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Almeida olvida sus promesas electorales y trata de capitalizar la gestión de la pandemia

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en el último Pleno municipal. / Óscar Cañas / Europa Press

Sofía Pérez Mendoza

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Hace justo un año, la justicia dio el primer disgusto al recién estrenado Ayuntamiento de Madrid. La promesa sobre la que el PP había construido su campaña electoral, suspender Madrid Central, era tumbada por los jueces después de una gran manifestación de oposición en la calle. 365 días y una pandemia después, el alcalde, José Luis Martínez-Almeida está en su mejor momento: acaba de lograr, junto a su socio Ciudadanos y a la oposición, un acuerdo entre todos los partidos con medidas para sacar a Madrid de la crisis ocasionada por la COVID-19 y las encuestas le sonríen.

El talante más negociador durante la epidemia ha emergido a la vez que, como una balanza, perdían pie las medidas que cimentaron su liderazgo antes del coronavirus. En solo una semana los jueces han anularon definitivamente el intento de acabar con Madrid Central por ir en contra del principio de “no regresión” medioambiental y declararon ilegal el desalojo de La Ingobernable, otro hito de su gestión cuyas consecuencias aún están por ver y que sirvió en su momento para marcar el nuevo rumbo de la política capitalina. “Tolerancia cero con los caras”, dijo tras ejecutarse el desalojo.

La oposición coincide en los 'Pactos de la Villa', como se ha bautizado el acuerdo, son buenos para todos pero especialmente para el Gobierno y la figura del alcalde, que va a capitalizar políticamente un hito histórico en una ciudad acostumbrada a la confrontación. Alcanzar el consenso le ha obligado a hacer ciertas cesiones que hace unos meses parecerían imposibles. Las exigencias de la nueva realidad han servido para sustentar los giros de timón. “Queremos ser el primer peldaño, la prueba, la demostración... y que se replique en el Congreso”, señalaba el viernes la vicealcaldesa Begoña Villacís una vez fracasado el primer intento de llegar a un acuerdo en la Comisión de Reconstrucción a nivel nacional. Villacís también aprovechaba para reivindicar la labor de su partido en el proceso, consciente de que el regidor ha sido el gran protagonista político durante la crisis.

La última encuesta de Telemadrid muestra que la negociación ha catapultado al PP –Almeida ganaría hoy las elecciones con ocho concejales más– y también la imagen del regidor, el político mejor valorado del Ayuntamiento junto a Villacís, en segunda posición. Además, dos de cada tres ciudadanos aprueban la gestión del Consistorio durante la epidemia y un 68% cree que el primer año de mandato de PP y Ciudadanos sido “bueno o muy bueno”.

“Puede no ser el más ambicioso, el que todos hubiéramos deseado, pero señala el camino para el futuro de la ciudad”, dijo Martínez -Almeida sobre el pacto en una entrevista en la Cadena Ser tras publicarse en el Portal de Transparencia el documento final el jueves por la tarde. La oposición coincide: los 'Pactos de la Villa' evitan entrar en núcleos mollares de conflicto que todavía existen entre el Gobierno y la izquierda, como las restricciones al coche. Pero ponen de manifiesto cesiones por parte del equipo municipal logradas a fuerza de muchas horas de diálogo. Y también bajo la presión de no hacer estallar por los aires una negociación que se concibe como el mayor éxito del Ayuntamiento hasta el momento.

El documento recoge medidas de movilidad y espacio público que no gustaban al PP pero han terminado aceptando, como carriles bici provisionales. También incluye una prueba con la “mínima inversión” de una supermanzana –como adelantó Ballena Blanca–, actuaciones para crear áreas de prioridad peatonal y trabajos para reducir “hasta el mínimo posible” el ancho de los carriles de circulación de vehículos motorizados. Todas ellos acuerdos que, al menos sobre el papel, evidencian la distancia entre aquella foto del alcalde y la vicealcaldesa congraciándose por retirar los maceteros de la calle Galileo que ampliaban el espacio para el peatón –como muestra de la primera batalla ganada contra la política de movilidad de Carmena– y hoy. Ha pasado un año.

Las renuncias van acompañadas de una advertencia: las convicciones “no se van a diluir en acuerdos generales”, en palabras del alcalde. Muestra de ello es que en la pandemia, el PP ha seguido apostando por las recetas de siempre en Madrid (ladrillo, grandes infraestructuras...). La ejecución de las medidas del pacto no está cuantificada, salvo en Cultura, y pocas tienen plazo de ejecución.

“Hay un compromiso de poner en marcha todas las medidas pero el Gobierno al final es quien prioriza, si quiere gastarse los 6.000 millones de presupuesto en la obra del Nudo Norte o en reforzar los servicios sociales”, apunta una edil del PSOE, cuyo grupo no dio por cerrado el acuerdo hasta última hora de la tarde por una “cláusula” presentada por la concejalía de Hacienda sobre los límites presupuestarios. El entuerto se resolvió tras unas horas de confusión con una enmienda al texto para que los acuerdos se materialicen igualmente si el Gobierno no permite gastar el superávit. Hasta Vox, que advirtió que si no se sumaba se quedaría solo, se ha subido al valor de la negociación. “Las mesas han sido ambiciosas en sus objetivos y generosas en sus acuerdos”, dice el partido en una nota de prensa.

Avalado por el pacto, el Gobierno municipal quiere escenificar una nueva etapa de diálogo para superar el desgaste de los primeros meses de mandato, marcados por decisiones que minaron la imagen del Ejecutivo municipal, y el alcalde ya ha tendido la mano a los grupos para pactar los siguientes presupuestos con las 352 medidas como ancla para empezar a negociar. Martínez-Almeida pone como ejemplo las últimas ordenanzas fiscales, que salieron adelante con la abstención de Más Madrid y PSOE –algo poco común si hablamos de impuestos–, y aspira a algo similar en los presupuestos. Los últimos –los primeros de la derecha– salieron adelante por un error de cálculo de Más Madrid que dio la mayoría a PP y Ciudadanos sin necesidad del apoyo de Vox.

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