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Almeida, el alcalde errático contra la emergencia climática

Almeida, plantando un árbol en La Ventilla, junto a una ilustración de una protesta contra la tala en Madrid Río

Diego Casado

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La imagen de Almeida pala en mano, plantado un árbol, se ha tomado varias veces a lo largo de la legislatura. El alcalde fue fotografiado con esta pose en Valdebebas en 2019, en Casa de Campo, Retiro o La Ventilla en 2021 y en Ciudad Lineal en 2022. Mientras la web municipal publicaba estas instantáneas, el portal de datos del Ayuntamiento reflejaba otra realidad paralela: la pérdida de miles de árboles adultos cada año de su legislatura, hasta llegar a 78.616.

Nada hay más ecológico que un alcalde labrando el futuro verde de su ciudad. Nada peor contra esa imagen idílica que ser caricaturizado portando un hacha, dispuesto a echar abajo la arboleda histórica de Madrid Río. Fue como retrataron al primer edil los vecinos de Arganzuela que se oponen a las talas previstas junto al paseo de Yeserías, donde desaparecerán cientos de árboles con más de 50 años para abrir una estación de Metro. Todo con la autorización previa del Ayuntamiento de Madrid.

Dice la RAE que el adjetivo errático habla de aquello que es “impredecible o que cambia con frecuencia” y no hay mejor calificativo para definir la política medioambiental del actual alcalde de Madrid, que llegó a Cibeles en medio de un cambio climático acuciante y afronta ahora las elecciones para renovar su cargo sin soluciones para la emergencia climática que acecha a la ciudad, con un último año lleno de temperaturas de récord y cada vez más horas de sol sobre las cabezas de los madrileños.

Almeida se ha movido entre acciones en favor del medio ambiente -declaró la ciudad Green Capital en 2019, ha abierto el primer tramo de carril bici Castellana- y otras que van en la dirección contraria, desechando espacios para la bicicleta o intentando abrir Madrid Central a más coches contaminantes al principio de su legislatura, un paso que fue cerrado por Ciudadanos, su socio de gobierno.

Hace unos días, un artículo del Financial Times le sacaba los colores. El medio británico de tendencia conservadora aseguraba que sus políticas iban “en contra la tendencia de las ciudades verdes” en un artículo muy comentado en redes basado en las cifras de pérdida de árboles maduros publicadas en febrero en Somos Madrid. Almeida respondió con una promesa electoral: plantar 500.000 árboles en la próxima legislatura, después de haber sembrado otros 215.000 en sus primeros cuatro años de mandato.

Hay varios datos que omite Almeida cuando habla de estas cifras: el primero es que decenas de miles de los árboles recién plantados por el área de Medio Ambiente se quedaron secos el pasado verano, por la falta de riego y porque las temperaturas fueron especialmente elevadas.

El segundo dato es que muchos de estos árboles recién plantados provienen de las propias talas que está autorizando el Ayuntamiento de Madrid, debido a que la legislación autonómica obliga a compensar cada apeo con nuevos ejemplares. Del medio millón prometido por Almeida para los próximos cuatro años, al menos 70.000 llegarán como pago de diferentes administraciones y empresas por arrancar miles de plantas en diferentes puntos de la ciudad.

Está previsto que el Ayuntamiento de Madrid reciba de la Comunidad 19.513 árboles, por permitir la tala de 1.027 durante las obras para ampliar la línea 11 de Metro, otros 1.949 por parte del Real Madrid para echar abajo y trasplantar 73 plátanos de sombra en las obras de los aparcamientos del Bernabéu. Y hasta 48.477 por el apeo de cientos de pinos para levantar una plataforma logística en Villaverde. También ha habido deforestación en plazas como la del Carmen, junto a Gran Vía, y en el parque de la Cornisa, entre otros.

Las cifras de Filomena y un dato falso

Hace unos días Almeida fue a La Sexta para hablar de la campaña electoral. Y le acabaron preguntando por los 78.616 árboles maduros perdidos en la ciudad (sin contar la Casa de Campo). Entonces solo reconoció 20.000 talas autorizadas “por diversas razones”. Y aseguró que los otros 60.000 se cayeron por Filomena.

El dato no es cierto. Hasta ahora, el Ayuntamiento de Madrid cifraba en 21.785 el número de árboles perdidos en las calles y parques de Madrid por el temporal de nieve que arrasó Madrid a inicios de 2021, excluyendo los que cayeron o fueron talados en la Casa de Campo por esta causa (72.330, según cifras oficiales). Así que se desconoce cómo han desaparecido los otros 37.000 que faltan en la estadística municipal.

Las asociaciones ecologistas recuerdan la obviedad de que talar árboles maduros y replantar jóvenes no es equivalente a mantener los existentes a nivel medioambiental, ya que los grandes ejemplares filtran mejor la polución, almacenan más CO2 y suavizan el efecto isla de calor en la capital. Además, las nuevas plantaciones se han concentrado en el llamado Bosque Metropolitano, un proyecto para llenar de especies autóctonas descampados de la ciudad cercanos a las autovías, fuera de las calles y plazas por las que pasan cada día los habitantes de la ciudad.

Frente a los datos de la deforestación en Madrid durante esta legislatura, una de las estrategias del área de Medio Ambiente municipal ha sido la de recordar el número de talas autorizadas durante la etapa de Carmena. En un tuit en el que reconoce que en dos años de su mandato la capital ha perdido más de 30.000 árboles en solo dos años, el delegado del ramo -Borja Carabante- aseguraba que el Gobierno en el que estuvo Rita Maestre hizo desaparecer “el mayor número de árboles de los últimos 6 años”.

Carabante también ha afeado las críticas del PSOE a las talas mientras Adif, que controla el Gobierno de Pedro Sánchez, ha solicitado el apeo de 350 árboles para ejecutar las obras de la reforma en la estación de Atocha.

Negacionismo, Sol y el plan alcorques cero

La candidata del PSOE a la alcaldía de Madrid, Reyes Maroto, no se ha amilanado con las palabras del portavoz de campaña de Almeida y ha llamado “negacionista” al alcalde en varias ocasiones durante la campaña electoral. La última a causa de una de sus obras más criticas, la de la reforma del corazón de Madrid, que muchos habitantes ya califican de sartén o parrilla por su total ausencia de sombras. “La puerta del Sol es un ejemplo del negacionismo de Almeida sobre la emergencia climática que nos hace perder tiempo, vidas y calidad de vida”, advierte Maroto.

Sol no es la única plaza dura y sin árboles de la ciudad. Algunas los han perdido durante esta legislatura, como la de Milmarcos en Vallecas, víctima del Plan Alcorques Cero llevado a cabo por Almeida. Lo denunciaba en redes hace unos meses un miembro de Más Madrid, parte de la lista electoral de Rita Maestre:

Este plan municipal preveía colocar 11.215 nuevos árboles en los huecos ya existentes para ellos en calles y plazas de Madrid, según una nota que distribuyó el Ayuntamiento de Madrid. El texto omitía otro dato importante: el sellado de más de 4.000 alcorques ocupados antes por árboles, como el caso de Vallecas, una de las zonas más perjudicadas por este adoquinado.

Para hacerse una idea de lo que supone cada uno de estos sellados de alcorques, cogimos el caso de un árbol que había en la calle Gayarre, en el distrito de Retiro. Un majestuoso olmo de Siberia daba sombra allí hasta que, por razones que se desconocen, desapareció. Hace unos meses, el Ayuntamiento de Madrid clausuró el espacio sin reponerlo.

Los árboles de alineación en las calles son uno de los pocos elementos que pueden aplacar el efecto isla de calor en Madrid, un fenómeno por el que las ciudades acumulan mayor temperatura durante el día y la noche, debido a la abundancia de materiales que retienen este calor y a la falta de espacios y cubiertas verdes que lo mitiguen.

Los suelos de las grandes urbes son también fundamentales para conseguir temperaturas más frescas. Además de las sombras, las superficies naturales -césped, tierra- acumulan menor temperatura durante el día. Ocurre lo contrario que con el asfalto, capaz de absorber mucho calor durante las horas de sol, que luego va soltando por la noche, haciendo aún más tórridas las noches tropicales que sufre Madrid.

A lo largo de esta legislatura, el Ayuntamiento de Madrid ha asfaltado 28 calles que antes estaban cubiertas por adoquines. Una decisión que desde la oposición aseguran que aumenta el temido efecto isla de calor en el centro de la ciudad, donde se alcanzan las temperaturas más elevadas. El área de Obras, sin embargo, defiende que la acumulación calórica puede ser menor gracias a una capa de pintura que aplican en el acabado. “El asfalto impreso siempre lleva una resina de protección. Desde hace un tiempo se está aplicando de un color más claro del habitual para mitigar el llamado efecto isla de calor. Este calentamiento depende más del color del pavimento que del propio material del mismo. Por ello se están introduciendo colores más suaves”, justificaba un portavoz.

Entre los detractores del asfalto impreso están los que aseguran que las calles pierden permeabilidad y con la nueva configuración serán cada vez más frecuentes los episodios de grandes balsas de agua incluso sin lluvias torrenciales, como los vividos en la capital el pasado otoño.

El discurso verde es uno de los ejes sobre los que está girando esta campaña electoral. Más Madrid ha propuesto rediseñar decenas de calles siguiendo criterios que mejoren la estancia y disminuyan los efectos de la emergencia climática. También el PSOE dentro de su proyecto Madrid Próximo. PP y Ciudadanos, que no llegan a tanto, han planificado soterramientos que en sus recreaciones cubren con zonas estanciales verdes, llenas de árboles. Almeida, además, lanzó hace unas semanas una obra para cubrir con jardines verticales los muros de la M-30. La medida tendría un coste anual de 4 millones de euros en mantenimiento, según El País.

El gran éxito de Almeida: en Madrid se respira un aire más limpio

Donde sí que han disminuido notablemente las críticas de la oposición ha sido a la hora de hablar de la contaminación que sufre Madrid. La capital cumplió por vez primera en 2022 los límites a la polución impuestos por la Unión Europea después de haber mantenido Madrid Central y haber aprobado otras dos áreas más de bajas emisiones, una en Plaza Elíptica -la estación que más gases nocivos registraba- y otra en la M-30 y sus barrios del interior.

La estrategia seguida por el área de Medio Ambiente parece haber dado resultado y en lo que va de 2023 los datos de contaminación han mejorado mucho con respecto a otros años, en una situación atmosférica sin apenas lluvias, que normalmente propiciaba episodios de alta polución. ¿Bastará este logro y las fotos plantando árboles para validar la gestión medioambiental de Almeida o pesará más la imagen “arboricida” llegada por las talas? La respuesta llegará el 28 de mayo.

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