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Una broma de bar frustra un cambio de izquierdas en un pueblo de la sierra de Madrid

Papeletas en un colegio electoral.

Víctor Honorato

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La sensación de agravio personal y la dignidad herida de un hombre de 75 años por una afrenta real o percibida pesó más que la proximidad ideológica en Zarzalejo. Tras el 28M el PP ha conservado la alcaldía en minoría en esta localidad de menos de 1.800 personas de la sierra occidental de Madrid, aunque las fuerzas de izquierda sumaron más ediles que los populares. Pero los cuatro concejales de Ahora Zarzalejo no lograron convencer al único representante del PSOE, que decidió votarse a sí mismo y permitió que el PP, también con cuatro actas, retuviese el bastón de mando. El concejal rebelde, Ramón Moraga, no descarta ahora —aun con gran pesar, según dice— entrar en el gobierno local con los populares.

El resentimiento de Moraga viene cociéndose desde hace dos legislaturas. En el pueblo se presentó en 2015 Ahora Zarzalejo (AZ), una agrupación surgida al calor de las movilizaciones del 15-M y los principios de gestión participativa, casi asamblearia. El experimento tuvo éxito y permitió desbancar al regidor Rafael Herranz, del PP, que llevaba en el cargo desde 2007. El PSOE, con Moraga al frente, apoyó a la nueva formación “a cambio de nada”, según recuerda hoy. La alcaldesa elegida inicialmente tuvo que dejar el cargo por enfermedad mediado el mandato, con lo que AZ y PSOE decidieron repartirse el tiempo restante. Moraga fue alcalde los últimos 17 meses, hasta las elecciones de 2019. Ahí se gestó el germen del rencor presente.

“Me metieron en líos por hacer las cosas bien”, esgrime al teléfono el veterano socialista, que recuerda dos sucesos que le molestaron especialmente. El primero, las quejas vecinales por supuesta inacción ante el maltrato de los gatos en el municipio, que inundaron su buzón de correo, según su versión. Del otro, que AZ se abstuviera en la votación de sus presupuestos. Tampoco los apoyó su compañera del PSOE en la corporación, “a lo mejor por ser muy recto” él en su forma de gobernar, desliza. En AZ señalan que el documento presupuestario de la discordia se llevó a pleno “cuatro días después” de presentarse. Con todo, resultó aprobado porque el PP se abstuvo.

O alcalde o nada

Así las cosas, el PP recuperó la alcaldía en 2019, apoyado en otras dos formaciones minoritarias. Ahora Zarzalejo se presentó entonces bajo el paraguas de Podemos-IU-Equo y obtuvo los mismos tres ediles, mientras que el PSOE perdió uno. Después vino la pandemia y los desamores quedaron ahogados hasta el pasado 28 de mayo, cuando AZ, de nuevo como marca puramente local, se quedó a 51 votos de ser la fuerza más votada. En el momento de la negociación, Moraga se desmarcó pidiendo ser él alcalde, a pesar de ser el único edil del partido, por los cuatro de AZ. Martín González, que fue regidor por la agrupación y aspiraba a volver a serlo, explica que trataron de negociar con el hombre, que se presentó a la primera reunión con tres compañeros, muy enfadado: a sus oídos había llegado que en la celebración por los resultados uno de los ediles de AZ había dicho en alto que “a Ramón no se le daba nada”.

“Aquello me colmó”, insiste hoy Moraga, que explica que el comentario le trajo a la mente la mala experiencia previa. Así que se votó a sí mismo. Herranz vuelve a ser alcalde y Moraga vive ahora “más fastidiado de lo que parece”, consciente de que obró mal en clave orgánica y dispuesto a abandonar el PSOE si se lo reclama el partido, que de momento no aclara a elDiario.es si dejará correr el asunto o le abrirá expediente al veterano militante.

Incredulidad a la izquierda

En AZ no acaban de dar crédito a lo sucedido, menos cuando el detonante surge de “dimes y diretes de bar”, según explica Martín González. “[Moraga] vino [a la reunión] con otras tres personas a echarnos la bronca”, recuerda. Le ofrecieron las concejalías de Hacienda y Mayores. No las quiso, pero ni con esas acababan de creerse que optaría por votarse a sí mismo. “Con Herranz también se llevaba mal, tuvieron broncas, denuncias […] Nos sorprende muchísimo”. Moraga admite, por otra parte, que González es “buena persona”. Miguel Ángel Castro, concejal también de AZ, cree que reacciones como las del concejal socialista, una persona de carácter, se ven alimentadas por la agresividad ambiental del discurso político general en los últimos años. “Lo emocional se apodera de todo”, cavila.

Cuanto más pequeño el pueblo, más rápido circulan los rumores cuando suceden hechos extraordinarios. Sobre el voto de Moraga en el pleno que eligió al nuevo viejo alcalde ya circulan voces que hablan sin pruebas de recompensas en metálico, acusaciones a las que en AZ tampoco dan valor. El edil las niega tajantemente. “Lo he hecho con todo el dolor de mi corazón”, asegura. Dice que está “hecho polvo”, “pasando un mal luto”, pero no descarta entrar a formar parte del nuevo gobierno, aunque insiste en que de momento no se lo han ofrecido. “Eso se verá… ¿Qué hago, me quedo cuatro años en casa y que el pueblo no funcione?”.

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