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Análisis

Milei, fenómeno cavernario que fracasa en el barrio

Javier Milei junto a Santiago Abascal, líder de Vox, tras su intervención en la convención política "Europa Viva 24", el domingo 19 de mayo de 2024.
21 de mayo de 2024 13:14 h

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Javier Milei trasciende fronteras por sus exabruptos, sus propuestas disparatadas, el recorte de un tercio del poder adquisitivo de las jubilaciones en apenas un trimestre o la maquinaria propagandística liberal que elogia la reducción de la inflación desde el pico de 25% mensual generado por la devaluación implementada por el propio ultra en diciembre pasado. Son las postales del fenómeno Milei, que a algunos abochorna, a otros les causa gracia y a otros, los extremistas, les atrae como una vía para derrotar a la izquierda. 

En un fin de semana de estruendo, España pudo conocer de primera mano, sin los recortes que impone la distancia, las aptitudes y la praxis del ultraderechista que gobierna Argentina.

Para Milei, el ruido provocado en Madrid es otro episodio de lo que suele proclamar en sus redes como “FENÓMENO BARRIAL”, así, en mayúsculas, como recurso irónico para representar lo que supone una proyección internacional deslumbrante.

Un encuestador dijo alguna vez que el polemista lanzado a la carrera por la presidencia argentina era un “fenómeno barrial”, como sinónimo de endógeno, sin mayor alcance. Ello, para un ego en problemas, constituyó un “ataque sucio y despiadado” que debe ser reparado de por vida. 

Corresponde medir la dimensión de Milei en Madrid en función de la agenda desplegada. 

El congreso Europa Viva 24, organizado por el partido de ultraderecha Vox, se dio en el marco del inicio de la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo, que tendrán lugar el próximo 9 de junio. 

Es cierto que Milei, con su histrionismo, el agravio personal a Pedro Sánchez y sus fobias anticomunistas, se apropió del escenario, eclipsando al anfitrión, Santiago Abascal, líder de Vox. Igual que a otros invitados al encuentro, como la francesa Marine Le Pen y el chileno José Antonio Kast, que son hoy jefes opositores en sus respectivos países y, por lo tanto, están un escalón más abajo que el argentino, que gobierna. 

La italiana Giorgia Meloni podría haber competido con el ultra sudamericano en la atracción del foco, pero frenó a tiempo. Su presencia en Vistalegre se daba por descontada, pero unos días antes anunció que enviaría un vídeo. La presidenta del Consiglio dei Ministri está en pleno trance para ser admitida en la gran liga de los conservadores europeos, por lo que una foto con un presidente del extremo Sur que insulta, celebra la masacre en Gaza y promueve la extinción del Estado no era lo más conveniente en las semanas previas a las elecciones europeas. Meloni compite por todo el voto conservador de Italia, no sólo por el margen de negacionistas del fascismo que representó en sus orígenes.

Meloni compite por todo el voto conservador de Italia, no sólo por el margen de negacionistas del fascismo que representó en sus orígenes

Milei atrae a la ultraderecha global por su éxito en las urnas, pero la agenda no es del todo homologable en diferentes latitudes. Vox, por caso, es ultraliberal en lo económico, pero mira con distancia el minarquismo, la reducción del Estado a la mínima expresión, que dice promover el presidente argentino.

El partido de Abascal añora un Estado vigilante, en algún grado compasivo con los “verdaderos españoles” y hostil a los inmigrantes. Milei, en cambio, repara menos en el combate a los extranjeros —de hecho, su popularidad no es menor entre inmigrantes latinoamericanos en Argentina— y, salvo en lo referente al aborto, no se muestra obsesionado como Abascal por los estandartes del integrismo católico. Para compensar su falta de interés en la lucha contra el matrimonio igualitario y la identidad de género, el líder de La Libertad Avanza regaló a Europa Viva 24 la presencia de su secretario de Culto, Francisco Sánchez, un ultramontano lefebvrista importado del PRO de Mauricio Macri. 

Fuera de los aplausos en Vistalegre y el rebote en las redes de Vox, la estancia de Milei en Madrid debe calificarse como un fracaso en sus términos. 

Se vació la agenda

Hechos. Ya en España, Milei anunció que se encontraría con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, máxima referente de la línea dura del Partido Popular (PP) y mimada por la exuberante prensa conservadora de España.

Díaz Ayuso suele apuntar a la denominada “corrección política” progresista, una estrategia que le ha dado frutos en su disputa con el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. El juego empuja al jefe de la oposición española a sobreactuar posiciones extremas que se supone no van con su naturaleza. En esa línea, Diaz Ayuso dio la bienvenida hace rato a Milei y recorrió la misma línea conceptual contra la “justicia social” como un igualitarismo artificial de la izquierda. 

Esta vez, acaso por razones similares a las de Meloni, Díaz Ayuso privó a Milei de un selfie para ser publicado bajo el rótulo “fenómeno barrial”. Tampoco hubo ocasión para una cita con Núñez Feijóo, que había sido barajada por el presidente argentino como opción.  

Pedro Sánchez es reconocido incluso por sus críticos por su habilidad para hacer esgrima en la cornisa y sacar provecho de situaciones críticas. Hay razones para intuir que el líder socialista español, al tanto de la tendencia de Milei a sobreactuar, le puso la mesa, sabedor de que Milei rompería la cristalería. 

El jefe de Gobierno español aludió a Milei en un discurso en Barcelona, el sábado, como el referente de la “internacional ultraderechista que odia todo” lo que “nosotros representamos como sociedad”. El argentino, que apaga fósforos con gasolina, dio el paso y agravió a Sánchez. Un jefe de Estado atacando en forma soez a su par del país que visita pasa toda raya de lo admisible en relaciones internacionales. Sin margen para otra cosa, Díaz Ayuso y Núñez Feijóo tomaron distancia de la hipérbole del incómodo visitante, a quien ubicaron en el mismo plano que Sánchez, el peor lugar en su imaginario.

De la foto masculina al repudio

“Fabuloso” fue el encuentro del sábado por la mañana con los hombres de grandes empresas españolas, en la narrativa de Milei. Nuevamente, un paso en falso. Antonio Garamendi, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), rechazó “profundamente estas declaraciones fuera de tono”. Telefónica, Abertis, Santander, Naturgy, Iberia y BBVA, solícitas para la foto masculina del sábado, sumaron un repudio inédito contra un presidente argentino que se dice promercado. 

Habría que remontarse a la pelea del peronista de centroizquierda Néstor Kirchner con la CEOE en 2003, cuando el presidente peronista resistía presiones para dolarizar tarifas, o la expropiación de YPF a Repsol, en 2012, para encontrar a la nomenclatura del gran capital español en una posición unánime de crítica a un Gobierno argentino. Al fin y al cabo, la recuperación de YPF tras la ruinosa gestión de Repsol otorgó un sentido al enfrentamiento, y ni aun así llegó a los decibeles que alcanzó en esta oportunidad por las diatribas gratuitas de un ultra.

Milei cree que es un gran divulgador de ideas y presume de intelectual. La presentación de un libro editado por Planeta fue otro de los motivos del viaje a Madrid, y derivó en una publientrevista en el diario La Razón, propiedad de esa casa editorial. Otro mal paso. El sello Deusto, de Planeta, debió retirar los ejemplares ya distribuidos de El Camino Libertario por datos falsos en la solapa de la obra. Pecó Milei, por atribuirse estudios que no cursó, o la editorial, por no cuidar siquiera la minibiografía del autor, o ambos. Así las cosas, la prensa española volvió a posar su mirada en los numerosos plagios en que incurrió el mandatario argentino en su obra bibliográfica. 

La prensa española volvió a posar su mirada en los numerosos plagios en que incurrió el mandatario argentino en su obra bibliográfica

El amigo Netanyahu

La relación con Brasil, el principal socio estratégico de Argentina, no se deterioró tanto como con España o Colombia (“Gustavo Petro es un terrorista asesino”) simplemente porque Luiz Inácio Lula da Silva (“zurdo salvaje apoyando dictadores, tipos que violan derechos humanos, autócratas con las manos manchadas de sangre”) no quiso. Otro tanto ocurre con el Gobierno de China, defenestrado como “dictadura comunista”. Las relaciones diplomáticas con ambos países, principales socios comerciales, se mantiene en el plano formal, contracara de una frialdad estratégica de Pekín y Brasilia, cada uno a su modo, para abordar una agenda crucial para Buenos Aires. 

A Milei le queda Benjamin Netanyahu. 

Sería meritorio si el primer ministro israelí no tuviera petición fiscal de la Corte Penal Internacional por los presuntos crímenes de lesa humanidad que ya se cobraron la vida de 35.000 palestinos en Gaza. Es tal la desmesura de Milei sobre Gaza, negadora hasta del término “excesos”, que su postura resultó más inhumana que hasta la de Donald Trump, su admirado referente, quien se permitió pedir que “dejen de matar personas”. 

El Estado argentino gasta millas en fotos de Milei con Trump, o con Elon Musk, o en encuentros pseudoacadémicos y pseudohumanitarios con la derecha judía de Estados Unidos. En junio tiene otra cita de segundo orden en Madrid en el Instituto Juan de Mariana. Recibirá un premio que valdrá tanto como el doctorado honoris causa en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas, una universidad privada de Buenos Aires creada por Alberto Benegas Lynch hijo, “el máximo prócer de las ideas de la libertad” que propone privatizar mares y ballenas. 

En seis meses en el Gobierno, Milei no pisó ningún país latinoamericano, ni recibió a ninguna visita de relevancia, excepto el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien pasó horas por Buenos Aires en el marco de una gira regional. Una escala de Laura Richardson a una base de Tierra del Fuego (extremo sur) hizo que el mandatario argentino arribara casi a la medianoche a la provincia austral, ataviado con un uniforme de fajina. Esa fue una de las tres efímeras visitas a provincias realizadas por Milei desde que ejerce el cargo.

Acaso le quede grande a Milei la calificación de “fenómeno barrial” tomado en su literalidad. Es profeta en la cuadra ultra, pero apenas da vuelta a la esquina, sus vecinos de la derecha no parecen muy entusiasmados con su presencia. A Abascal, portador de una violencia distinta pero asimilable a la de Milei, le causa fascinación. ¿La persona en sí, sus ideas, o el hecho de que haya logrado la victoria que al líder de Vox le es esquiva?  

El inefable Fondo Monetario Internacional y ciertas voces de Wall Street (menos de las que parecen) dejan ver su entusiasmo por la posibilidad de ver coronada la receta maximalista en el país señalado como más díscolo, en el que tantas veces fracasó el ensayo que promueven.

Si la debacle social y económica de los primeros meses de Milei en la Casa Rosada se transforma en el sello definitivo de su Gobierno, el mundo de las finanzas será el primero en abandonar el barco, y el ultra quedará solo frente al espejo de Abascal, la solapa falsa de su libro y el premio del Juan de Mariana.

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