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The Guardian en español

Gracias a los manifestantes por el clima: vuestra acción tendrá poderosas consecuencias

Jóvenes marchan en todo mundo para exigir políticas contra el cambio climático.

Rebecca Solnit

Quiero dar las gracias a todas las personas que se manifestaron este viernes por el cambio climático. Gracias, muchas gracias, por no ser razonables. No escuchéis al que os diga que pedís cosas poco razonables, imposibles de conseguir según las reglas establecidas. No os detengáis. No cedáis ni un ápice en vuestros sueños. No olvidéis que este puede ser un año crucial en el que seáis vosotros los que defináis qué es posible y qué no.

Lo que los activistas por el clima piden es un cambio profundo en todo nuestro sistema energético, dejar en el subsuelo los combustibles fósiles y tomar las medidas que exige la crisis planetaria del cambio climático. Las reglas de las que tanto nos hablan esos que no quieren dar el cambio aún no son las reglas de verdad. A muchos adultos les gustaría decir que, según sus reglas, una niña no puede salir de la nada y cambiar el mundo. Y sin embargo eso es lo que ha hecho la sueca de 15 años Greta Thunberg, cuando un día del verano de 2018 comenzó una sentada unipersonal en protesta por el cambio climático.

Os dirán que, según las reglas, los que tienen todo el poder son esas personas que vemos en los telediarios, en los parlamentos y en los consejos de dirección. Que hay que ser amables con ellos para, a lo mejor, recibir unas migajas. O para que nos devuelvan el saludo. O para que nos cierren la puerta en la cara. Os dirán que las cosas solo pueden cambiar de forma paulatina y siguiendo los mecanismos establecidos. Están equivocados. A veces no hay que pedir permiso ni nada que se le parezca. El poder está en vosotros y sois vosotros los que decidís hacia dónde se mueve la puerta. No se puede hacer nada si no actuamos y casi cualquier cosa es posible cuando nos alzamos todos juntos. Como vosotros hicisteis este viernes.

Os escribo con la gratitud y el entusiasmo de alguien que ha vivido casi seis décadas, tiempo suficiente para haber visto cambios extraordinarios y saber que los supuestos imposibles suceden una y otra vez. He visto desmoronarse regímenes tras el alzamiento no violento de las personas comunes; he visto inmensas ampliaciones de derechos en la ley y en la imaginación de las personas; y he visto cómo se convertían en cosas normales y corrientes avances que en otro tiempo fueron ideas radicales sobre el género, la orientación sexual, la raza, la justicia, la igualdad, la naturaleza y la ecología. Pero también he visto cómo nos olvidamos luego del proceso que cambió nuestra forma de pensar, y esa fase también es relevante.

El mundo en el que yo nací ya no existe. El papel de la mujer ha cambiado de una forma extraordinaria y, en gran medida, para mejor. Hace treinta años, el imperio soviético se derrumbó de repente y por completo, poco después de que países comunistas del bloque oriental se liberaran gracias a la acción colectiva de personas que, según las reglas, habrían sido incapaces de derrocar un régimen respaldado por policía secreta y grandes ejércitos.

He presenciado el fin del apartheid en Sudáfrica y visto a un preso condenado a cadena perpetua convertirse en el presidente del país. En un mundo donde ser gay, lesbiana o trans era delito cuando yo nací, he visto cómo cambiaban las opiniones y leyes de los Estados, de todo Estados Unidos, mi país, y de muchas otras naciones.

He visto cómo la energía eólica y solar pasaban de ser tecnologías incómodas, poco eficaces y caras hace solo 20 años para convertirse en el medio que nos permitirá dejar atrás la era de los combustibles fósiles. He visto el nacimiento de un lenguaje capaz de identificar los diferentes sistemas medioambientales del planeta, un lenguaje que describe la interrelación en toda la naturaleza y que todo tiene consecuencias. La ciencia describe la naturaleza y la historia, las fuerzas sociales. Estudiando las dos es posible identificar la belleza y la fuerza de los hilos que nos conectan a todos.

¿Sabéis a quién citó Greta Thunberg como una influencia para sus actos? Rosa Parks. Una mujer negra nacida en 1913 en Tuskegee, Alabama, influyó en el hecho de que una niña blanca nacida 90 años después en Suecia decidiera tomar medidas directas por el cambio climático. Es un recordatorio de la conexión que existe entre todas las cosas. Aunque los resultados no sean inmediatos o evidentes, lo que hacemos tiene consecuencias.

La forma en que Rosa Parks rompió con las reglas para vivir de acuerdo con sus ideales sigue siendo relevante, sigue siendo poderosa y ejerce una influencia que va mucho más allá de lo que ella misma pudo haber imaginado. Más allá de su vida, de su continente, y de su área específica de activismo.

Las reglas son siempre las reglas de lo obvio, las suposiciones fáciles: sabemos quién tiene el poder, sabemos cómo ocurre el cambio, sabemos lo que es posible. Pero la verdadera lección de la historia es que el cambio llega muchas veces de manera impredecible. El poder puede pasar repentinamente a manos de personas que, desde nuestra perspectiva, parecen haber salido de la nada. Yo no anticipé la llegada de Thunberg, ni del Movimiento Sunrise, ni de la Rebelión de la Extinción, ni de la Hora Cero.

Cuando fui a Standing Rock ni siquiera soñaba con que ese alzamiento indígena contra un oleoducto serviría de inspiración a Alexandria Ocasio-Cortez para presentarse a un cargo. Tampoco se me ocurrió imaginar que triunfaría, contra todas las reglas, y se convertiría en la gran portavoz del Green New Deal. No lo soñaba, pero sabía que lo que estaba sucediendo tenía mucha fuerza. Fue un momento mágico, vivo y lleno de futuro. Por eso no me sorprendió lo que ocurrió y por eso creo también que aún no hemos visto todo lo que generó Standing Rock en 2016. Aún no se ha acabado, como tampoco se ha terminado la influencia de Rosa Parks. Trabajar por un mundo mejor y actuar de acuerdo con los ideales tiene un efecto. Aunque la forma en que lo genere no siempre sea inmediata o evidente.

A mi alrededor veo cómo gana impulso el activismo por el clima: desde Nueva Zelanda a Noruega, la gente está profundizando su reacción contra el cambio climático. Bloqueos de oleoductos en Canadá y EEUU, inversores retirándose de proyectos de fracking y carbón, fondos de pensiones y de universidades deshaciéndose de títulos bursátiles relacionados con combustibles fósiles, huertas solares y turbinas eólicas por todo el mundo, ingenieros mejorando las tecnologías renovables, demandas contra compañías petroleras y de carbón, políticos, periodistas, empresarios y otras personas poderosas según las reglas tradicionales sumándose a la causa de una forma inédita… Están ocurriendo muchas cosas y de muchas maneras, para responder al mayor desastre al que se ha enfrentado nuestra especie. No es suficiente, pero es una señal. Cada vez más personas eligen enfrentarse a la catástrofe y hacer algo al respecto.

No puedo saber qué va a pasar, porque lo que pase será lo que nosotros decidamos que pase. Por eso este viernes hubo una manifestación por el clima en todo el mundo. Por eso he empezado a decir que no debéis preguntar qué va a pasar sino ser vosotros lo que suceda, hoy sois vosotros lo que está pasando, vuestro poder se hará sentir, vuestra acción colectiva tiene consecuencias. Tal vez en vuestras acciones individuales sean unas pocas personas las que os acompañen, o cientos, pero estáis con millones en todo el mundo, estáis defendiendo a personas que aún no han nacido, y esos fantasmales miles de millones de personas también están con vosotros, hoy sois una fuerza de futuro que corre a través del presente como un río a través del desierto.

Traducido por Francisco de Zárate

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