Cuando el valor de la tierra se puede guardar en un tarro de cristal: la conserva en La Rioja
El valor de la tierra en La Rioja puede quedar muchas veces guardado en botes de cristal. A eso se dedica Victoria Mateo Murua en la Casa de la Mermelada en Aguiano y los productores del pimiento najerano bajo el paraguas de la Indicación Geográfica Protegida. La primera utiliza productos de calidad que ella misma selecciona y cultiva, los segundos un pimiento cuyo apellido es sinónimo de calidad y valor añadido. Y es que el otoño en La Rioja huele a conservas, y según que zonas, a pimiento.
María Barco es la responsable de administración y promoción de la IGP del Pimiento Riojano, un importante sello de calidad “aún desconocido fuera y también dentro de La Rioja”. Tres palabras, Indicación Geográfica Protegida, que “avalan todo un proceso que va desde el campo hasta la industria y que son garantía de calidad. Tres palabras que dan un valor añadido a un producto como el el pimiento najerano con identidad propia y que el consumidor final identifica con un producto asociado a unos productores y al Gobierno de La Rioja”.
El pimiento najerano es autóctono de La Rioja donde se cultiva casi en exclusiva. De hecho, cuenta Barco, la vinculación del pimiento con La Rioja está documentada desde mitad del siglo XIX y, a finales de ese siglo, existe constancia de que el pimiento riojano se consumía en todo el país. El clima, el suelo y los métodos de cultivo y recolección permiten obtener unos frutos con unas características organolépticas propias, potenciadas en el tradicional y artesanal método de elaboración cuando se comercializan en conserva.
El proyecto de Victoria Mateo también tiene un fuerte arraigo a La Rioja y Anguiano. Ella es madrileña aunque sus raíces paternas están en Anguiano. “Llevo a La Rioja en la sangre y en el pueblo estábamos muy felices. Veníamos todos los fines de semana y fiestas”. Y su pueblo y el medio rural se convirtieron en su modo de vida cuando Mateo decidió volver al mercado laboral tras la crianza de sus hijas. Optó por el autoempleo y Anguiano era el lugar adecuado. “Es un pueblo que me ofrece la tranquilidad que buscábamos y a la vez está muy bien comunicado”. Y así, rehabilitaron la casa familiar y la convirtieron en la Casa de Mermelada. Mateo trabaja con fruta de calidad que ella misma selecciona e incluso cultiva en su pequeño huerto. Su actividad aúna su pasión por la cocina y le permite desarrollar su creatividad. “Nunca me han gustado las mermeladas industriales, no son sanas ni naturales”. Así que tenía claro que su producto debía tener un valor añadido, tenía que ser diferente a lo que ya existe. “Mi forma de trabajar es muy natural, utilizo fruta, mucha cantidad, para conseguir una mermelada con una textura y sabor muy diferenciados porque artesanos somos muchos, pero cada uno trabajamos de una forma diferente”.
Y su forma de trabajar diferente pasa por elegir las mejores frutas en el momento justo de maduración para conseguir los sabores intensos propios de los frutos recolectados ya maduros y sin pasar por cámaras de conservación algo que confiesa es posible “gracias a la riqueza, calidad y variedad de productos que nos ofrece la huerta riojana”. A partir de ahí comienza el proceso de elaboración “totalmente artesanal y sin añadir gelificantes, ni conservantes, ni colorantes, un proceso en el que no tienen cabida ningún tipo de aditivo industrial”. Está orgullosa de trabajar con las manos, un trabajo que describe “complicado y poco productivo” por lo que defiende la artesanía y aboga por dar valor a la fruta y verdura de La Rioja. “Yo lucho y trabajo cada día por este motivo”. Es su aportación personal.
Un mimo y cuidado que también marca el proceso de elaboración del pimiento. De hecho, la marca IGP “vincula el proceso de producción de los pimientos al ritmo de la naturaleza desde el que agricultor pone la planta en mayo hasta la recolección en septiembre, este año un poco más tarde. Entre tanto no censan los cuidados porque el agricultor va viendo cómo se desarrolla la planta, la cuida, la mima, vigila las plagas... hasta la recolección a finales de agosto, principios de septiembre, este año más tardía precisamente por esos ritmos de la naturaleza”.
Y una vez recolectados, “los pimientos van a los almacenes y de ahí a la industria donde se realiza el proceso de asado tradicional en horno de leña. El proceso de pelado se realiza manualmente al igual que el quitado de semillas para terminar embotados en su jugo. Un proceso ”manual, artesanal y muy cuidado“, insiste Barco.
El resultado, un producto que “combina con todo: con huevos fritos, con mucho ajo y aceite en la sartén se convierten en el mejor acompañamiento de cualquier carne e incluso solos”. Y es que los pimientos asados, los pimientos najerinos, son un verdadero manjar en cualquier época del año.
Un producto autóctono convertido en mermelada
Un producto autóctono de La Rioja que Mateo también ha convertido en mermelada. Y es que además del pimiento, los ingredientes que utiliza para sus mermeladas son cien por cien naturales. Su producción es limitada. Aun así, la Casa de la Mermelada cuenta con una amplia gama de sabores que incluyen, además de los más tradicionales, otros más innovadores y pegados a la tierra como la mermelada de higo con Pedro Ximénez; higo con vinagre de manzana; membrillo con naranja; cabello de ángel; cebolla con vinagre de Jerez; jalea con vino tinto de Rioja y ciruela claudia entre otros.
En Anguiano, en el valle del río Najerilla y puerta de entrada a la sierra de La Demanda y en los valles de Rioja Baja, Rioja Media y Rioja Alta. Mermeladas con productos de calidad y pimientos najerinos con una calidad añadida y avalada por una IGP. Otra forma de disfrutar La Rioja también en otoño.
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