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The Guardian en español

Las políticas retrógradas sobre drogas son las culpables del cierre de la mítica discoteca Fabric

Una imagen de la mítica discoteca londinense Fabric, ahora cerrada definitivamente.

David Nutt

Todo parece indicar que al club londinense Fabric le han retirado la licencia por considerar que sus responsables no han sabido controlar el consumo de drogas en el local. Esta decisión es la respuesta de las autoridades a las trágicas muertes de dos jóvenes en el club acaecidas este año.

Aunque el informe del médico forense que investiga las causas de estas muertes no se hará público hasta dentro de unos meses, es probable que los chicos consumieran drogas. Si es así, probablemente se trate de estimulantes tipo éxtasis.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, ha cuestionado la idoneidad del cierre de Fabric, ya que supone un duro golpe para la vital economía nocturna de la ciudad, que en los últimos años ya había sufrido pérdidas. Si bien la muerte de una persona joven es una tragedia, me pregunto si la respuesta de las autoridades locales y de la policía metropolitana es justa y proporcionada.

Esta situación plantea tres preguntas: ¿El club se merecía que le retiraran la licencia? ¿Su cierre hará que los jóvenes estén más lejos del peligro? ¿Cómo podemos evitar muertes de este tipo y al mismo tiempo incentivar los negocios de ocio nocturno?

La primera pregunta hace referencia a la proporcionalidad de la medida. Los jóvenes a menudo son propensos al riesgo y pueden hacerse daño a sí mismos o a terceros. Sin embargo, cuando esto ocurre no se cierran los locales donde tuvo lugar la tragedia. El mes pasado, cinco jóvenes se ahogaron en la playa de Camber Sands pero nadie ha pedido que a partir de ahora se cierren las playas del país.

Como ya expliqué unos años atrás, las estadísticas indican que montar a caballo (y especialmente en un concurso) es más peligroso que consumir éxtasis, pero no hemos cerrado los establos, ni siquiera después de que uno de los jinetes más importantes del Reino Unido, William Fox-Pitt, se cayera de su caballo, sufriera una lesión cerebral y estuviera en coma durante dos semanas.

La falta de proporcionalidad en este debate parece tener su raíz en los prejuicios que tiene la policía y el público en torno a las personas que van a un club. Se considera que son demasiado jóvenes y toman decisiones equivocadas que ponen en riesgo su salud. Tienen otro prejuicio; consideran que el ambiente de un club es poco recomendable.

¿Este cierre hará que la vida de los jóvenes sea más segura? Parece poco probable, ya que lo único que hará es incentivar locales “ilegales”, donde la seguridad y el control en torno al consumo de drogas serán menores. De hecho, se puede dar la circunstancia de que los proveedores de drogas organicen eventos y que el peligro para los jóvenes sea todavía mayor. Los estudios en torno al consumo de alcohol, heroína y cannabis demuestran que la venta clandestina es más perjudicial.

Son muchos los jóvenes que mueren a causa de una grave intoxicación por alcohol. Pese a ello, no prohibimos que los supermercados vendan alcohol y lo que intentamos es minimizar el riesgo y prohibir la venta a menores de 18 años. ¿Podríamos implementar una política similar respecto a las discotecas?

De hecho, ya lo estamos haciendo. La normativa obliga a los locales a tener zonas más relajadas y agua gratuita. Estas medidas se impulsaron en los ochenta con el objetivo de reducir las muertes por hipertermia producidas por el consumo de éxtasis y han resultado ser efectivas.

En cambio, los intentos por intentar frenar la producción de drogas, por ejemplo a través de incautaciones, no han hecho más que aumentar el daño, ya que los consumidores han comprado píldoras de un sucedáneo del éxtasis que contienen parametoximetanfetamina (PMMA) y su variante PMA. Estas sustancias a menudo producen un subidón que, en el peor de los casos, puede causar la muerte por sobredosis.

Otros países están impulsando medidas para evitar las muertes por consumo de drogas en los locales nocturnos y están teniendo éxito. El Sistema de Información y Monitoreo de Drogas (Drug Information and Monitoring System, DIMS) que impulsa Holanda es el ejemplo más destacable y hace pruebas a todos los jóvenes que las soliciten. Tiene una ventaja adicional: informa a las autoridades de la llegada de nuevos tipos de droga, como por ejemplo, las píldoras de éxtasis “Superman”. Estas pastillas causaron la muerte de varias personas en el Reino Unido pero no en Holanda, ya que las autoridades ya habían advertido de su peligro y el público estaba informado.

En Viena se ha optado por un impulsar un sistema de revisiones en los locales nocturnos y la medida ha tenido éxito. De hecho, ha inspirado un programa piloto que se está llevando en algunas partes del Reino Unido.

Fiona Measham, una profesora de criminología de la Universidad de Durham que ha participado en el programa piloto, quiere minimizar los riesgos a través de una organización sin ánimo de lucro que ha hecho revisiones en el Warehouse Project de Manchester y en dos festivales que se han celebrado este año en el Reino Unido. Estas revisiones, realizadas por múltiples agencias, cuentan con el beneplácito de distintos grupos, entre ellos, la policía local de Manchester, que ha mostrado una actitud constructiva y responsable frente al problema del consumo de droga por parte de los jóvenes, a diferencia de la actitud retrógrada de la policía metropolitana de Londres.

Si realmente nos preocupan las muertes en las discotecas, deberíamos mantenerlas abiertas y garantizar que son locales seguros e impulsar medidas para evitar el auge de los locales clandestinos.

*David Nutt es profesor de neuropsicofarmacología en el Imperial College de Londres, director de DrugScience.org.uk y autor del libro 'Drugs: Without The Hot Air'. También ha sido director del comité británico sobre el abuso de drogas hasta 2009. 

Traducción de Emma Reverter

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