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ENTREVISTA

Francisco Louçã, Bloco de Esquerda de Portugal: “Comienza un ciclo para la derecha con más agresividad”

Francisco Louçã, exlíder del Bloco de Esquerda

Víctor Honorato

Enviado especial a Lisboa —

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Militante contra la dictadura en los 70, fundador del Partido Socialista Revolucionario en los 80 y líder del Bloco de Esquerda (BE) de 1999 a 2012, Francisco Louçã (Lisboa, 1956), catedrático de economía y miembro del consejo de Estado portugués, sigue siendo un referente para su formación, que ahora encabeza Catarina Martins.

Ni el Bloco ni el Partido Comunista lograron arrastrar al Partido Socialista (PS) de António Costa a asumir medidas más marcadamente de izquierdas en la negociación de los presupuestos y el desacuerdo acabó en elecciones, las más apretadas que se recuerdan. “La izquierda no aceptó ser prisionera en una situación de degradación social y laboral”, defiende el profesor, que aún ve posibilidades de reeditar la ‘jerigonza’, “si el PS quiere”.

Hay una herida en Portugal que la izquierda no quiere que cicatrice en falso. Es el paso de la troika, a cuenta de la crisis financiera de hace una década, y el reguero de recortes sociales que siguen sin revertirse. “Los compromisos que el PS tendría que haber aceptado para que no hubiese crisis presupuestaria eran pequeños”, defiende Louçã por teléfono mientras menciona como ejemplo el precio de las horas extra o los días de vacaciones. “No era ninguna revolución”, asegura.

El futuro del Servicio Nacional de Salud, el otro gran punto de conflicto con los socialistas, podría encauzarse, considera, siguiendo las directrices de Antonio Arnaut, uno de los fundadores del Partido Socialista portugués y padre de la sanidad pública lusa, que el Bloco había hecho propias. “El PS tiene miedo. Costa dijo que no le quería retirar negocio a la privada, una expresión extraordinaria […], trágica y que no tiene nada de socialdemócrata. Es reaccionaria”.

Un acuerdo de refuerzo del sistema público “era posible y habría tenido un efecto movilizador muy importante porque se vería la diferencia inmediatamente”, juzga el catedrático, que hace cuentas: “Con 10 millones de habitantes, hay un millón de personas en Portugal que no tienen médico de familia. Es gigantesco. Supone una inseguridad muy grande para mayores y enfermos crónicos que se resolvería contratando a 600 médicos, cuando el país forma cada año a 400”.

El Bloco defiende la nacionalización de empresas estratégicas, que llama “desprivatización”, pero que los socialistas rechazan por su impacto en las cuentas públicas. Aunque Louça reconoce las grandes dificultades para el control público de empresas en el sector bancario, opone el caso del servicio de correos, en declive desde su paso a manos privadas, y que el Estado podría haber recuperado “con un coste inferior a 80 millones de euros”.

La posibilidad de poner coto a los oligopolios energéticos, en los que hay una fuerte presencia extranjera (la luz y los combustibles son sensiblemente más caros en Portugal que en España) apenas se discutió en los debates, aunque Louçã reconoce que “ante una campaña tan incierta el debate político gana otra importancia”.

Perder para ganar

El antiguo dirigente del BE opina que una pérdida de apoyos de su formación o de los comunistas puede, paradójicamente, escorar al PS a la izquierda si los votos siguen siendo suficientes para “condicionar la formación de una mayoría, después de un ‘shock’ en el que el Partido Socialista provocó elecciones para tener mayoría absoluta y fracasó”. Esto si no se confirma uno de los escenarios del que alertan las izquierdas, como sería la formación de un Gobierno en minoría entre PS y PSD (centro-derecha) para un escenario de media legislatura. “Es lo que prefieren los dirigentes del PS, y al PSD le conviene tácticamente, porque aprovecha el desgaste de los socialistas pensando en el largo plazo”.

Louçã ve al primer ministro cansado, tras seis años de gobierno, los dos últimos haciendo frente a la pandemia. La respuesta a la COVID “concentró mucho la atención social en la acción de gobierno y permitió un protagonismo permanente del control de la vida pública. [António Costa] pensó que le daría una gran supremacía electoral, pero, aunque sí tuvo un efecto, no ha sido determinante”. Enfrente, con los sondeos apuntando a un alza de la derecha liberal y la ultraderecha, el economista cree que “comienza un ciclo para la derecha con más agresividad social, desprecio a los pobres, los parados, con presión a la baja sobre los salarios”, ante el cual “la izquierda tiene que estar a la altura con una política unitaria, capacidad de convergencia, medidas que responden a la sociedad y movilización. ”Es un mundo más polarizado y difícil“, concluye, con una referencia que remite a sus orígenes militantes: ”El adversario se recicla, pero la lucha es permanente“.

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