida y torturada–, ahora son diferentes, responden a exigencias del mercado, y se llevan a cabo en el Parlamento.

“Cuando yo nací, solo habían pasado 59 años desde la abolición oficial de la esclavitud”, recuerda. La herencia de la vergüenza es la diferencia abismal entre las clases, las dificultades para los clases populares y la exclusión social de buena parte de la población. “Esto fue lo que los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) tuvieron que enfrentar”, señaló Rousseff. 

Rousseff denunció que su proceso de destitución no fue más que el principio, porque para llevar a cabo sus planes “les hacía falta el poder”. Por eso había que terminar también con las intenciones de Lula de volver a presentarse como candidato para las elecciones de octubre. El mayor manjar para el nuevo poder establecido por Michel Temer es la reforma de la seguridad social, según la expresidenta: “Allí están las más grandes fuentes de recursos”. 

“El proceso contra Lula está distorsionado”, ha declarado Rousseff, porque para acusarle “tiene que haber un acto definido y un beneficio. El juez dijo que el acto no estaba definido. Y Lula nunca tuvo esa propiedad [del apartamento que una constructora asignó al expresidente a cambio de otros favores, según la sentencia condenatoria], ni un agente de por medio, ni ninguna documentación a su nombre en el registro”.

Fue revelador ver cómo en ese mencionado último discurso de Lula da Silva tuvieron más peso el futuro de los jóvenes Guilherme Boulos (35 años. Partido Socialismo e Liberdade, PSOL) y Manuela D'Ávila (36 años. Partido Comunista do Brasil, PCdB) que los posibles candidatos que pueda presentar a las elecciones presidenciales el propio (PT) en caso de su inhabilitación definitiva: Fernando Haddad –exalcalde de São Paulo– y Jaques Wagner –exgobernador del Estado de Bahía–. Es decir, Lula sigue siendo el Plan A incluso para él mismo. No existe nadie más.

Las escasas opciones del PT

La duda es qué podrá hacer el Partido de los Trabajadores para que Lula salga de prisión. Rousseff dice que lucharán en todas las estancias jurídicas posibles y harán muchos kilómetros. “Vamos a movilizar a juristas y académicos para sostener las peticiones y mostrar la problemática. Estaremos por todo Brasil hablando de esto. Él ya no puede ir, así que iremos nosotros”. Pedirán del mismo modo la solidaridad internacional. “No vamos a renunciar a la candidatura de Lula hasta el último momento. No vamos a colocar en la pauta otra alternativa”.

El PT tiene muy poco tiempo para que el Tribunal Supremo acepte revisar la sentencia, o que al presentar la candidatura de Lula da Silva en agosto, el Tribunal Electoral tarde tanto en declararla nula (todo puede pasar) que el expresidente tenga tiempo de volver a ganar unas elecciones y blindarse. 

Como era de imaginar, las relaciones políticas desde el otro lado del muro ideológico brasileño explican bien a las claras la polarización de la política brasileña. 

“Tenemos que fijar unas normas para que la población sepa cuáles son las reglas del juego”, dijo el presidente Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB).

Marina Silva (Rede Sustentabilidade, REDE), muy cercana a Lula en su momento, opina que el PT debe aceptar el veredicto de los tribunales: “Personas que han contribuido con nuestro país ahora están, debido a errores que han cometido, y de acuerdo con el principio que marca que la ley es para todos, respondiendo por sus actos. Esto no es motivo de regocijo. Es motivo de tristeza”.

El expresidente Fernando Henrique Cardoso, que sigue guardándose la baza de apoyar a un precandidato y darle su impulso (se ha llegado a hablar de la estrella televisiva Luciano Huck), tampoco tiene piedad: “El Tribunal Supremo decide y nosotros obedecemos. Cuando la decisión está tomada, se acata. Quien no esté conforme, que recurra. Estamos en una democracia, y eso es más importante que cualquier otra cosa”.

También celebró la detención de Lula el ultraderechista Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal), diputado más votado en el Estado de Río de Janeiro: “A mí entender Brasil ha marcado un gol contra la corrupción y contra la impunidad, pero el enemigo todavía no está eliminado. Tenemos que elegir un presidente que sea honesto, que lleve a Dios en el corazón y que sea patriota. Con Lula preso y la ley de la ficha limpia, no va a poder disputar las elecciones. Espero que no inventen una salida para que él”.

Aún suenan más posibles candidatos a presidente para octubre: Ciro Gomes, Geraldo Alckmin, Henrique Meirelles, Joaquim Barbosa y Rodrigo Maia. Por eso los meses que vienen por delante se anuncian apasionantes. Además, como ha recordado Rousseff en Madrid, este terremoto de idas y venidas han provocado algunos cambios: “Hemos crecido en las encuestas, y Lula es el precandidato a la elección presidencial que menos rechazo suscita”.

Como colofón, y ya desde el ámbito personal, Dilma se muestra combativa en Madrid ante una platea volcada a su favor: “Ver a Lula en la cárcel, incluso a hombros del pueblo, es una  situación muy triste. Yo no tengo dudas. Lula es inocente. Está en la cárcel, pero es el gran protagonista de las elecciones de 2018”.

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