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CLAVES

¿Quiénes son los enemigos de Israel y amigos de Hamás que pueden sumarse al conflicto?

Una manifestación en Beirut de seguidores de Hizbulá, que portan banderas del grupo chií y palestinas.

Francesca Cicardi

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Después del sorpresivo y brutal ataque lanzado el pasado fin de semana contra Israel, el grupo palestino Hamás se ha consagrado como el principal movimiento de “resistencia” armada frente al “enemigo sionista” y ha atraído las alabanzas y los apoyos de otros grupos armados en todo Oriente Medio, desde Líbano hasta Irak y Yemen.

Hamás, de ideología islamista, ha hecho sombra en los últimos años a la menos religiosa Organización para la Liberación de Palestina, sobre todo a raíz de la muerte de su histórico líder Yaser Arafat. Junto a otros grupos, también islamistas, integra el llamado “eje de la resistencia” frente a Israel, que ahora amenaza con activarse desde varios frentes.

Desde el norte, Hizbulá

El grupo chií libanés Hizbulá tiene una gran influencia política y presencia militar en Líbano, y también en la vecina Siria, donde apoya a las tropas del presidente Bashar Al Assad. En verano de 2006, ya se enfrentó a Israel en una cruenta guerra que estalló después de que milicianos de Hizbulá capturaran a dos soldados israelíes y mataran a otros tres en una incursión en su territorio a través de la frontera sur del Líbano –que esta semana ha sido escenario de varios intercambios de fuego–. En más de un mes de enfrentamiento entre julio y agosto, murieron más de 1.000 civiles libaneses y combatientes de Hizbulá, y 44 ciudadanos y 119 soldados israelíes (según datos oficiales del Ejército).

Hizbulá amenaza a Israel de forma periódica y la causa palestina forma parte de su ideario y de su propaganda. Además, el propio Estado libanés está técnicamente en guerra con el país vecino y en el sur del Líbano, cerca de la frontera israelí está desplegada una misión de paz de la ONU para vigilar la calma tensa entre los dos enemigos y, en concreto, con Hizbulá a raíz de la guerra de 2006.

El grupo chií recibe el respaldo de la República Islámica de Irán que, a su vez, es el acérrimo enemigo de Israel. Se cree que las fuerzas de Al Quds, cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria iraní, que opera en el exterior del país, han ofrecido entrenamiento y asistencia a Hizbulá, tanto en el Líbano como en Siria, además de a otras agrupaciones armadas, como la Yihad Islámica Palestina.

El catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense, Ignacio Álvarez-Ossorio, ha explicado en una reciente entrevista a elDiario.es que Israel sabe que “Hizbulá se ha rearmado y cuenta con tecnología de la que no disponía en la guerra” de 2006 y que el Ejército israelí busca disuadirlo de entrar en la contienda actual. Este verano, el medio israelí i24news hablaba de una unidad de élite de Hizbulá, la Fuerza Radwan, que estaría entrenada y preparada para atacar Israel e infiltrarse en su territorio.

Facciones palestinas en Siria

También desde Siria –que comparte con Israel la frontera de los Altos del Golán, anexionados ilegalmente por Israel en 1967– han llegado algunos disparos de advertencia en los últimos días.

El Ejército israelí ha actuado en Siria desde el comienzo de la guerra hace más de una década. Ha bombardeado de forma puntual objetivos de Hizbulá y de otras milicias chiíes proiraníes que apoyan a las tropas gubernamentales, y que el Estado judío considera una amenaza para su seguridad nacional.

En Siria, también están presentes milicias palestinas, que en la guerra civil se han posicionado del lado del régimen de Al Assad. En Damasco tienen su base algunos líderes de Hamás y de la Yihad Islámica, y hay otras facciones palestinas menos relevantes que han tenido su principal caladero en los campos de refugiados en suelo sirio (donde se asentaron los palestinos expulsados tras la creación del Estado de Israel en 1948).

Una coalición de facciones palestinas agrupa a las que están activas en Siria y luchan en el bando gubernamental, por ejemplo, cuando en 2018 ayudaron a las tropas sirias a expulsar al grupo yihadista Estado Islámico del campo de refugiados de Yarmouk, a las afueras de Damasco.

Chiíes unidos

No sólo desde los países vecinos de Israel han llegado amenazas y proyectiles en apoyo a Hamás. Desde Iraq, la milicia chií Kataib Hizbulá, fuertemente vinculada a Irán, y la Organización Badr, cuyo líder forma parte del brazo político que representa a los grupos armados proiraníes de Irak, han prometido que actuarán contra “la entidad sionista” o contra Estados Unidos, a los que consideran enemigos existenciales y que suelen protagonizar sus proclamas y su propaganda.

Kataib Hizbulá fue declarado grupo terrorista por EEUU, después de que atacara repetidamente instalaciones con presencia de personal estadounidense en Irak, en respuesta al asesinato del comandante iraní Qasem Soleimaní en un bombardeo selectivo ordenado por Washington en Bagdad en 2020.

La milicia, que también tiene presencia en Siria, ha asegurado que atacará “posiciones conocidas de la entidad sionista y de aquellos que la apoyan, en caso de necesidad”, especificando que las bases del “enemigo estadounidense” en Oriente Medio pueden ser blanco de ataque si EEUU interviene militarmente a favor de Israel en la ofensiva sobre Gaza.

La Organización Badr es más modesta pero Kataib Hizbulá ha mejorado sus capacidades armamentísticas en los últimos años gracias al apoyo y entrenamiento de la Guardia Revolucionaria iraní, que ha aumentado su presencia en Irak.

Desde aún más lejos, los rebeldes chiíes de Yemen también se han sumado a este frente propalestino diverso, integrado por grupos mayoritariamente chiíes. Lo hacen aunque Hamás sea de credo suní, así como la mayor parte de la población palestina que, en el caso de la residente en la franja de Gaza, ha llegado a rebelarse ante los gobernantes de Hamás por imponer unas normas estrictas basadas en el islam más ortodoxo.

Los rebeldes hutíes han amenazado con atacar Israel con “misiles y drones” en caso de que EEUU intervenga en la guerra entre el Estado judío y los milicianos palestinos. El movimiento chií, que gobierna parte del territorio yemení con el respaldo político y material de Irán, ha realizado numerosas operaciones con drones y misiles en el golfo Pérsico, en concreto contra Arabia Saudí, su principal enemigo.

Estos grupos, aparte del odio a Israel y a EEUU, comparten también su enfrentamiento con el reino saudí, que se erige como representante del islam pero margina y reprime a los chiíes, que en algunos países representan un importante porcentaje de la población e, incluso, son mayoría, como en Irán y en Irak.

En los últimos tiempos, Arabia Saudí se había acercado a Israel, con la mediación de Washington, debido a la enemistad de ambos países con Irán. Parecía inminente un acuerdo entre los Gobiernos saudí e israelí para normalizar las relaciones, al que se han opuesto los integrantes del “eje de la resistencia”.

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