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The Guardian en español

El día que desaparecieron las mujeres de las calles de Kabul

Un miliciano talibán rodeado de hombres a las puertas del aeropuerto de Kabul.

Emma Graham-Harrison

Kabul —

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Las calles de Kabul se vaciaron de mujeres este lunes, el primer día de control talibán en todo Afganistán, mientras los talibanes armados patrullaban en coches tomados de la policía, confiscando armas de los guardias de seguridad, y pedían a comerciantes y empleados públicos que volvieran al trabajo.

En el aeropuerto se desató un caos. Allí, los soldados usaban armas y helicópteros para vaciar las pistas y varias personas murieron en intentos desesperados de último minuto por escapar.

Pero en el resto de la ciudad, las personas que no tenían esperanzas de escapar al extranjero, sopesaban si debían esconderse o aceptar la nueva forma que tendrían sus vidas bajo el duro régimen de los talibanes.

El cambio se vio reflejado en la televisión, donde las noticias y las telenovelas de la India y Turquía dejaron lugar a programas religiosos sin publicidades, incluso en el canal favorito Tolo, que se ganó su reputación por transmitir emisiones populares que serían el anatema para los talibanes, como el concurso de talentos Afghan Star.

La mayoría de los comercios estaban cerrados, pese a que los talibanes habían pedido a la población que volviera al trabajo y a su vida normal. Sólo unas pocas panaderías, supermercados y restaurantes seguían abiertos para que la población pudiera comer.

El lunes los milicianos consolidaban su control sobre la ciudad, visitando instalaciones para recolectar las armas de guardias de seguridad privados y celebrando su triunfo con un desfile frente a la embajada estadounidense, ya abandonada.

Mientras, los líderes insurgentes, que querían proyectar la imagen de un gobierno interino, visitaron la empresa nacional de electricidad y varios hospitales, donde pidieron a las trabajadoras sanitarias que se quedaran en sus puestos.

También invitaron al ministro de Sanidad Wahid Majrooh –uno de los miembros del gabinete que no huyó con el presidente Ashraf Ghani el domingo– a quedarse en su puesto, según publicó en Facebook. Parece haber aceptado, de acuerdo con lo que escribió: “Dios me bendijo con el orgullo de trabajar en Sanidad para mi pueblo y mi país y lo haré lo mejor que pueda mientras conserve esta responsabilidad”.

El expresidente Hamid Karzai y el máximo delegado de paz Abdullah Abdullah también aparecieron juntos en un vídeo diciendo que trabajaban para lograr una transición pacífica.

El portavoz talibán Suhail Shaheen instó a los afganos a quedarse en el país: “Nuestro país los necesita. Este es su país, el país de todos los afganos”, dijo, agregando que los talibanes habían prometido que sus vidas no estarían en peligro. “Les aseguramos que sus vidas, sus propiedades y su honor no están en riesgo”, escribió.

Desconfianza

Pero muchos son reacios a confiar en las promesas de un grupo que, incluso en las últimas semanas, ha cometido asesinatos y otras atrocidades, incluyendo la ejecución de soldados del Ejército afgano que se habían rendido.

Periodistas en Kabul informaron que ya habían recibido visitas de los talibanes, que habían registrado sus casas.

“Nadie apoya a las mujeres periodistas en Afganistán. Tememos que si los talibanes nos encuentran, definitivamente nos maten”, dijo una de ellas desde su escondite. “Incluso si no nos matan, no nos dejarán volver a trabajar, lo cual es un desafío económico para mí como mujer que vive sola”.

Las mujeres permanecen en sus casas por temor a ser golpeadas por no cubrirse o por no salir sin un hombre que las acompañe. En varios sitios de Afganistán, testigos aseguran que muchas de ellas están siendo violadas y obligadas a contraer matrimonio con talibanes.

“No hay mujeres caminando por las calles, pero hay mujeres en coches con mascarillas y sin dejar que se escape un solo pelo”, dice Hayat, una mujer de 24 años que salió a ver la ciudad bajo el régimen talibán.

“El único cambio positivo es que no hay tráfico. Pero no me siento segura en la calle. Cuando salí, no dejaba de pensar que me dispararían en cualquier momento”.

Una de las pocas excepciones fue una pequeña protesta de un grupo de mujeres este martes, que sujetaban pancartas mientras un grupo de talibanes las vigilaba, según un vídeo compartido por un reportero de Al Jazeera en Kabul.

Burka obligatorio

Aunque los talibanes no han dictado oficialmente sus nuevas reglas para los habitantes de Kabul, los soldados usaron los altavoces de una mezquita en el oeste de la ciudad para anunciar que las mujeres deben llevar burkas o un vestido largo y con cobertura facial completa. Sus soldados han comenzado a imponer el cumplimiento de un código estricto en otras partes de la ciudad.

Una mujer mayor cuenta que salió en busca de comida para su familia este lunes y vio a hombres armados empujando a mujeres y mandándolas de vuelta a sus hogares alegando que no estaban cubiertas. También los vio arrastrando a mujeres jóvenes.

La mayoría de las mujeres simplemente se quedó en casa.

Muchas en Kabul no tienen burkas, la prenda envolvente que los talibanes obligaban a las mujeres a usar en el pasado, y ahora intentan conseguirlos.

“Para mí, el burka siempre ha sido un símbolo de esclavitud. Eres como un pájaro atrapado en una jaula, nunca me había imaginado usarlo. Pero hoy en día quiero salvar mi vida y creo que lo necesito”, dice Negin.

“No tengo uno, no sé dónde comprarlo, pero muchas de mis amigas los están buscando. Las mujeres los compran porque salva sus vidas, te quita amenazas de encima”.

Este artículo está firmado también por un periodista del 'Guardian' en Kabul cuya identidad no se publica para garantizar su seguridad

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