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Cómo el precio de la gasolina ha encendido la llama de las protestas en México

Las protestas por la subida de las gasolinas perfilan un nuevo movimiento contra Peña Nieto.

David Agren

Ciudad de México —

Entre la enfurecida pero pacífica muchedumbre que protesta en Ciudad de México, Héctor Pérez, gerente de ventas de una empresa de seguros, recita del tirón una lista llena de quejas que justifican la ola de protestas desencadenada tras el aumento del precio del petróleo, fijado por el Gobierno.

“No es porque todos tengamos coches. Cuando suben los precios de la gasolina, todo lo demás sube: las tortillas de maíz, el transporte público... todo”, se queja Pérez.

Pero ante la repregunta comienza a mencionar otra serie de razones para su descontento: el presidente Enrique Peña Nieto y su Partido Revolucionario Institucional (PRI) justificaron su programa de reformas estructurales bajo la promesa del crecimiento para todos pero, en su lugar, han presidido una economía en estancamiento.

Al mismo tiempo, una serie de notables escándalos de corrupción ha intensificado la sensación de que, mientras los mexicanos de a pie sufren una caída progresiva en su capacidad adquisitiva, los políticos del país se hacen más ricos.

“Los gobernadores estatales del PRI han robado mucho dinero y el presidente no es capaz de frenarlos”, señala Pérez en referencia a casos como el del gobernador del estado de Veracruz, Javier Duarte, que actualmente está a la fuga tras ser acusado de robar del tesoro público.

Las protestas por la subida del 20% en los precios de la gasolina, el gasolinazo, han sumergido en el caos regiones de México donde los ciudadanos protestan en las calles y bloquean las autopistas, gasolineras e instalaciones de la gigante Pemex, de propiedad estatal. Más de 250 establecimientos comerciales han sido saqueados y se han lanzado acusaciones de que hay agitadores pagados infiltrados en las protestas.

El gasolinazo fue la chispa de las protestas, pero los analistas aseguran que el descontento social se ha estado gestando durante meses. El peso mexicano ha caído ininterrumpidamente y las amenazas del presidente electo estadounidense, Donald Trump, han sembrado el caos en la economía nacional.

El salario mínimo de México es de solo cuatro dólares al día y la gente es tan vulnerable al aumento de precios que las subidas en el precio del transporte público son unas de las principales causas por las que estudiantes de instituto abandonan la escuela, según los datos de la secretaría de Educación Pública del país. El lunes, el instituto nacional de estadística anunció que la inflación había alcanzado un máximo de 3,36% en dos años, un dato que los economistas esperan que sea aún más alto en 2017.

Incluso después de una década de guerra contra las drogas que se ha cobrado aproximadamente 200.000 personas y ha generado terribles abusos de derechos humanos como el secuestro y presunto asesinato de 43 estudiantes en 2014, el gasolinazo parece ser demasiado para los mexicanos.

“Esto es un insulto a la gente”, señala Ilán Semo, historiador en la Universidad Iberoamericana. “Hay políticas erróneas y casos de corrupción, pero normalmente no es algo que afecte a los bolsillos de la gente”, añade.

El momento elegido por el Gobierno tampoco ha ayudado: el anuncio del gasolinazo coincidió con las ya tradicionales noticias de fin de año de los medios sobre las escandalosas pagas navideñas a los políticos: aproximadamente 10.388 euros para cada senador. Poco después salió a la luz que los legisladores y jueces también habían pedido beneficios especiales sobre el precio de la gasolina como parte de su paquete de prestaciones.

Para los mexicanos de a pie es fácil ver la relación entre la subida de precios de los productos proporcionados por el Estado, como la gasolina y la electricidad, y la generosidad que los políticos se procuran a sí mismos, explica Semo. “Para los mexicanos, la política es percibida como el negocio de tu vida. Ven los cargos públicos como un sistema para acumular riquezas privadas”, añade.

Incluso antes de que se anunciase el aumento de precio de la gasolina, ya se habían formado largas colas en las gasolineras del país, dada la escasez atribuida al robo en los oleoductos, una mala distribución y un supuesto acaparamiento de las gasolineras.

También persisten los problemas eternos de la pública PEMEX, que ha perdido “529.000 euros la hora” durante toda la última década, según escribió el director del Instituto Mexicano de Competitividad, Juan Pardinas, en el periódico Reforma. “Al mismo tiempo que sube los precios de la gasolina, el Gobierno no ha dado ninguna explicación pública de las medidas que tomará para frenar este inmenso desperdicio de recursos públicos”, añade.

En un discurso a la nación la semana pasada, Peña Nieto suplicó comprensión. El presidente argumentó que los subsidios solo beneficiaban a los ricos y reducían los fondos disponibles para programas sociales destinados a los mexicanos más pobres.

“¿Que hubieran hecho ustedes?”, preguntó. Su discurso desencadenó una tormenta en redes sociales en la que los mexicanos utilizaron el hashtag #QuéHubieranHechoUstedes para sugerir medidas alternativas, tales como cortar las subvenciones a los partidos políticos, o simplemente dimitir.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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