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The Guardian en español

Una niña de cuatro años perdida en Lampedusa se reunirá con su madre por un capricho del destino

Oumoh, de cuatro años, siendo atendida por una agente de policía italiana.

Patrick Kingsley / Lorenzo Tondo

Cuando Oumoh, de cuatro años, llegó a la isla de Lampedusa a principios de este mes, nadie se podía imaginar cómo lo había logrado. ¿De dónde era? ¿Quiénes eran y dónde estaban sus padres? Las autoridades estaban perplejas.

Oumoh es solo una de un grupo de 15 solicitantes de asilo rescatados del Mediterráneo sur a principios de noviembre. Pero ninguno de los 14 parecía conocer a la pequeña.

La policía le hizo fotos antes de ser trasladada a Sicilia, donde la ONG Save The Children le ayudó a encontrar alojamiento seguro en el centro de Palermo. Y así se quedaron las cosas hasta que una extraña coincidencia dos semanas después, según informa la agencia de noticias AFP, cambiaría su destino.

Un policía de Lampedusa le dejó su teléfono a una joven refugiada de ocho años de Costa de Marfil, Nassade. Echando un vistazo al álbum del policía, Nassade, de pronto, llegó a una foto de Oumoh, tomada a comienzos de noviembre. “¡Es Oumoh! ¡Es Oumoh!”, gritó. La misteriosa niña de cuatro años había sido identificada.

Resulta que la familia de Nassade había conocido a Oumoh y a su madre en Túnez. Madre e hija habían huido de Costa de Marfil para impedir la ablación de la niña que le practicaría la familia de su padre. Llegaron a salvo a Túnez, donde Oumoh fue confiada a una amiga de su madre mientras ella volvía a Costa de Marfil para coger algunas de sus pertenencias.

Pero el plan se vino abajo cuando la amiga a la que Oumoh había sido confiada tuvo la oportunidad de ser trasladada ilegalmente a Italia, cuenta Maria Volpe, una inspectora de policía italiana que ha estado trabajando con inmigrantes menores durante 20 años. “No quería dejar a la pequeña con otra persona en Túnez”, cuenta Volpe a the Guardian. “Intentó, sin suerte, contactar con la madre, así que decidió llevarse a la niña consigo”.

Por suerte, la madre de Nassade todavía tenía el número de teléfono de la madre de Oumoh. Volpe pudo contactar con ella y se espera que madre e hija se vuelvan a encontrar en Sicilia para Navidad. “La madre está ahora muy, muy contenta de que su hija esté en buen estado. Lloraba mientras hablábamos por teléfono”, cuenta Volpe.

Por muy extraordinario que parezca el caso de Oumo, no es único, cuentan los trabajadores humanitarios. De las 170.000 llegadas a Italia este año, alrededor del 16% son menores y el 90% de ellos, no acompañados.

Muchos de ellos tienen menos suerte que Oumoh. Las autoridades llevan a los menores no acompañados a centros especiales donde se les proporciona formación escolar y en idiomas. Pero, en realidad, muchos siguen cayendo en las grietas del sistema. Sin el financiamiento adecuado, los servicios sociales italianos luchan por dar el apoyo adecuado a los menores, pero en muchos casos no lo consiguen.

Dos menores no acompañados entrevistados por the Guardian a principios de este año en Sicilia dijeron que se habían sentido tácitamente animados a escaparse del centro de recepción de Sicilia. “Había unos 20 chicos que escaparon con nosotros”, contaba Elías, un menor eritreo de 15 años que viajaba solo con un amigo de 14 años, sin la compañía de ningún adulto.

“Se lo dijimos a las autoridades [que íbamos a escapar], pero no hicieron nada, así que nos dimos cuenta que irse era algo normal. Nos dieron unos papeles con nuestros nombres y que podíamos salir. Era como una invitación a irse”, contaba Elías.

En el momento de la entrevista, los dos chicos dormían en un colchón en un parking de Sicilia, algo cada vez más habitual y que deja a los menores en estado de vulnerabilidad ante los traficantes y depredadores sexuales, aseguran los activistas.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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