“No es necesario que haya estudiado filosofía en su vida”
@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } Descartes y Pascal tuvieron un único encuentro en el convento parisino de los Mínimos de al menos cinco horas el 24 de septiembre de 1647, en el siglo de la oscuridad. Quizás fueron estos dos grandes pensadores los precursores de lo que sería el Siglo de las Luces. Ninguno de los dos escribió nada sobre este encuentro, pero mediante la correspondencia de ambos genios, el autor del texto, Jean-Claude Brisville, crea esta obra, que es un diálogo de dos personajes vivos.
Los dos filósofos viven al margen de la sociedad y son religiosos por la educación recibida. Son dos puntos de vista opuestos, pero sin enfrentamiento entre dos concepciones de vida distintas. “En ese momento, Descartes tiene 53 años, tres años antes de morir y defiende el derecho a pensar libremente, lo que merece la hoguera. Por eso pasa tres cuartas partes de su vida en Amsterdan, la ciudad más libre de Europa. El resto estaban bajo el mando de monarquías absolutistas y la iglesia”, explica José María Flotats, que además de ser el director representa a este personaje en la obra.
Flotats también explica el momento que vive Pascal en ese encuentro: “Tiene 24 años. La pasión e intransigencia de la juventud y está pasando una crisis. Renuncia a sus estudios y a sus trabajos para dedicarse al más allá, a salvar su alma. Sin embargo, no acepta el compromiso de la iglesia con el poder”.
El director añade además que el texto, aunque goza de gran calidad por su adjetivación y el cuidado del lenguaje, no es una burda copia de cómo se hablaba en el s. XVII. “Es el placer de asistir a la conversación de dos genios, la oportunidad de escuchar sus opiniones sobre asuntos que nos interesan, sobre temas que todavía no hemos resuelto”.
También esta obra ofrece otra gran reflexión: ¿qué hubiera sido de la inteligencia humana sin la censura, sin la política, sin la iglesia?
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