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“Puedo hacer que te maten”: el veto de Trump devuelve a una mujer afgana a su peor pesadilla

La justicia afgana impone castigos leves a los maridos que agreden a sus esposas, incluso cuando se trata de intentos de asesinato.

Sune Engel Rasmussen

Kabul —

Cuando se dio cuenta de que su marido planeaba matarla, Shakila Zareen huyó a casa de su madre. Horas después, su marido y otros dos hombres saltaron los muros del complejo de viviendas. Zareen estaba sola en el salón cuando entraron por la puerta. Llegó a darse la vuelta a tiempo para ver a su esposo apuntando un arma de caza hacia ella y apretando el gatillo.

A la mañana siguiente, Zareen se despertó en un hospital. Había sobrevivido milagrosamente al disparo y al agotador viaje de siete horas en coche hasta Kabul. Siguió con los dedos el contorno de su rostro vendado y se dio cuenta de que le faltaba la mitad. Alguien le dijo que había sufrido un aborto. Ni siquiera sabía que estaba embarazada. Tenía 16 años.

Fue a finales de 2012. La vida de Zareen se había hecho pedazos. Cuando supo de su apremiante situación, el gobierno de India la envió en avión a Delhi y pagó las nueve cirugías reconstructivas que le hicieron a lo largo de tres años. La ONU le concedió la condición de refugiada y la recomendó a EEUU para su reubicación.

En 2016, el Gobierno de EEUU aprobó la solicitud con algunas condiciones. Zareen, que ahora tiene 21 años, empezaba a tener esperanzas de reconstruir su vida lejos de su violento esposo.

Pero un año después, el 23 de junio, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés) notificó a Zareen que no era apta para el reasentamiento. Según la carta, el motivo era “un asunto discrecional por razones relacionadas a la seguridad”.

“No podía creerlo. Lloré todo el camino a casa. La gente en la calle se me quedaba mirando. El mensaje me hizo sentir tan mal que tuve que ir al hospital”, cuenta Zareen a the Guardian.

Sin protección para las mujeres

Cuando EEUU y sus aliados invadieron Afganistán en 2001, lo hicieron con el argumento de que entre los pilares fundamentales de la misión figuraba el avance de los derechos de la mujer. Pero casos como el de Zareen demuestran que el progreso sigue siendo algo abstracto. La justicia y la protección para las mujeres víctimas de maltrato existen en los papeles, pero casi nunca en la práctica.

Según Fawzia Koofi, legisladora afgana, “el gobierno no ha sido capaz de brindar entornos seguros para las mujeres, ni en el hogar, ni en la calle ni el trabajo”.

La petición de asilo de Zareen fue rechazada después de que Trump llegara a la presidencia con sus nuevas políticas migratorias. Pero una Administración anterior también podría haberla rechazado. En muy pocas ocasiones se explican las razones “relacionadas a la seguridad” con que argumentan el rechazo de solicitantes de asilo.

Pero las políticas incoherentes de la Administración de Trump, entre ellas, el cupo máximo de 50.000 personas para la admisión de refugiados (a diferencia del máximo de 110.000 personas de la era Obama), impedirán que más mujeres afganas como Zareen lleguen a EEUU.

El máximo de 50.000 personas se alcanzó en julio, lo que dejó como aptos para ingresar al país solo a los refugiados que puedan probar relaciones de “buena fe” con EEUU.

El gobierno de Trump, otro obstáculo

Según Kimberley Motley, abogada estadounidense en Afganistán, “desde que llegó esta Administración, se ha desacelerado, y hasta detenido, cualquier tipo de avance en los casos de afganos pidiendo asilo en EEUU”.

Para la legisladora afgana Koofi, “tiene que haber un equilibrio entre los esfuerzos militares y los civiles”: “No creo que los derechos de la mujer sigan siendo prioritarios para nuestros amigos internacionales”.

La dura experiencia de Zareen comenzó a principios de 2012, cuando su cuñado (un hombre importante de la provincia de Baghlan, al norte del país) visitó a la familia con un séquito de 20 hombres. El cuñado obligó a Zareen a casarse con un amigo de él, 14 años mayor que ella. La familia de Zareen no pudo hacer nada para detener el matrimonio: su padre estaba postrado en cama por una enfermedad. Dos semanas después de la ceremonia, murió. “No pudo protegernos”, dijo Shirin, la madre de Zareen.

El maltrato comenzó de inmediato. Zareen contó que las violaciones empezaron en su noche de bodas. De ahí en adelante, la golpeó y atormentó. “Le tenía mucho miedo. Me lastimaba durante las relaciones sexuales”, dijo Zareen. “Casi todos los días era así. A veces, me ataba las manos”.

El esposo de Zareen tenía amigos poderosos. Como explicó ella misma, su cuñado era intermediario entre la comunidad local y el gobierno; y los dos hombres ayudaban a los talibanes. Un parlamentario local, Haji Ashaqullah, lo confirmó.

Paradójicamente, los vínculos de estos hombres con los talibanes podrían haber perjudicado la petición de asilo de Zareen. Según funcionarios a cargo de los refugiados (no están autorizados a hablar con los medios), incluso los vínculos débiles con personas consideradas insurgentes pueden tumbar un pedido de asilo. También cuando esos insurgentes son las personas de las que se está escapando el refugiado.

“Es tu marido y solo te ha pegado”

Zareen y su esposo se mudaron al norte, a Mazar-i Sharif. Un día, después de una paliza particularmente dura, Zareen fue a pedir ayuda a la policía. Les contó las palizas y los vínculos de su marido y su cuñado con los talibanes. Un comandante le restó importancia. “Me dijo: 'Es su marido. No le cortó la nariz ni la oreja, solamente le pegó. Suele suceder”, relata Zareen.

Además de no protegerla, desde la policía se filtró la noticia de su visita, que llegó a los dos hombres. La hermana de Zareen le advirtió de que su vida estaba en peligro. Horas después, Zareen recibió el tiro en la cara.

El esposo de Zareen ignoró varias llamadas de este periódico. En unas violentas entrevistas, el cuñado de Zareen negó todas las acusaciones y dijo que ella se había disparado a sí misma. “¿Saben quién soy yo?”, respondió cuando se le preguntó por las acusaciones.

Después de dispararle, el esposo de Zareen pasó 10 meses en la cárcel. Después, fue liberado.

Según Motley, los tribunales de Afganistán generalmente imponen castigos increíblemente leves por delitos cometidos contra mujeres, y acusan solo de agresión física a los sospechosos de intento de homicidio.

Casi cuatro años después del disparo, desde su apartamento en la India y junto a su madre, Zareen explicó que el rechazo de su petición de asilo la había dejado desamparada y en riesgo. “Para ellos, es muy fácil venir a India”, dice refiriéndose a sus agresores. “Me amenazaron diciéndome que India está solo a un paso, y que pueden encontrarme y matarme en cualquier momento”.

Zareen cree que su marido, un hombre de muchos contactos, todavía podría cumplir sus amenazas. Pasa casi todo su tiempo dentro del apartamento. Él todavía la llama.

En las grabaciones de una llamada telefónica escuchadas por the Guardian, el cuñado de Zareen las amenaza a ella y a su madre con un lenguaje vulgar. También a sus hermanos, aún en Afganistán. A Shirin, la madre de Zareen, le dice: “Puedo matar a tu hijo y, cuando vuelvas para el funeral, puedo hacer que te maten a ti y a Shakila’”.

*Informes de Rada Akbar

Traducido por Francisco de Zárate

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