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Guerra contra el macroaparcamiento de Aravaca: de una simple explanada a un edificio de cinco plantas

Concentración de los vecinos de Aravaca contra el proyecto del aparcamiento junto a la estación de tren

Víctor Honorato

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La idea llevaba años danzando por los pasillos municipales. En el barrio de Aravaca, junto a la estación de tren, hay un aparcamiento público al aire libre que se quedaba pequeño. El Ayuntamiento de Manuela Carmena se planteó ampliarlo en su plan de estacionamientos disuasorios de 2016, pero finalmente lo descartó. El asunto volvió a colarse en los presupuestos participativos de 2018, con una propuesta modesta: limpiar la basura acumulada y pavimentar las zonas de paso, y con un gasto asumible, 18.000 euros.

Pero con el cambio de color en el gobierno local, el equipo de José Luis Martínez-Almeida ha inyectado esteroides al proyecto, que ha pasado a ser una infraestructura de cinco plantas (tres en altura, dos subterráneas), con 900 plazas y un coste estimado de 10 millones de euros, según anunció el propio alcalde en marzo. La noticia ha caído mal entre los vecinos, que el sábado se concentraron en el lugar para expresar su rechazo.

“Llevamos décadas pidiendo una biblioteca”, protestaba el sábado Mario Lozano, presidente de la Asociación de Vecinos Osa Mayor de Aravaca, que asegura que los problemas de aparcamiento en el vecindario se resolvieron cuando se redujeron a dos los carriles de circulación en la avenida aledaña a la estación y se ganaron 400 plazas para estacionar en batería, que se suman a las 350 del recinto actual. Con las restricciones por el COVID y el aumento del teletrabajo, la explanada se queda a diario con muchos huecos vacíos, según defiende la Plataforma contra el Macroparking de Aravaca, que ha empapelado de carteles de rechazo los edificios de la manzana, donde antes solo se veía la ocasional bandera de España.

El plan municipal de construcción de aparcamientos disuasorios se está encontrando con un notable rechazo vecinal, como ya ha pasado en los de Hortaleza y Latina, donde razonan que sacar los coches del centro para meterlos en zonas urbanizadas del extrarradio no resuelve el problema, sino que lo cambia de sitio. Pero en Aravaca es donde la inversión se anuncia más importante, aunque con grandes oscilaciones. Una información de El Mundo la cifraba en 15,9 millones de euros el pasado noviembre. En un acto en Aravaca en marzo, Almeida la rebajó a 10 millones, mientras que en el presupuesto municipal solo figuran 4,4 millones en el anexo de inversiones territorializadas para la “construcción” del edificio.

Teresa Merino, portavoz de la plataforma, defendió ante los más de 300 asistentes a la concentración del sábado que el proyecto no cabe en la definición de “disuasorio”, porque, entre otras razones, obligaría a los conductores que se dirigen a Madrid por la A–6 a salir de la autovía y recorrer cuatro kilómetros por vía urbana de un solo carril por sentido para llegar al lugar, ni es exactamente intermodal, porque solo da acceso a dos líneas de autobús y la demanda del metro ligero, que conecta con la estación de tren, es limitada. “Aquí no hay infraestructura de movilidad sostenible. No hay conexión ni peatonal ni ciclista y no hay continuidad urbana […] Se ha incentivado este tipo de urbanización en horizontal, con pocos autobuses”, añade Lozano.

Los vecinos también temen el aumento de la contaminación con el flujo de vehículos, que sin embargo es uno de los argumentos municipales para justificar la obra; según las cuentas de la concejalía de movilidad, se ahorrarían desplazamientos que suman dos millones de kilómetros al año. El Ayuntamiento calcula que se realizan hasta 28.000 viajes diarios a Madrid entre Aravaca y el limítrofe municipio de Pozuelo de Alarcón. “Por tanto, el potencial de crecimiento de la demanda de la estación es muy elevado y más si se facilita espacio seguro de estacionamiento”, alegan.

La reacción vecinal en un barrio que no es especialmente combativo –la estación está en la zona más urbanizada, con edificios de viviendas, no entre los chalés de lujo con los que se suele asociar a Aravaca– ha sorprendido al consistorio, que indica que el estudio de demanda en el que se basa el proyecto “está siendo objeto de una profunda actualización”. También apuntan que está pendiente de aprobarse un plan especial de ordenación de la zona en el que podrán formular alegaciones.

Se podrá conocer entonces en qué queda el proyecto, cuyo abandono también reclama la oposición de Más Madrid. “Se suponía que estaba redactado o en redacción, pero han sido muy opacos a la hora de facilitarnos información”, critica Esther Gómez, concejala del distrito de Madrid-Aravaca y miembro de la comisión de movilidad del ayuntamiento, que entiende que “lo que necesita el barrio son más dotaciones y más movilidad sostenible” y que el aparcamiento “no tiene nada de disuasorio” sino que “atraerá más tráfico a la zona, más humos y más ruido”. 

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