Lo que sabemos del amor de Trump por la Biblia
Durante la tarde del martes, Donald Trump ordenó despejar las inmediaciones de la Casa Blanca y las fuerzas del orden usaron gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para dispersar a los manifestantes. El motivo era la intención del presidente de posar para las cámaras frente a la histórica iglesia episcopal St John's. La operación foto ha sido condenada por varios líderes religiosos.
“Permítanme ser clara, el presidente acaba de usar una Biblia, el texto más sagrado en la tradición judeo-cristiana, y una de las iglesias de mi diócesis sin permiso, como telón de fondo para un mensaje contrario a las enseñanzas de Jesús”, afirmó al periódico The Washington Post Mariann Budde, obispo episcopal de Washington.
Cuando un periodista preguntó a Trump si el ejemplar que mostraba era su propia Biblia, el presidente respondió: “Es una Biblia”. Además del vergonzoso uso de la fuerza contra ciudadanos para organizar su posado, en algunas imágenes el presidente aparece sosteniendo la Biblia al revés y aparentemente boca abajo, como si nunca hubiera sostenido una antes. “Me conformaría con que la abriera de vez en cuando”, ironizó Joe Biden en un discurso el martes.
No es la primera pista de que el presidente no está muy familiarizado con el contenido del libro sagrado. En 2015, antes de ser elegido, Trump solía decir que la Biblia era su libro favorito. En un mitin en Michigan, preguntó cuántos de entre la multitud habían leído El arte de la negociación, su propio libro.
“Ese libro es mi segundo favorito de todos los tiempos”, dijo. “¿Saben cuál es el primero? La Biblia. ¡Nada supera a la Biblia!”. Se convirtió en un tema recurrente de la campaña electoral. “Por mucho que me encante El arte de la negociación, ni siquiera se le acerca”, dijo. “Seguimos la Biblia hasta el final”.
No mucho después, durante una entrevista como candidato con Bloomberg, le pidieron que hablara de algún capítulo favorito de su libro favorito. Trump se opuso. “No me gustaría entrar en eso porque para mí eso es muy personal”, dijo. “La Biblia significa mucho para mí, pero no quiero entrar en detalles”. Ocurrió lo mismo cuando le preguntaron si podía elegir entre el Nuevo y el Viejo Testamento. “Probablemente igual, creo que es simplemente increíble.”
En una entrevista de radio unos meses antes se las arregló para recordar una línea de la Biblia que le llamaba la atención: “Bueno, muchas, creo. Quiero decir, cuando nos metemos en la Biblia, hay muchas, tantas... Algunas personas, mire, ojo por ojo, casi se puede decir eso. No es algo especialmente agradable, pero si uno mira lo que está pasando a nuestro país, quiero decir, cuando uno ve lo que está pasando con nuestro país, cómo la gente se aprovecha de nosotros, y cómo se burlan de nosotros y se ríen de nosotros”.
Durante una celebración religiosa en Iowa un año después, y aún como candidato, estuvo a punto de depositar dinero en el recipiente usado para la comunión. Antes había dicho que era un proceso que conocía bien, diciendo que a menudo “bebía su poquito de vino” y “tomaba su pequeña galleta”.
Un pastor que dirige un grupo de estudio de la Biblia para miembros del gabinete de Trump, que es una especie de asesor del presidente, escribió en marzo un artículo en el que culpaba a los homosexuales y a los ecologistas por la pandemia de COVID-19.
Y el año pasado, Trump compartió una cita de un locutor de radio, no judío, que lo comparaba con el “Rey de Israel” y decía que los israelíes “lo aman como si fuera la Segunda Venida de Dios”. “Gracias”, respondió Trump.
El presidente, que ha dicho que no suele pedir perdón, no acude asiduamente a iglesias. Durante la moción de censura en la que el también republicano Mitt Romney aludió a sus propias convicciones religiosas antes de votar contra Trump, el presidente dijo: “No me gusta la gente que usa su fe como justificación para hacer lo que saben que está mal”. No obstante, en las elecciones de 2016, un 81% de los evangélicos blancos que acudieron a las urnas votó por Trump.
Traducido por Francisco de Zárate
25