Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El asfalto impreso sustituye los adoquines de 28 calles de Madrid: críticas en redes y defensa cerrada del Ayuntamiento

Calle de Velarde, en Malasaña, espera la llegada del asfalto impreso

Diego Casado

4

La calle Velarde, en pleno corazón de Malasaña, dijo adiós a sus adoquines hace un mes. Estaban allí desde finales de los años noventa, cuando una reforma del Ayuntamiento rebajó todos los bordillos del barrio alrededor del Dos de Mayo y adoquinó su entorno, para dar a este lugar del centro de Madrid un aspecto más histórico.

Las piedras cúbicas fueron sustituidas por asfalto y la semana que viene se colocará encima el dibujo de los adoquines, recordando su pasado pero perdiendo un pavimentado que le daba personalidad. Esta es la última calle en sufrir este cambio que empezó en el barrio hace dos años, cuando se retiraron los adoquines de San Andrés, donde desemboca Velarde. Luego sucedió lo mismo en Barco, Marqués de Santa Ana o Jesús del Valle. Así hasta 28 calles en el centro de Madrid, según datos municipales.

El motivo de este cambio es el de buscar un pavimentado con mayor “calidad, conservación y menor ruido”, explican desde el área de Obras del Ayuntamiento de Madrid. El asfaltado es similar en composición al tradicional en cualquier carretera, aunque con un acabado que simula el adoquinado mediante líneas paralelas y perpendiculares, que se imprimen sobre el suelo. Al contar con mayor resistencia evitará la aparición de agujeros y hundimientos del firme por el peso de los camiones de reparto.

Además, se le añade una resina de protección de un color más claro para mitigar el efecto isla de calor, indican desde el consistorio. Una solución que esta semana era criticada en redes sociales por la portavoz de Más Madrid, Rita Maestre:

Maestre y muchos vecinos que han criticado esta solución en las calles recuerdan que el asfalto retiene más el calor que la piedra y en las vías más soleadas puede suponer que acaben emitiendo calor una vez que llega la noche, elevando la temperatura de la calle por encima de lo que lo hacen otros pavimentos adoquinados. Un cambio importante para los vecinos o paseantes de Velarde en los meses más calurosos del año. “El material que más calor desprende en verano”, titulaba El País una información sobre el asfalto publicada esta semana.

El Ayuntamiento sin embargo defiende que la acumulación calórica puede ser menor gracias a la última capa de pintura que aparece en el vídeo. “El asfalto impreso siempre lleva una resina de protección. Desde hace un tiempo se está aplicando de un color más claro del habitual para mitigar el llamado efecto isla de calor. Este calentamiento depende más del color del pavimento que del propio material del mismo. Por ello se están introduciendo colores más suaves”, explica un portavoz en declaraciones a Europa Press.

Otra de las ventajas que argumentan desde Cibeles para el asfaltado es el mejor tránsito peatonal -también de coches o camiones- y la menor emisión de ruido al paso de tráfico rodado, una mejora evidente en calles estrechas, donde el paso de cualquier automóvil sobre adoquines se escucha con claridad desde las viviendas.

En los detractores del asfalto impreso están los que aseguran que las calles pierden permeabilidad y con la nueva configuración serán cada vez más frecuentes los episodios de grandes balsas de agua incluso sin lluvias torrenciales, como los vividos en la capital el pasado otoño. Desde el área de Obras municipal se asegura que “las calles con adoquín no son más permeables que las de asfalto impreso, ya que el adoquín de calzadas en las que hay tráfico rodado va sobre una capa de hormigón; es un firme igual de permeable que el asfalto impreso”.

¿Cómo resistirá el paso del tiempo esta solución? La calle más antigua con asfalto impreso es la de la Cruz, que data de la anterior legislatura. Allí el deterioro es bastante evidente. Como también sucede en Gravina, pavimentada en Chueca al inicio del mandato de Almeida. O en San Andrés, donde el firme se ha desgastado mucho en apenas dos años.

Como en muchas otras decisiones políticas, el ahorro a la hora de mantener las calles también pesa a la hora de colocar adoquines u otra solución menos elegante: “Una calle de asfalto impreso puede arreglarse en un día, mientras que cambiar el adoquinado de una calle puede alargarse semanas e incluso meses, con los consecuentes e importantes cortes y afecciones a la movilidad”, explican desde Obras.

Etiquetas
stats