Los donantes viven mejor
Según estos nuevos datos, la mayor parte de los donantes mantienen a largo plazo buenos indicadores de función renal y, además, su calidad de vida está por encima de la media de la población general.
Las consecuencias a largo plazo de donar un riñón interesan cada vez más a los investigadores porque ante la escasez de órganos para trasplantes se intenta fomentar esta fórmula que, incluso en España, líder mundial en donaciones, es necesaria para ayudar a los pacientes en lista de espera para recibir un riñón.
El estudio, divulgado por la revista 'The New England Journal of Medicine' (NEJM 2009; 360:459-469), advierte que la mayor parte de los estudios llevados a cabo hasta el momento incluyen “grupos de donantes relativamente pequeños y periodos de seguimiento breves”. Por ese motivo, se emprendió un trabajo sobre el estado de salud y el riesgo de ESRD (Enfermedad Renal en Fase Terminal, por sus siglas en inglés) en un grupo de 3.698 donantes de riñón que se sometieron a la intervención para el trasplante entre 1963 y 2007.
La supervivencia de los donantes fue similar a la del grupo de control, equivalente en edad, sexo, raza y grupo étnico. Once donantes desarrollaron ESRD (180 casos por millón de personas al año); la cifra en la población general es de 268. La mayor parte de los donantes tenía una puntuación más elevada en la escala de calidad de vida que el resto de personas.
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