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El legionario de Almeida también carga contra la memoria de la población migrante

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, interviene en la inauguración de la Estatua al Legionario.

Peio H. Riaño

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“¿Por qué no hay en Madrid una estatua dedicada a Abd el-Krim?”. La pregunta la hace Daniel Gil, profesor del Departamento de Lingüística y Estudios Orientales, en la Universidad Complutense de Madrid. Quiere que recordemos que en el callejero de Madrid solo hay lugar para el Marruecos derrotado por el colonialismo español de principios del siglo XX. No existen evocaciones positivas a ciudades marroquíes de aquella cruel campaña, en la que los legionarios jugaron un papel decisivo en el tormento de la población del Rif. Tampoco se ha subido a los pedestales a las figuras rifeñas que encabezaron la resistencia contra las administraciones coloniales de España y Francia. “Hay olvido y una continuidad histórica de la lucha medieval contra el moro, que arranca en Pelayo y acaba en la valla de Melilla”, asegura el profesor universitario y miembro de la Fundación de Cultura Islámica de Madrid. “El homenaje al legionario es una reivindicación del colonialismo, cuya lógica social quieren aplicar a nuestros días y considerar que la gente racializada no son ciudadanos”, añade Daniel Gil.

La estatua que inauguró hace una semana el alcalde José Luis Martínez Almeida (PP), dedicada al cuerpo militar creado por el golpista José Millán Astray, ha ofendido a la memoria democrática antifranquista. Pero la figura de bronce diseñada por el dibujante Augusto Ferrer-Dalmau y modelada por el escultor Salvador Amaya es, además, “un homenaje a la exclusión racista”. Las comillas son de Yeison García López, politólogo antirracista, que señala al alcalde por ser cómplice del marco ideológico de Vox. El día de la inauguración del monumento pagado por la Fundación Museo del Ejército, con el visto bueno del Ministerio de Defensa, no faltó el portavoz del partido ultra, Javier Ortega-Smith.

“Esa figura, con la bayoneta cargada, es una agresión contra la comunidad rifeña”, advierte Yeison García. Lamenta la falta de diálogo con la ciudadanía para plantar la estatua de seis metros de altura, en la Castellana, frente al monumento a la Constitución española. “Nos han impuesto este símbolo. Están convirtiendo Madrid en el reducto de la España rancia y colonialista. Creen que están legitimados para construir un espacio reaccionario, pensando únicamente en las próximas elecciones municipales”, sentencia García López. El día de la inauguración el público rindió vivas a Franco y a Millán Astray.

Nada que celebrar

En palabras del propio artista del legionario de Almeida, el soldado que carga la bayoneta y avanza sobre terreno pedregoso, no teme a la muerte, ni al enemigo. Pero el enemigo del Rif no había agredido a ninguna potencia, se había declarado la República y España decidió que había que civilizar y evangelizar aquel pueblo. “Hace un siglo se bombardeó a la población civil con gases químicos prohibidos por el Tratado de Versalles y la justificación fue que no era una población civilizada y que había que civilizarla. España nunca ha reconocido ni reparado aquellas atrocidades. Y ahora esto. Espero que se acabe retirando”, cuenta Youssef M. Ouled, periodista rifeño y activista antirracista.

Inglaterra había usado antes estos gases tóxicos (cloropicrina, el fosgeno y, sobre todo, la iperita) en Irak, en 1919-1920. Pero España fue el primer país que empleó la aviación para bombardear civiles con ellos. Era la manera más rápida y eficaz de acabar con la invasión del Rif y ahorrar vidas de soldados españoles. Después de la masacre llegó el mito del legionario aguerrido, cuenta Youssef M. Ouled. “La estatua del legionario representa la matanza del pueblo rifeño. Es un símbolo que homenajea a quienes masacraron a nuestros antepasados y esa estatua nos señala como enemigos”, denuncia Ouled. Le sorprende que no se haya tenido en cuenta a las víctimas de aquella invasión. “Los rifeños pelearon por la misma libertad que hoy defiende el pueblo ucraniano ante la invasión rusa. Es demencial”, argumenta.

La contienda estalla en 1909 cuando las tribus rifeñas quieren hacerse con el control de las minas de hierro del Rif, próximas a Melilla. En 1921, las tropas españolas sufrieron en Annual ante el líder rifeño Abd el-Krim, que creó la República del Rif. Los franceses apoyaron al ejército español y culminaron la derrota de los pueblos originarios con un desembarco en Alhucemas. En 1927 se rinden y tras la independencia marroquí de España, en 1956, tuvo lugar una revuelta rifeña contra la monarquía de Mohamed V, que no reconoció la independencia del Rif. “Por este motivo es muy complicado saber cuántos rifeños vivimos en Madrid, porque Marruecos no nos reconoce”, explica Youssef M. Ouled.

La vieja España

En su discurso, el alcalde aseguró a los ex componentes de la Legión allí presentes que “la vitalidad de Madrid descansa en la libertad que nos proporcionáis”. “La extrema derecha está alimentando el discurso de la España imperialista”, añade Yeison sobre la memoria “sin complejos” que defienden en el Pleno del Ayuntamiento Vox, Ciudadanos y PP. “Mientras otros partidos contribuyen a la difusión de la leyenda negra, se avergüenzan de nuestra historia o no se atreven a defenderla, en Vox nos orgullecemos de las gestas de los héroes y conquistadores españoles”, declaró en campaña electoral, en 2019, un candidato de Vox junto a la estatua de Hernán Cortés, en Medellín (Badajoz). Y anudó una pulsera con la bandera de España a la cadena de protección del monumento.

En 2010 esa polémica estatua de bronce apareció rociada de pintura roja. La intervención ciudadana tuvo lugar el mismo día en que la selección española de fútbol jugaba un partido amistoso con la selección mexicana en el campo de Ciudad de México, para celebrar el bicentenario de la independencia del país. El lugar quedó con un bidón de pintura, una brocha y decenas de panfletos reivindicativos firmados por un grupo que se hizo llamar “Ciudadanos Anónimos”. En el escrito pedían que se retirara la estatua como sencillo gesto de autocrítica: “Debemos reparar con máxima urgencia nuestro insulto, esta glorificación cruel y arrogante del genocidio”. La estatua, inaugurada en 1890, muestra al militar pisando la cabeza de un hombre indígena en la toma de Tenochtitlán. El escultor Eduardo Barrón González (1858-1911) se justificó diciendo que pisaba una escultura...

“El mensaje que está lanzando la estatua del legionario es una apología de la supremacía blanca, colonialista y belicista. Una democracia a estas alturas debería caminar hacia la reconciliación y la reparación”, subraya Youssef M. Ouled. Fatima Ezzamouri, cofundadora de la asociación antirracista Sobre los márgenes, coincide en la creación de un imaginario excluyente. La estatua se dirige a un tipo de madrileño y madrileña y todos los demás, no existen. No importan. “La derecha española no está procesando que España es un país diverso étnico y racial. Es un monumento de negación y exclusión”, sostiene Ezzamouri.

Un pasado denigrante

Esta activista considera que Madrid está reviviendo “el imaginario de una España muy lejana y muy viva en algunas personas”. “Es el reforzamiento de un discurso de España para los españoles, pero no para todos sino para unos pocos, para los que son como ellos. Es una involución. Es un símbolo de atraso. Esa figura hace referencia a un pasado denigrante y se está celebrando. Se celebra un drama nacional y el saqueo de una población que no ha tenido ni justicia ni reparación”, añade Fatima Ezzamouri. Coinciden las fuentes consultadas en desvelar que España tiene pendiente una conversación sobre su pasado colonialista en África.

También está pendiente una conversación sobre el pasado colonialista en América y su retirada de monumentos. El proceso antirracista lo asumieron, entre junio y julio de 2020, numerosas ciudades de EEUU. Allí más de 30 monumentos de Cristóbal Colón fueron destruidos o retirados. Al tiempo borraban de sus calles algunos homenajes supremacistas, como la estatua ecuestre del general confederado Robert E Lee, en Richmond (Virginia).

Los alcaldes norteamericanos que se sumaron a la iniciativa de limpiar estas marcas racistas de las calles explicaron sus razones, como el alcalde de New Haven: quitó una estatua de Colón, explicó, porque a pesar de que fuera motivo de celebración para muchos italianos, “también representa una época de colonialismo y atrocidades”. “Una vez retirada la estatua, creo que es importante que nosotros, como comunidad, tengamos una conversación sobre cómo honrar mejor la herencia de tantos italianos que han hecho de New Haven su hogar”, añadió Justin Elicker, alcalde de New Haven.

En estos casos fueron símbolos que habían dominado el paisaje urbano durante el último siglo y cuyo significado fue variando, hasta convertirse en insoportable para una parte de la población. Sin embargo, el legionario de Almeida nace con un sentido excluyente. ¿Intimidatorio, también? “Absolutamente intimidatorio. Pretenden expulsarnos de la vía pública. ¿Cuál es la diferencia entre esta estatua y los agentes de policía que te identifican por tu condición racial, en unos barrios más que en otros, para expulsarte?”, se pregunta Youssef M. Ouled.

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