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Ayuso mantiene como temporales a sanitarios a quienes prometió ser interinos tras el fin de los contratos COVID

Una sanitaria se coloca una EPI en el Hospital Isabel Zendal.

Alberto Ortiz

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Pilar recibió una llamada en marzo que le alivió la perspectiva incierta que dejaba el fin de la pandemia en los hospitales. La Comunidad de Madrid le ofreció un puesto interino en el centro en el que trabajaba, como parte de la promesa del Gobierno regional de estabilizar a 1.300 trabajadores eventuales que habían desempeñado diferentes funciones de refuerzo durante los meses más duros de la COVID. Tras ese anuncio, esta enfermera recibió el 1 de abril un contrato temporal de dos meses y volvió a recibir hace días un contrato similar con duración hasta septiembre. Varias sanitarias contactadas por este diario afirman estar en la misma situación. 

En marzo de este año, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso puso fin a los llamados contratos COVID de médicos, enfermeros, auxiliares y celadores que fueron contratados en 2020 para reforzar un sistema sanitario totalmente desbordado por el impacto de la pandemia de coronavirus. De estos 11.000 contratados, 6.000 se fueron directamente a las filas del paro y a los 5.000 restantes la Comunidad de Madrid los mantuvo con contratos temporales. La Consejería de Sanidad prometió además que estabilizaría “como personal interino a otros 1.300 profesionales que hasta ahora desempeñaban sus funciones como personal eventual en la red del Servicio Madrileño de Salud (Sermas)”.

Este es el caso de Pilar, que tras más de veinte años como auxiliar de enfermería se graduó como enfermera hace cuatro y comenzó a encadenar contratos temporales. Luego llegó la pandemia. “Durante todo el COVID solo he tenido contratos de refuerzo, algunos de un mes de duración. Soy viuda y tengo dos hijas a mi cargo. A veces hasta el día 28 no sabías si te iban a contratar de nuevo el 1 del mes siguiente”, relata en conversación telefónica con este diario. Tras la promesa de Ayuso de estabilizar a más de mil eventuales, Pilar recibe una llamada para una interinidad. “Nos llaman para ofrecernos una plaza de interino, pero cuando voy a firmar el 1 de abril veo que allí pone eventual y fecha de fin de contrato el 31 de mayo”. El 1 de junio, les vuelve a pasar lo mismo, con fecha 30 de septiembre. “Ese día habremos finalizado el periodo vacacional de verano y creo yo que nos darán una patada en el culo y a la calle”, se teme.

Marta (nombre ficticio), como Pilar, antes de la pandemia había pasado cuatro años encadenando contratos temporales como enfermera en diferentes puntos del sistema de salud madrileño. En 2020, firmó un contrato COVID porque le suponía mejores condiciones que la baja que estaba cubriendo en ese momento. En marzo, fue una de las primeras en recibir la llamada que le ofrecía convertirse en interina. “Yo fui de las primeras porque tenía bastantes puntos. Nos dijeron que en cuestión de dos meses las plazas estarían aprobadas. Nos avanzaron que firmaríamos primero un contrato ‘preinterino’ y luego el definitivo”, relata. 

Casi cuatro meses más tarde, nada de eso ha ocurrido. En el primer contrato que recibió, y al que ha tenido acceso este diario, figuraba el rótulo ‘Nombramiento de personal estatutario de carácter eventual’ y la descripción: “Realización de servicios determinados de naturaleza temporal, coyuntural o extraordinaria”. La duración: 1 de abril de 2022 a 31 de mayo de 2022. Hace pocos días, recibió un segundo contrato listo para la firma, con las mismas condiciones y la siguiente duración: 1 de junio de 2022 a 30 de septiembre de 2022. 

“No me vendáis que es un interino porque si yo estoy de baja el día que me ofreces otro contrato, me voy a la calle”, protesta Marta. “El contrato de interino no tiene fecha de fin de contrato. A nosotros nos gustaría que esto se haga visible porque sale la señora Ayuso enorgulleciéndose de que está estabilizando con puestos de interinos y no son interinos”, añade Pilar, que recuerda que están obligados a firmar estos contratos porque, si no, el sistema las penaliza durante un año sin poder trabajar en la bolsa de empleo de la sanidad madrileña. 

En diferentes hospitales de la Comunidad de Madrid hay grupos de whatsapp de sanitarios afectados por estas promesas de interinidad por ahora incumplidas. El número de integrantes no es menor. Solo en el hospital de Móstoles hay 35 inscritos, pero la situación se extiende a sanitarios del hospital de Leganés, La Paz, el Puerta de Hierro de Majadahonda o el de Vallecas. Ninguna de las enfermeras o auxiliares consultadas por este diario se atreve a dar su nombre completo por temor a represalias. 

“Es desesperante porque te prometen una cosa, te obligan a aceptar ese contrato, porque si no te penalizan y al final lo que tienes es un eventual que es igual que cualquier contrato de verano”, explica Irene, que como Pilar o Marta firmó en abril y en junio sendos contratos eventuales a pesar de que le habían prometido uno interino a mediados de marzo. “Llevas trabajando en el sector público no sé cuantos años y estás como una recién licenciada”, dice esta enfermera que también repasa su vida laboral, con contratos incluso de un día y sin haber podido encadenar unas vacaciones largas desde que salió de la carrera, hace más de cinco años. 

Irene relata un escenario casi idéntico. “Me llaman para trabajar en otro hospital como interina y cuando vas a firmar te dicen que tienes que firmar un eventual”, dice. La explicación que les proporcionan es que la creación de estos nuevos puestos interinos depende de un dinero de la Consejería de Hacienda que tarda en llegar. “Preguntas a algunos y te dicen que esto siempre es así, que suelen tardar, pero con lo que hemos visto ya no sabes si creerles o no”, sostiene. Irene recuerda, además, que a la vuelta de la esquina tienen que resolverse traslados internos y externos y tiene que entrar las plazas de las oposiciones de 2019. “Tú vas allí y te dicen: no, no, si tú tienes un interino. Pero en mi contrato no pone eso”, dice. 

Marta Arribas, portavoz del Sindicato de Enfermería (SATSE) de Madrid, explica a este diario que habitualmente antes de la firma de un contrato interino se redacta uno eventual –que llaman preinterino pero que en el papel y a todos los efectos es eventual–, a la espera de la firma por parte de Hacienda de las partidas correspondientes para esos nuevos puestos. Pero ese contrato preliminar, dice, suele durar un mes o como mucho dos, no seis. “Que se alargue hasta el 30 de septiembre llama la atención. A pesar de que les hayan asegurado un interino, lo que tienen es un eventual, con todas las consecuencias”, indica. Arribas desconfía además de que en septiembre lleguen los contratos definitivos: “Con esta Administración que tenemos yo no me puedo creer nada. En abril les dijeron que los iban a estabilizar y van a pasar seis meses y no tendrán contrato”. 

La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid no ha respondido preguntada por este diario sobre el tema.

Años de contratos temporales encadenados

En términos generales, el Sermas se nutre hoy por hoy de contratos no fijos. En estos momentos, estos puestos alcanzan el 44% del total: de los 17.667 facultativos, 5.872 son interinos y más de 1.900, eventuales. Nuria lleva tres años en el hospital madrileño en el que trabaja actualmente. Antes había trabajado en una residencia durante diez años, donde le pagaban menos, pero al menos, dice, tenía un contrato estable. Desde que volvió a la sanidad pública madrileña esta enfermera ha solapado de todo: “Contratos de tres semanas, de una semana, si tienes suerte de unos tres meses y uno de seis meses por el COVID muy extraordinario”. “Al final es siempre estar dispuesto a ellos y si te niegas vuelves a la casilla de salida, sin puntos en la bolsa. No puedes coger viajes para vacaciones porque estás a expensas de que te llamen”, dice. 

Ella tiene tres niños y no puede permitirse perder alguna de estas opciones que le ofrecen repentinamente, como este contrato eventual que durará todo el verano, a pesar de que a ella también le habían ofrecido un interino. “Tú das todo y al final de ellos no recibes nada. En el COVID he estado doblando porque lo necesitaban, pero una vez que no te necesitan eres un cero a la izquierda”, lamenta. 

Marta estuvo varios meses en la UCI de su hospital durante la pandemia. “Una carga de trabajo tremenda y teníamos que tirar. Llegaba el verano y como tenías un contrato eventual, no te tomabas vacaciones. Tengo seis hojas de vida laboral: dos son vacaciones retribuidas y no disfrutadas y otras cuatro de contratos eventuales”, cuenta.

“Nos vapulean y nos mienten. Somos números, peones que estamos ahí trabajando malpagados”, se queja Pilar, que cuenta que sigue de alquiler porque al presentar sus contratos temporales ningún banco le concede una hipoteca. “Algunas nos vemos en la obligación de doblar para traer un sueldo en condiciones a casa. Estamos cobrando 1.500 euros, por eso le tenemos que sumar noches y festivos”, lamenta. 

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