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La derecha gana terreno en el feudo de la izquierda madrileña: “Cada vez viene más gente con dinero”

Un cartel electoral del PP y otro de Vecinos por Rivas en una calle de Rivas-Vaciamadrid.

Víctor Honorato

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“Esto era todo monte y culebras”, dice Javier Ciria, vecino de Rivas-Vaciamadrid desde 1985, mientras pasea por una de las amplias avenidas trufadas de chalets del barrio centro, uno de los tres que componen esta localidad al este de Madrid, la más grande y la que más tiempo lleva gobernando la izquierda, con alcaldes de Izquierda Unida desde 1991. Entonces eran 14.000 habitantes, hoy se acercan a 97.000. Esa conversión del pueblo en ciudad la ha vivido con cierta placidez don Javier, antiguo empleado de banca de 72 años, propietario de uno de los “primeros” chalets del municipio y convencido “antisocialista” que no sabe muy bien qué ha pasado en Rivas para que el PP consiguiese por primera vez el domingo ser la fuerza más votada.

“El carril-bici”, acaba señalando el vecino, y con él coincidirán cerca de una decena que pasean al mediodía por los barrios de Rivas, de oeste a este. “Han fastidiado el tráfico, hay atascos a cualquier hora, siempre paga el pato el automovilista”, critica. No convence al hombre la inversión de 1,4 millones de euros de fondos europeos aprobada para una red de 21 kilómetros segregados por todo el municipio, con la que el gobierno local quiere vertebrar la ciudad más allá de las cuatro ruedas.

“Hay atascos y antes no los había”, coinciden Manuel, Juan Luis y Javier, tomando un refresco antes de comer en la terraza del bar del primero. Él es, hasta cierto punto, uno de los nuevos vecinos, llegado desde el barrio madrileño de Vicálvaro en 2014 “por el colegio de la niña”. También critican el IBI, dicen que es muy alto y no repercute en quienes lo pagan. Esto último lo dice el cuarto integrante del grupo, el que se levanta antes de la fotografía.

La fisonomía urbana de Rivas, cuyo casco histórico eran unas pocas pequeñas casas antes de la expansión, donde todo es relativamente nuevo y el crecimiento poblacional ha sido vertiginoso, corría el riesgo de convertirse –con diferencias, como la abundancia de colegios públicos– en algo demasiado parecido a los nuevos desarrollos urbanos de la capital, con vecinos que viven a espaldas los unos de los otros. En 2021 se aprobó una moratoria a las licencias urbanísticas, después de que la población se multiplicase por dos en menos de 20 años.

Bajar del 5% condena a Podemos

Cuando se aprobó la moratoria era regidor Pedro del Cura, alcalde que cedió el bastón de mando al año siguiente a Aída Castillejo, tras 14 años como regidor. El gobierno local, en el que participan IU (en lista única con Más Madrid y Equo), PSOE y Podemos, ha funcionado sin apenas sobresaltos, hasta el punto de que hasta el último momento pareció factible que los tres partidos a la izquierda de los socialistas se presentasen juntos.

No sucedió, y el domingo nueve décimas separaron a Podemos del umbral del 5% de los votos, impidiendo a la formación conseguir representación en el pleno municipal. El PP, que engulló a Ciudadanos, logró 874 votos más que la coalición de izquierdas que, sin embargo, conserva un saldo favorable de tres ediles con respecto al bloque de la derecha, aun contando a Vox, si se le suman los cinco concejales que cosechó el PSOE. El partido Vecinos por Rivas, que aspiraba a actuar de bisagra, se quedó fuera por la mínima, con un 4,94%.

“Está cambiando la población, el talante y la ideología”

Manuel, de 69 años, trabajador de banca retirado al igual que Javier, pero de ideas políticas bien diferentes, opina que en Rivas “está cambiando la población, el talante y la ideología”. “En uno o dos [mandatos] los tenemos aquí”, cree. Se refiere a la derecha y a su predicamento entre los nuevos vecinos, que eligen Rivas por la cercanía a Madrid y porque “se vive muy bien”. “Conozco gente de Las Tablas y de La Moraleja que se ha venido”, dice Laura Fernández, de 26 años, trabajadora de una farmacia que tampoco ve muchos motivos que expliquen el auge del PP. “Quizás con la paralización de la construcción se han pasado un poco”, aventura.

En el grupo de amigas de Ana Alonso, de 24 años, se lleva con orgullo haber nacido y crecido en “el único ayuntamiento rojo”. Habla con entusiasmo de la Feria del Libro, de que las fiestas municipales son las “mejores”, de que en los festivales de música son mucho más baratos para los jóvenes.

Señala también al nuevo carril-bici como elemento de conflicto, y alude igualmente a la “gente nueva” que se instala en Rivas, que puede permitirse pagar 300.000 euros por un piso en el barrio de La Luna, zona de expansión. Ella también querría quedarse, comprarse una casa, pero surgen nubes en el horizonte. “Yo no me iría [pero] está todo por el cielo”, lamenta.

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