El terror llega al Magreb

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El secuestro de los tres cooperantes españoles en Mauritania ha provocado que la comunidad internacional fije su mirada en la red que el grupo terrorista Al Qaeda ha desplegado en los países del Magreb. Esta zona tan cercana a Europa no se percibía como un peligro inminente para Occidente y su seguridad, aunque los servicios de inteligencia de las naciones europeas ya tuvieran conocimiento de la presencia de Al Qaeda en estos países.

El Magreb, el territorio que comprende Libia, Túnez, Argelia, Marruecos, Sáhara y Mauritania, se convirtió en 2006 en una nueva zona donde la red terrorista encuentra adeptos a su causa. Bajo el nombre de Al Qaeda para el Magreb Islámico (originarios del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, GSPC) los terroristas han perpetrado atentados como el de Casablanca en 2003, en el que perdieron la vida 41 personas.

Fue en este mismo año, cuando el número 2 de Al Qaeda, Aiman Al-Zawahiri, lanzó un comunicado en el que instaba a sus seguidores a convertirse en “un hueso atravesado en la garganta de los cruzados norteamericanos y franceses”.

Sin embargo, expertos en la materia sitúan las relaciones entre el GSPC y Al Qaeda en años previos a 2006. Indican que su unión data, al menos, del año 2003 cuando se produjeron una serie de comunicados de amenaza contra diversos países de Europa, principalmente Francia, emitidos por Al Qaeda, que ya entonces consideraba al Grupo Salafista para la Predicación y el Combate como uno de sus aliados, según estos expertos.

El propio Al- Zawahiri, que anunció la intención de Ben Laden de contar como aliado con el grupo salafista en el Magreb, fue el autor de un vídeo en septiembre de 2007 en el que hacía un llamamiento a la recuperación de Al-Andalus. Según reivindicaba, toda la Península Ibérica debía ser devuelta al Islam, exceptuando algunas partes de la franja cantábrica.

Con el paso de los años, Al Qaeda para el Magreb Islámico se ha convertido en una de las organizaciones terroristas más activas en el norte de África y se le considera autora de numerosas acciones en diversos países de la zona e incluso en Oriente Próximo.

El pasado mes de marzo, Al Qaeda para el Magreb Islámico publicó un comunicado en una web de corte islamista radical en la que reivindicaba una serie de acciones terroristas en las que habían fallecido un total de 82 personas.

Principalmente, sus acciones se dirigen contra miembros del Ejército o de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de los respectivos Estados, aunque también han pasado a secuestrar a los occidentales que se encuentran en territorios del Magreb, al igual que las facciones de Al Qaeda en Irak han realizado desde el inicio de la invasión.

Las peticiones por estos secuestros suelen ser de dos tipos.

Al Qaeda reclama la liberación de los terroristas que se encuentran presos en Occidente y que el Estado del que son originarios los secuestrados retire las tropas que mantiene en frentes como Irak o Afganistán.

Qué medidas tomar

Ante situaciones como la originada en Mauritania por Al Qaeda, las posibilidades de reacción de los países afectados es bastante limitada. La cooperación con los países por donde se mueven los terroristas es una de las mejores opciones, sin embargo, a veces no se llega a un punto de entendimiento como ha ocurrido con el secuestro de los tres cooperantes españoles en Mauritania.

En esta ocasión, según aseguraba el diario argelino El Jabar, el riesgo de ejecución por parte de los secuestradores y la presión del gobierno español hicieron que se abortara un intento del Ejército mauritano de liberar a los tres cooperantes españoles secuestrados.

Según estas fuentes, un guía saharaui condujo a los militares mauritanos siguiendo el rastro de los secuestradores, que viajarían en tres vehículos todoterreno. En la noche del lunes 30, un día después del rapto, los mauritanos localizaron a los secuestradores en pleno desierto, entre las localidades de Atar y Tidjikja.

Entonces los militares se pusieron en contacto por radio con los secuestradores, que les aseguraron que cualquier tentativa de uso de la fuerza tendría como consecuencia inmediata la ejecución de los rehenes.

Las autoridades españolas habían planteado que toda operación militar debía ser planeada cuidadosamente y realizada preferiblemente por fuerzas especiales occidentales especializadas en este tipo de intervenciones, explicó la fuente argelina, por lo que finalmente los secuestradores pudieron escapar. Los militares argelinos perdieron el rastro en la mañana del día siguiente, 1 de diciembre.

Sin embargo, en esta ocasión se cuenta con una ventaja con respecto a los secuestros que con anterioridad se han dado en Irak o Afganistán. Ahora se cuenta con la cooperación total de un gobierno formado, en un Estado estable, en el que no se está desarrollando un conflicto armado y en el que la totalidad de los grupos políticos han condenado la acción terrorista.

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