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Ayuso: sin teleprompter no hay paraíso

La presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata del PP a la reelección, Isabel Díaz Ayuso, posa antes de un debate con los cinco candidatos a la Asamblea de Madrid

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De todas las frases a entrecomillar de Isabel Díaz Ayuso en el único debate de los candidatos a la Presidencia de la Comunidad de Madrid con ella presente, celebrado en Telemadrid, hay una muy significativa: “Esto es lo que tienen los debates”. La aspirante del PP a renovar su Presidencia se encogía de hombros mientras pronunciaba la frase y se dirigía a sus votantes. ¿Qué es lo que tienen los debates que tanto molestan Isabel Díaz Ayuso? La falta de control a pesar de las reglas.

Lo que tienen los debates que a Isabel Díaz Ayuso no le agrada es lo imprevisible. Lo inesperado es esa parte de la vida que no está programada en función de los intereses propios y que no hace más insistir y repetirse. El común de los mortales ha aprendido a reconciliarse a la fuerza con todo eso que no había escrito en el guion de su vida, y termina por sacarle brillo como puede a las circunstancias no previstas. El poder consiste en restarle poder a lo imprevisto y que el guion que escribe se cumpla a rajatabla.

Cuando Alejandra Jacinto (Podemos) decidió romper con el guion, salir de su casilla y moverse hasta el atril donde estaba parapetada Isabel Díaz Ayuso, con Juan Lobato (PSOE) entre medias, rompió lo previsto. Solo los impertinentes son capaces de saltarse la norma para aclarar lo que sucede. Según la tercera acepción del Diccionario de la RAE, el impertinente es un anteojo con manilla. O sea que el impertinente se usa para ver mejor. Eso es lo que hizo Alejandra Jacinto al entregarle en mano el libro escrito por Alberto Reyero, ex consejero de Políticas Sociales en el Gobierno de Díaz Ayuso, y titulado Morirán de forma indigna (Libros del KO).

Un hito televisivo

El título es una frase que usó el ex consejero en un correo electrónico, para advertir a los responsables de Sanidad de lo que provocarían esos protocolos que había aprobado la presidencia de la Comunidad de Madrid. Lo imprevisible en la Asamblea de Madrid no tiene cabida. Por eso el PP, gracias a los votos de Vox, tumbó la comisión de investigación del conocido como “protocolo de la vergüenza”. Este es el asunto del que trata el libro protagonista de la noche en el debate de los candidatos y el único motivo que ha sacado a Isabel Díaz Ayuso de las casillas que pretendía conservar.

Hasta el realizador entró en barrena y lanzó un contraplano por un instante de la cara del conductor, Víctor Arribas, antes de volver a pinchar lo que estaba sucediendo en plató. El momento icónico de la velada descubría “lo que tienen los debates” y lo que hay que tener para ser un virtuoso del acto reflejo y la elocuencia. En un debate está prohibido el teleprompter. Aunque se usan tarjetas en las que los candidatos llevan apuntados los eslóganes que deben repetir, si el rival ha hecho sus deberes tratará de romper esos papeles para exponer al contrincante en la arena de la oratoria. Y desvelar los límites de su capacidad de persuasión.

Le podían los nervios, las inseguridades y el malestar por tener que pasar por el trance del debate para convencer a sus votantes. Y el brillo flúor del rosa de su fantástico vestido terminó muriendo cuando apareció el libro de Reyero. Ese momento desveló cómo los protocolos sanitarios contra el COVID-19 son lo único capaz hacerla vulnerable. “Es una falta de respeto decir que se les dejó morir”, dijo indignada mientras trataba de librarse de la herida que le ha hecho sangrar en público: la sanidad.

A Isabel Díaz Ayuso no le gustó nada el regalo de Alejandra Jacinto. Primero le devolvió el libro y luego le retiró el saludo de despedida al acabar el debate. “Aunque rechace el libro acabará sabiéndose la verdad”, le advirtió Jacinto. Tampoco debió agradarle la blusa que la candidata de Podemos mostró en la parte final del encuentro. Llevaba estampada la cara de su hermano Tomás, al que Jacinto recurrió en varias ocasiones para preguntarle a la presidenta si le parecía ético contratar a tu hermano en lo peor de la pandemia. Una cuestión que hizo abandonar a Pablo Casado el partido que presidía. Eso es lo que tienen los debates, preguntas que incomodan.

Una mayoría para Ayuso

Este entrecomillado sobre los debates lleva al siguiente de Isabel Díaz Ayuso en la noche del martes en Telemadrid: “No quiero depender de nadie”. Esta es la razón que esgrimió para reclamar el voto masivo a su favor. No habló de políticas ni de planes concretos, sino de tradición, de vanguardia, de vida, de libertad y de propiedad. El motivo por el que los madrileños deberían votarla es porque no quiere depender de nadie, aunque reivindicó la cultura del esfuerzo una y otra vez.

“No quiero que haya problemas, pero no depende de mí sino del Gobierno central”. “Me han bloqueado”. Más entrecomillados para la hemeroteca que iban definiendo la postura de la candidata del PP, que pivotó sobre un lema: Pedro Sánchez, enemigo de Madrid. Tampoco se dio por “aludida” sobre las políticas contra el cambio climático y prometió que haría terrazas con huertos –como Manuela Carmena– y colocaría “una planta en el balcón de los madrileños”, como receta para frenarlo.

Aunque Mónica García (Más Madrid) le afeó que quisiera más ultrarricos y ellos más pediatras, la sanidad pública no tuvo un papel tan protagonista como se vaticinaba. Dejó paso a la vivienda, al trabajo digno y al “gobierno con alma” que reclamó Mónica García. Juan Lobato, templado y apretado como su traje, prefirió mostrarse dispuesto al diálogo y diluirse en un perfil que le distinguiera del tono marrullero. Lobato prefiere enviarle 24 cartas a Isabel Díaz Ayuso, que hablarle de la mordida de su hermano Tomás.

El candidato del PSOE, muy alejado del ánimo que exhibió Ángel Gabilondo hace dos años en el anterior debate, se dirigió directamente al espectador para prometerle educación, respeto, unos servicios públicos de calidad y jugar en la Champion de las regiones europeas. En el debate también participó Rocío Monasterio y su circo, representando a Vox.

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