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Marqués de Santa Ana: una cuesta por descubrir

Entre las calles del Pez y la de Espíritu Santo (a la altura de Juan Pujol) transcurre la calle del Marqués de Santa Ana, también conocida como cuesta del Marqués de Santa Ana, y con razón, pues quien suba desde Pez hasta llegar al promontorio sobre el cual está la placita de Juan Pujol probablemente llegue con la lengua fuera.

En tiempos llevó el nombre de calle del Rubio, porque está construida sobre los terrenos donde

vivió

un hombre al que apodaban “el Rubio del arrabal”. Lo de Marqués de Santa Ana

viene porque cuando la calle aún llevaba el anterior nombre estuvo allí la redacción de La Correspondencia de España, diario conservador que fundó Manuel María de Santa Ana en un edificio de su propiedad . No es curiosamente la única publicación importante que tuvo sede en Marqués de Santa Ana durante el XIX, también la filosófica

Revista Europea comenzó con el pie de imprenta de Medina y Navarro, Editores, en el número 25.

Lo que podría ser y no es

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Recorriendo la calle rápido uno tiene la sensación de estar pasando por una vía de transición, un tanto gris. Caminándola con cuidado, observando con atención, a uno se le vienen a la cabeza las posibilidades de un camino lleno de detalles, lo que con un poco de buen tino urbanístico y un renacimiento del comercio de calidad podría ser. Es fácil verlo fijándose en balcones de forja, viejos portones que podrían revivir fácilmente, caserones del XVIII (sobre todo en la acera de los pares), curiosos voladizos...

materia para un bonito paseo que no acaba de emerger.

Marqués de Santa Ana ejemplifica a la perfección una de las características de Madrid que hace que siempre se balancee entre la belleza y la dejadez: nunca hay dos edificios iguales. Hasta diez fachadas absolutamente distintas las unas de las otras hemos contado entre el número 17 y el 35 de la calle.

Vecinos

De entre los vecinos destacan dos muy ilustres, Clara Campoamor y Rubén Darío.

Campoamor, política clave del siglo XX, que ha pasado a la historia como la máxima impulsora del sufragio femenino durante la República, nació en el número 4 de la calle en 1888, en el seno de una familia humilde.

Otro que pasó en el barrio de Maravillas parte de sus días fue Rubén Darío, que vivió en la calle junto a Francisca Sánchez, a la que conoció en un paseo por la Casa de Campo junto con Valle Inclán. A ella dedicó versos como el conocido “Sé conmigo / un amigo...”

Cuesta arriba, cuesta abajo, desde el trajín comercial de Pez hasta el ajetreo festivo de Juan Pujol, se recomienda pasar por Marqués de Santa Ana con calma, mirar hacia arriba, percatarse de los muchos detalles que pueblan sus fachadas  e imaginar lo que la calle podría ser con su bonita mixtura de estilos a poco que el comercio de calidad y la buena voluntad anidaran en ella.