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Juanlu Sánchez es periodista, cofundador y subdirector de eldiario.es. Colabora en La Sexta y en el New York Times. Fue cofundador de Periodismo Humano y como reportero pasó de la cobertura especializada en derechos humanos a documentar la génesis y las consecuencias sociales y políticas del 15M. Es autor del libro 'Las 10 mareas del cambio' y profesor en el Máster Oficial de Innovación en Periodismo de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

Guillermo Zapata: historia de una polémica

Guillermo Zapata (Ahora Madrid)

Juan Luis Sánchez

De un tuit a las páginas de The New York Times en menos de 24 horas. De una captura de pantalla a una dimisión. La mecha de la polémica de los comentarios recuperados del pasado de Guillermo Zapata ardió rápido, la reacción encadenada de usuarios, organizaciones, políticos, periodistas y medios de comunicación acabó creando una tormenta de la que Ahora Madrid no supo cómo protegerse. Se han sugerido algunas teorías de la conspiración política sobre el origen de este ejercicio de hemeroteca que encontró de entre los 50.000 tuits del pasado personal de Zapata comentarios aislados que han provocado tanto escándalo. No para señalar a nadie personalmente sino para despejar fantasmas y confirmar el poder de algunas comunidades organizadas, contamos esta historia, la de una bola de nieve; nieve natural en origen y bien alimentada después.

La primera referencia a los tuits antiguos de Zapata consta en la cuenta de @fco_azorin a las 16.05 del sábado 13 de junio, tras la investidura de los concejales del Ayuntamiento de Madrid. Como afirma en sus datos públicos, la cuenta pertenece al economista Francisco Azorín, entre otras cosas articulista de LibreMercado.com. Según él mismo explica, “conocía algunas salidas de tono del caballero [Zapata] y dado que tengo lazos con la comunidad judía me puse a buscar”. Este es el primer tuit del escándalo Zapata:

Ese usuario mencionado en copia, @sinonevero, que lleva añadido en su nombre de Twitter el lema en hebreo “La tierra de Israel”, es otro usuario experto en temas militares y también articulista, que se encarga de viralizar esos tuits que interpreta como antisemitas y los pone en conocimiento de varias ONG judías internacionales. Algunos de esos tuits empiezan ya a tener mucha más difusión.

Hay otros usuarios que a una hora parecida comienzan a tuitear aparentemente por su cuenta. Algo de ese rastro se ha borrado y no se puede descartar que otros usuarios aislados hicieran comentarios sobre los tuits de Zapata durante la mañana que luego borraran, según algunas pistas muy poco concluyentes.

Otra persona como @pepito_garca hace un tuit sobre el tema a las 16.43 que ha sido borrado [por respeto a la decisión del autor no se mostrará el contenido ya que en realidad no es relevante, aunque sí se difundió mucho]. Lo que hace este mismo usuario a continuación de su primer tuit es mover más capturas de pantalla de los tuits de Zapata con los diferentes chistes que luego han sido motivo de crítica, con un añadido también habitual en los orígenes de las polémicas tuiteras y que también sugiere un origen espontáneo: menciona a diferentes cuentas más visibles de manera que llaman su atención. Entre ellas, de nuevo, @sinonevero.

Como suele suceder, quién fue el primero se diluye pronto cuando un grupo grande empieza a participar y rebuscar en el pasado de Zapata. Las cuentas más activas en la publicación de tuits antiguos lo hacen con bastantes minutos de diferencia entre un tuit y otro, y a veces con capturas de pantalla con palabras clave como “Israel” o “judíos” marcadas en negrita, lo que sugiere que las búsquedas se hicieron en ese momento y los tuits no estaban guardados para cuando llegara el momento.

La cosa empieza a tener recorrido político. Uno de los primeros usuarios influyentes que catapulta la polémica es el concejal madrileño del PP Percival Manglano. ¿Cómo se entera Manglano tan rápido de que circulan esos tuits? Fácil: le llega a través de Daniel Lacalle, economista de cabecera de Esperanza Aguirre. En menos de una hora, y sin Trending Topic mediante, el equipo de Esperanza Aguirre ya tenía el asunto en sus manos. Manglano primero retuitea y luego hace varios tuits propios con capturas de pantalla.

Además de los avisos por Whatsapp y las llamadas que ya se empezaran a producir, la polémica en Twitter toma cuerpo en dos direcciones: entre usuarios que por ejemplo ya habían tuiteado con otros tags sonados como #NoPodéis y entre cuentas colectivas de las asociaciones de la comunidad judía en España, incluida las “judeosocialistas”. A esa hora Zapata empieza a darse cuenta de lo que ocurre y da sus primeras explicaciones sobre “el contexto” de los chistes sobre judíos (fueron en solidaridad con otra víctima de su propio humor negro con el Holocausto, Nacho Vigalondo) y pide perdón a Irene Villa, que luego le quita importancia al asunto.

El Mundo y ABC reaccionan muy rápido con sus primeros titulares, dando por hecho que los comentarios de Zapata representan sus ideas “contra los judíos”. El Confidencial sí aclara en el titular que son tuits viejos y explica el caso Vigalondo. Y entonces es cuando llega a Pedro J. Ramírez, director de El Español, que pide la dimisión de Zapata dando a entender que sus bromas representan sus ideas.

El País entra. Se hace eco también muy rápido de la noticia y dice que Zapata “se burla” (en presente) de los judíos y de Irene Villa, aunque luego el redactor aclara desde el principio del texto que se trataba de una broma del pasado por la que Zapata pide perdón. Como en casi todos los medios, El País obvia su propia polémica por el caso Nacho Vigalondo, al que despidió como colaborador porque en el periódico no se puede hacer “Ningún chiste con el Holocausto”.

En noticias posteriores, el periódico endurecerá el tono y llamará “injuriosos” a los tuits de Zapata en titular de portada y en un editorial pedirá su dimisión por “miserables tuits incitando al odio racial”. En este editorial, El País compara los tuits de Zapata previos a su vida política con la actitud de los nazis de las SS y con los SMS entre Bárcenas y Rajoy. Aquel día en que conocimos lo de 'Luis, sé fuerte', sin embargo, El País no pidió la dimisión de Rajoy sino “explicaciones”; días después, otro editorial decía: “La dimisión de Rajoy, que solo él podría decidir si considera oportuna, no garantiza por lo demás una sustitución ordenada del liderazgo dentro de su partido” y advertía del peligro de las elecciones anticipadas que eso podría acarrear.

Las horas en las que se definió el debate sobre si Zapata era un monstruo incompatible con la representación política coincidieron con las del evento de celebración de la candidatura en un parque madrileño. Durante esas horas, mientras muchos de sus compañeros se permitían el primer momento de relax en meses, Zapata se quedó en casa mirando cómo crecía el monstruo y sabiendo –porque ya lo había visto precisamente con el caso Vigalondo– que aquella no era una polémica cualquiera.

Cualquier periodista que ha trabajado en contacto con asuntos sensibles para la comunidad judía sabe de la capacidad de organización y contacto directo con el poder mediático y económico que se ha sabido labrar para defender sus casi siempre legítimos intereses. The Jerusalem Post, periódico en inglés de referencia para la derecha israelí y con influencia internacional, dedica esa misma noche una noticia a los tuits de Zapata en 2011 (ignorando inicialmente que son de 2011) con una foto de un campo de concentración nazi y este titular: “Un concejal español aplaude la quema de judíos”“Un concejal español aplaude la quema de judíos”. Se difunde masivamente. The New York Times llamará a Zapata horas después para escuchar sus disculpas. No fue el único teléfono que sonó en el nuevo Ayuntamiento de Madrid pidiendo explicaciones desde el extranjero.

Carmena y otros miembros de su equipo quitaron importancia a la polémica durante aquellas horas del sábado y la alcadesa no quiso hacer declaraciones. Los representantes de Podemos Rafael Mayoral y Juan Carlos Monedero estaban casualmente en La Sexta Noche y fueron quienes improvisadamente tuvieron que dar la primera reacción sobre Zapata, que no es militante de Podemos sino precisamente de la corriente municipalista con la que han negociado duramente para montar Ahora Madrid. Mayoral hace un primer amago de defenderle, pero pronto se da cuenta del material inflamable que tiene entre manos y pasa pronto a calificar de “deplorables” los tuits de Zapata. “No tengo palabras”.

Aquellos tuits en grandes pantallas actuaron como una definición total del desconocido personaje Zapata, como si representaran sus ideas, como si fuera antisemita, cruel, violento, desalmado, “neonazi” en palabras de varios periodistas. Para rematar el combo, aparece Esperanza Aguirre.

Pedro J. Ramírez, Eduardo Inda y Esperanza Aguirre son tres némesis a los que Ahora Madrid ha podido combatir en campaña. Pero entonces llega el comunicado del PSOE. Antonio Miguel Carmona pide “explicaciones inmediatas” a la candidatura que acaba de investir. Se abre la puerta de la incertidumbre real sobre Zapata. El tag #zapatadimisión aparece débilmente durante la tarde del sábado (unas 300 menciones) y coincidiendo con el debate de televisión crece y ya por la mañana alcanza el primer Trending Topic nacional.

Todo el mundo se pregunta en voz baja por qué la polémica en los grandes medios se centra tanto en Zapata y no en los tuits de Pablo Soto, que también circulan por Twitter. La comunidad judía de Madrid prepara un comunicado pidiendo la destitución de Zapata.

Pasan más de 24 horas desde el inicio de la polémica sin que nadie de Ahora Madrid que no sea Zapata –que estuvo explicándose en varios medios escritos el domingo– salga a asumir el error o desmentir las acusaciones de nazi, xenófobo o proviolento. Arrecian las críticas, ya de todos los colores. Parece tan bestia a primera vista que casi todo el que aterriza en el asunto lo tiene claro: dimisión.

El concejal, que ha borrado su cuenta de Twitter, abre un blog personal el domingo para publicar un comunicado de disculpas que le ayuda a redactar su círculo de confianza. Solo artículos de opinión en algunos medios como eldiario.es, donde Zapata era colaborador habitual hasta que entró en las candidaturas de Ahora Madrid, y posicionamientos de gente relevante del mundo de la cultura o el humor consiguen darle matices diferentes a la situación. Pero el PSOE da otro paso determinante mediáticamente y pide su dimisión. El titular es fácil y ABC prepara portada.

Nadie, salvo el propio Zapata y solo poco a poco, salió en los medios a contener el golpe antes de que Manuela Carmena acudiera a El Objetivo el domingo por la noche. Ana Pastor, lógicamente, le preguntó. Casi nadie sabía exactamente qué iba a responder Carmena, aunque la mayoría de los concejales confiaban en que Zapata no tuviera que dimitir. Pastor repreguntó varias veces y la jueza fue dejando caer poco a poco que le iba a pedir que se fuera.

A medianoche Zapata se rinde. No va a conseguir que se entienda que, además de disculparse otra vez si ha causado daño, los chistes sobre el Holocausto o Irene Villa tenían que ver con un debate sobre humor negro en 2011 y que lo de Marta del Castillo tenía que ver con un formato de ficción sobre Rajoy en Twitter y que... Ya da igual, eso está perdido. Quiere al menos sobrevivir personalmente al escándalo, que no le insulten por la calle por ser alguien que no es. “No me interesa mi cargo, solo quiero pedir perdón y que nadie crea que defiendo la violencia”, dice en una entrevista a eldiario.es.

Después de la entrevista de Carmena, entonces sí, se organiza explícitamente una campaña para defender al concejal del linchamiento que le presentaba como un ser que no es: #EsteEsZapata. De nuevo, la actividad tiene más que ver con el apoyo de sus redes de afinidad activista y referentes profesionales del humor o la ficción, además de la solidaridad espontánea de miles usuarios en general, que con la oficialidad de Ahora Madrid o Podemos. Ni Pablo Iglesias ni Iñigo Errejón tienen ningún gesto público con Zapata en ningún momento (lo harán después de la dimisión para celebrar su ejemplaridad).

El tag es primer TT, pero la incertidumbre de Carmena paraliza el ambiente y algunas personas influyentes en su entorno deciden no mojarse para no desautorizar lo que la alcaldesa esté decidiendo. Paradójicamente, a esas alturas del partido, los comentarios de #EsteEsZapata tienen una función doble: hacer justicia con el perfil personal de Guillermo Zapata, sí, pero también intentar evitar que Carmena lo cese como mal necesario para superar la presión.

Funciona a medias. Carmena, antes de la reunión con su concejal, insinúa a EFE que “Zapata podría realizar otras actividades que no sean la de Cultura”, de nuevo agregando suspense y dando más vida a la polémica. Zapata llega a la reunión con Carmena convencido de que la bola se ha hecho demasiado grande como para poder realizar cambios significativos en la política cultural de la ciudad sin un lastre permanente. No trata de convencer ya a Carmena. Está marcado. Estigmatizado. Debe dejarlo. Ambos están de acuerdo.

Han pasado 48 horas desde el inicio de la polémica y la mayoría de los periodistas y ciudadanos no ha escuchado nunca la voz del concejal Guillermo Zapata explicándose. Su figura de aspecto caótico entra en la sala de prensa del Ayuntamiento de Madrid, sus barbas y su pelo encajan con los peores estereotipos y prejuicios. Zapata habla, se explica, y al día siguiente vuelve a hablar en El Intermedio. Muchos periodistas, líderes de opinión y políticos comentan en Twitter que qué chico tan razonable, qué buena actitud, qué pensamiento más bien elaborado, qué lamentables fueron los tuits pero que quizá había sido todo un poco desproporcionado. Ya era demasiado tarde.

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Juanlu Sánchez es periodista, cofundador y subdirector de eldiario.es. Colabora en La Sexta y en el New York Times. Fue cofundador de Periodismo Humano y como reportero pasó de la cobertura especializada en derechos humanos a documentar la génesis y las consecuencias sociales y políticas del 15M. Es autor del libro 'Las 10 mareas del cambio' y profesor en el Máster Oficial de Innovación en Periodismo de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

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