¿Sabes cuántos kilos de ropa tiras al año?
Cada español se desprende de siete kilos de ropa por año, o sea, un total de 326.000 toneladas anuales, tanto como el peso de 45.000 coches medianos. Mucho más tiran en Alemania o el Reino Unido, con un millón de toneladas anuales, y Estados Unidos lidera el listado de ‘fast fashion’ con 13 millones de toneladas de prendas arrojadas de los armarios, un equivalente al peso de casi 2.000 cruceros.
Con buena voluntad, millones de personas la depositan en contenedores de oenegés a la espera que sus camisetas y jeans tengan una segunda oportunidad. Pero no siempre es así. Las estadísticas de un estudio realizado por la Universidad de Delaware indican que 4,3 millones de toneladas de ropa usada se exportaron desde EEUU, Alemania, Reino Unido y otros países desarrollados a India, Pakistán y Rusia. Estos estados no son el destino final, sino que allí se reprocesa y vuelve a exportar a África. Pero apenas el 30% sirve para volver a ser usado: debido a la pérdida de calidad de las prendas, el 70% restante se recicla como paneles de aislamiento térmico, trapos, relleno de moquetas o tejidos para maleteros de coches.
Pero vender ropa usada al Tercer Mundo apenas es buen negocio: el traslado en barcos (que generan una contaminación que supera en más de mil veces al de los coches) de cientos de miles de prendas usadas inservibles es tan caro que no sale a cuenta fabricar esos productos con telas recicladas.
La ropa nueva es tan barata que muchas organizaciones que las venden en mercadillos de segunda mano ven que su negocio ya no marcha como una década atrás. Si una chaqueta de Zara, Primark o H&M en época de rebajas apenas es más cara que una tienda de ropa usada, muchos consumidores no lo piensan dos veces.
Entonces se platea el problema de qué hacer con la ropa de segunda mano. La incineración queda descartada. Su quema quema genera toxinas dañinas para el medio ambiente. Y su reciclaje no es sencillo: tratar las fibras usadas es más caro que fabricar nuevas. Además las prendas tienen diversos materiales (como botones, plásticos y cierres) que requieren mano de obra especializada para separarlos, y peor aún, la mezcla de fibras como nylon o poliéster requieren de procesos químicos más complejos para separarlos.
¿Cuál sería la solución? Según Greenpeace, terminar con la moda del ‘fast fashion’. La organización ecologista calcula que si cada persona estira la vida útil de sus prendas de uno a dos años, se reducirían las emisiones contaminantes un 24%. Claro, la industria textil también debería hacer su contribución y disminuir el ritmo de renovación de colecciones, y presentar prendas que no se arruinen al cabo de pocos lavados.
0